19. Presa.

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Jerome estaba tan ensimismado en su despacho con todas las cosas que tenían que hacer para su manada que le pasó desapercibido un momento, que de pronto tenía una fuerte erección, dolía como el mismo infierno, tuvo que suspirar. Tenía que ir a aliviarse para poder seguir trabajando sin distracciones.

Porque la única que venía a su mente era la "beta" que le había robado, porque podría haber sido una ladrona, pero ha sido la única que había sabido llevarlo al éxtasis complaciéndose a sí misma también. Todas las mujeres que habían estado con él se habían quejado de su forma brusca o de su tamaño descomunal, sin embargo ella había sido la única que había lideado con él y terminado con una hermosa y linda sonrisa en el rostro después de robarle a su primogénito.

Cuando pensó en salir de allí, prestó atención a su alrededor, sus instintos más desarrollados que el resto le permitieron concentrarse y escuchar tras las paredes aseguradas y con bloqueo auditivo. Le permitieron escuchar los gimoteos, jadeos y pequeños gemidos avergonzados que provenían de la segunda planta, junto al sonido del agua chapoteando. 

Quizá el Alpha no le hubiera dado importancia si no hubiera escapado al sentir a través de la ventana, el delicioso aroma a cerezas y fresas batidas. Eso sólo quería decir que la beta estaba dentro de su misma casa.

A pasos rápidos salió del despacho guiándose por su olfato a la segunda planta, encontrándose para su mala suerte frente a la habitación que le habían prestado a la Alpha para su estadía, no tenía sentido. Frunció el ceño debatiéndose sobre abrir la puerta o no, pero la decisión estaba tomada, quería averiguar de donde venía el aroma.

Abrió la puerta con lentitud, molestándose de inmediato cuando vió a Ria, la beta de los Lyyov sentada en la cama de la Alpha mientras revisaba algo en su celular.

- ¿Eres tú? - Ria volteó a verlo de inmediato al sentir una presencia de ira pura en la puerta.

- ¿Qué? - Ella lo vio sin entender.

- ¿Fuiste tú? - Ria sonrió un poco, porque no entendía lo que él sangre pura quería decir.

- ¿De qué hablas? - A pasos agigantados se acercó a la cama, descubriendo en el camino que no, ella no tenía su esencia en su interior, mucho menos parecía preñada, y el aroma que emitía no eran cerezas y fresas, sino un asqueroso aroma a madera, parecido al de su hermano.

- Algo me dice que tú lo sabes... - Sujeto del cuello a la beta. - Dime ¿Quién es ella? -

- Sueltáme. - El chillido que soltó alertó a la Alpha que estaba terminando su baño en la tina.

Su ceño se frunció al escuchar la súplica de Ria, ojalá no hubiera salido nunca en esa ocasión.

Envolvió una toalla alrededor de su cuerpo, y salió apurada encontrándose con la imagen de un Jerome exigiéndole explicación a su protegida.

- ¿Qué pasa aquí? - Habló fuerte Anne, recibió una vaga mirada del sangre pura que sólo mostraba más ira a medida la veía, esos ojos plateados eran peligrosos.

- La beta de cerezas y fresas batidas ¿La conoces? - La Alpha se río nerviosamente.

- ¿Qué? ¿Para qué quieres saber? -

- Estuvo aquí, hay feromonas escapándose por toda la habitación. - Era cierto que la Alpha muy pocas veces soltaba feromonas que delataban su delicioso aroma, pero no pensó que Jerome estuviera interesado en buscarla.

- ¿Qué pasa si estuvo aquí? ¿Qué vas a hacerle? - Jerome aún molesto soltó a la beta que respiraba irregularmente.

- No es de tu incumbencia, pero robó algo valioso. - Annelien casi se ríe en ese instante, pero logró guardar la compostura. - ¿Dónde está? -

- ¿Qué vas a hacerle si te digo? -

- Voy a reducir tu manada en cenizas sino me lo dices Annelien, no estoy bromeando. -  Ella suspiró, sabía que no bromeaba, lo sabía por el tono de  su voz la rabia que mostraba y su olor a furia.

- Tú manada nos supera de 10,000 a 1, eso sería injusto Jerome. - Decía la Alpha sosteniendole la mirada.

- ¿Quién dijo que la naturaleza era justa? - Ella sabía eso, así que suspiró.

- Es mi otra protegida, va a escapar a otro continente en una semana. Por la frontera sur. - Por un momento Jerome se vio satisfecho, lo suficiente como para que Ria y Anne se voltearan a ver aliviadas.

Annelien sujetó nuevamente la toalla alrededor de su cuerpo, pues casi se caía, mal error que Jerome tuviera buena vista. Y se fijó en el lunar en el hombro izquierdo de la Alpha que estaba a su vista.

- ¿Puedes dejarnos a solas? - Jerome pasó las enormes palmas de sus manos por su rostro, además de frustrado se veía molesto, tan molesto que las venas de su cuello y manos se marcaban demasiado.

Ria volteó a ver a Annelien quién asintió, pues pensó que quizás el Alpha quería hablar de otra cosa.

- ¿Qué pasa? - Murmuró Annelien, intentando alejarse y poner espacio entre ellos, aunque sabía que para el Alpha ella no sería atractiva ni en millones de años.

- No lo sé, eso quiero saber. - Suspiró el Alpha viéndola directamente a los ojos, y molestandose aún más cuando ella evitó sus ojos. - Quítate la toalla. - Anne negó de inmediato, empezando a reír nerviosamente.

- ¿Soy una asquerosa Alpha, recuerdas? - Río un poco sujetando aún más fuerte la toalla alrededor de su cuerpo, pues no llevaba nada de ropa interior abajo de esta.

- Cierto. - El Alpha sonrió tan genuinamente que por primera vez Annelien le tuvo miedo. - Quítatela o yo voy a quitartela. - Dijo serio, sin dejar de ver sus ojos, mientras daba un par de pasos y cerraba con llave la habitación.

Como si fuera una orden para la Alpha, se sometió haciendo lo que decía. Soltando la toalla que envolvía su cuerpo y dejándola completamente desnuda frente a él.

El Alpha se acercó a ella y con una de sus fuertes manos casi envolvió su cadera. El tacto en esa estrecha cintura era familiar enviando un ligero escalofrío en su espina dorsal, así como sentir esa tersa piel suave, como si ya la hubiese sentido antes, fijó sus ojos en la cadera derecha de la Alpha, mostrándole que sí llevaba dos lunares en ese delicioso muslo terso.

Jerome tuvo que cerrar los ojos con fuerza en un intento por contenerse, además de morder sus labios con verdadera rabia, retrocediendo de nuevo a su lugar.

- ¿Por qué lo hiciste? - Se contuvo el Alpha casi haciendo un esfuerzo sobrenatural para no matarla ahí mismo.

- ¿Q-Qué cosa? - Los ojos plateados la vieron fijamente otra vez.

- Sabes a que me refiero. -

- N-No sé que quieres decir... - La mirada fija en ella y su vientre fue lo suficientemente claro como para saber a qué se refería. - Haría lo que fuera necesario para mi manada. - Respondió finalmente Anne.

- Sólo una tonta como tú, se atrevería a hacer esa estúpidez y desafiarme. - Ella tomó la toalla otra vez para cubrirse, pero por la mirada del Alpha sabía que no le gustó que lo hiciera.

- Esa estúpidez ha salvado a mi manada. - Ella terminó de sujetar la toalla a su alrededor. - Y recuerda que este cachorro es de Hanns. - Si Jerome no estaba rabiado ahora si que lo estaba porque fue suficiente como para sujetarla tan fuerte haciéndola retroceder a la pared.

- Eres muy ingenua Annelien, si piensas que voy a dejarte ir así como así. - Ella río, no había forma que el Alpha probará que era su cachorro al menos hasta que naciera.

- No soy ingenua, pero sí que sé que no es tuyo Alpha, no delires, por favor. - Lo intentó alejar, pero aquello era inútil.

- ¿Ah no? Pruebame. - El Alpha sangre pura finalmente soltó una sonrisa olfateándo ese exquisito cuello, justo como había esperado, él había encontrado su presa.

❤❤❤

PD: Run Bitch Run 🔥💣

Last Pure Alpha ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora