24. Ojo por ojo.

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Advertencia: Leve descripción de relaciones sexuales.

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- Tú no estabas embarazado. - Dijo queriendo reír aún antes de enfrentar lo horrible que sonaba  aquello, y safarse de esa.

- No, pero tú lo conseguiste ¿Verdad? - Él quería humillarla, justo como ella lo había humillado sometiéndolo, aparte burlándose de eso en la cena.

- Yo no he tomado una ducha. - Trago fuerte. - Estoy sucia así que no creo que... -

- Estoy seguro que te gustará sucio. - Ella hizo una mueca de completo asco, haciendo que internamente él se viera satisfecho por su disgusto.

Sería un hipócrita si dijera que no iba a disfrutar del rostro de la Alpha molesto bajo su cuerpo.

- Sólo quédate quieta y espera. No puedo inyectarte porque no quiero ir al extremo, pero si te mueves juro que mi venganza será peor. - Ella murmuró avergonzada. Viendo como ponía las cadenas en sus muñecas, a diferencia de él, tal vez ella no iba a quejarse. Aunque eso sería claramente un abuso.

Dejó que él sujetará las cadenas a la cama porque sabía perfectamente que eso terminaría pronto. Lo extraño fue sentir sus enormes manos acariciándola, paseándose sobre su piernas suavemente.

- Estoy esperando cachorros, no es necesario eso. - Negó la Alpha cerrando los ojos con fuerza al sentir un pequeño tirón a su falda, y luego a sus bragas mojadas de algodón rosa que desaparecieron en su totalidad. Porque sí, ahora estaba todo el tiempo con esa incomodidad quemando su piel, todo el tiempo mojándose ante la testosterona del sangre pura.

- Ojo por ojo. - Soltó un chillido al sentir uno de los dedos del sangre pura escabullirse entre sus piernas, justo en su botón rosa. Donde acarició muy lentamente tentando ese rico elixir de vida que escurría, casi gritando que lo necesitaba ahí dentro. Volteó a ver como los ojos plateados la miraban con violencia, determinación y mucha satisfacción al pasear sus enormes dedos sobre su suave piel blanda.

Satisfacción que Annelien no quería darle, así que sabiendo que él disfrutaba de su molestia, decidió reír cínicamente.

- No eres tan bueno como pensé Alpha. - Se río de sus dedos abriendo sus piernas para él, tragándose su propio orgullo, y sonriendo mientras sentía aquella exquisita y enriquecedora caricia en su entrada.

Aquello hizo molestar a Jerome de inmediato, metió un segundo dedo, ayudándose del líquido que la Alpha tenía escurriendo entre sus piernas, se dedicó a tocar en suaves movimientos aquel delicado y aterciopelado, apretado interior, alcanzando el punto perfecto en la Alpha cuando observó su rostro sonrojado,  jadeando, moviendose inconscientemente contra sus enormes dedos y estrechándose a un más, se veía perfecta así para él.

El sangre pura se sintió victorioso entonces, cuando la veía retorcerse en la cama, una que internamente le hubiera gustado que fuera la suya, en su habitación.

- No era tan bueno como pensé quizás. - Exclamó con una jodida sonrisa mostrando sus dientes a la Alpha, embobandola con su sonrisa perfecta que mostraba aquellos caninos enormes y afilados, característica de su sangre, llevando los dedos a su boca y probando su delicioso manjar, su instinto bajo le gritaba que era suyo, aquel manjar dulce en su boca no iba a probarlo nadie más ni siquiera en otras vidas.

- ¡Para...! Por favor. - Pidió ella sabiendo que lo que seguía la dejaría exhausta, además de exhausta la dejaría queriendo más, y no estaba dispuesta a ceder. - No creo que... -

- Aún no terminamos Annelien. - Ella gruñó con verdadera molestia. - ¿Qué pasa? ¿No quieres? Pues al parecer yo tampoco tengo opción. - El de ojos plateados abrió las piernas de Anne bruscamente, apretando sus muslos sabiendo que dejaría deliciosas marcas moradas,  colocándose entre ellas y frotando casi con dulzura sobre su entrada rosada y apetitosa, torturándola con su erección que pedía ser liberada.

Las cadenas sonaron cuando ella se movió molesta, no le gustaba que ejercierá control sobre su cuerpo, mucho menos que lo disfrutará aún más aunque nunca lo fuera a decir en voz alta.

Metió su enorme erección de golpe, haciéndola soltar un gemido de sorpresa, y si el Alpha lo recordaba glorioso, ahora el interior de Annelien le parecía el paraíso, creyó que la rompería, pero su codiciosa entrada estaba amoldándose perfectamente a su alrededor, estirandola tan fuerte, y consiguiendo que el sangre pura rogará por piedad, iba a correrse si se movía.

- Quieta maldición. - Volteó a ver el rostro de la Alpha quien con las cadenas tensas tenía el rostro sonrojado y la mirada gacha, se sentía impotente justo como él se había sentido y le agradaba.

- ¿Se siente bien? - La mirada de Anne era enojó puro, una que derribó tras la primera embestida fuerte y lenta contra ella. Cerró los ojos fuertemente no queriendo parecer patética, pero eso fue peor al sentir con todo su sentido las penetraciones duras y lentas del Alpha de la enorme extensión del de ojos plateados, una con la que solo había fantaseado en los últimos días.

La mantenía en el jodido borde del clímax, iba a romperse, iba a romperse en dos si no obtenía otro orgasmo. Y en cambio Jerome tenía una deliciosa sonrisa llena de satisfacción, quería besar su piel, arrancarle más suspiros y tal vez comerla a mordidas lentamente, pero sus dientes picaban extasiados quería marcarla, y no iba a moverla con posesión si estaba fuera de sus sentidos, y ahora se consideraba así envolviendola en su aroma a celos, y un Alpha muy molesto, sobreprotector.

- Por favor. - El ruego de la Alpha salió sin permiso, y los ojos plateados casi se derretían ante su imagen tentadora, audaz y sumisa, tan preciosa rogando con sus mejillas rosadas.

- ¿Qué cosa? - Estaba tan sumida en el movimiento aumentando de velocidad que sus palabras quedaron atoradas en su garganta, no quería que parará. Su instinto estaba disfrutando como nunca cada embestida desquiciada del sangre pura.

- N-No, Ahh. - Ese fue el primer gemido arrancado casi a fuerza de duras embestidas. Jerome estaba disfrutando de sus anchas caderas y delicada cintura, quería marcar cada centímetro de esa piel pulcra y hacerla suya mientras la tenía para sí mismo, la apretó contra sus caderas, presionando fuerte sus muslos.

Sintió crecer su nudo en la base cuando Anne no pudo controlar su orgasmo estrechándose  violentamente contra el enorme falo, estaba goteando mientras que su nudo casi glorioso se adentraba con fuerza en embestidas, y se zambullía exquisitamente en ese aterciopelado interior.

Iba a ser su fin, ella había llegado para ser su maldito fin.

Last Pure Alpha ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora