- ¿Cómo? -
- No debiste dejar que pusiera mis cachorros ahí. - Sonrió Jerome mostrando un hoyuelo. La Alpha tragó su bocado asustada de repente.
- Yo no dejé que... -
- Prácticamente los robaste, si. Pero entonces también tendrás al padre de los cachorros con ellos quieras o no. -
- Estoy bien con eso. Es decir. - Se retractó de inmediato al sentir que había dicho demasiado. - Estoy bien con mis cachorros no necesito... - El hoyuelo apareció nuevamente en la mejía de Jerome.
- No, pero entonces no debiste dejar que esa marca ocurriera. Eres mía ahora y fin de la discusión. - Jerome volvió la atención a su plato.
- Como Alpha y Luna de los Lyyov dejaré que sigas haciendo por los tuyos lo que quieras cuando el embarazo termine, pero lastimosamente no podrás regresar porque también vas a hacerte cargo Luna. Felicidades - Jerome se levantó y plantó un beso sobre sus labios, que casi la hacía derretirse en el asiento.
- Es que Yo no creí que fuera necesario... -
- Voy a hablar con Hein cuando regrese, creo que está más que claro que tú no vas a ir a ningún lado con él, o si no lo voy a despellejar vivo para que sirva de ejemplo. ¿Por qué diablos te beso ayer? - Recordar a Hein con su ahora Luna además de asco le causaba profunda rabia, iba a matarlo si volvía a acercarse demasiado a ella. - ¿Tienen algo de lo que yo no sé? - Preguntó directamente, la Alpha suspiró en su asiento, terminando con su último bocado.
- No lo sé, y no. Él sólo es realmente muy amable conmigo. -
- Yo soy amable contigo. - Annelien se río de él descaradamente, tomando un sorbo de uno de esos batidos de fresas.
- Lo único bueno que hacías por mi era anudarme, lo haces muy bien. Pero fuera de eso no creo... -
- ¿Estás sintiéndote bien cariño? Parece que no recuerdas que ahora llevas una marca aquí. - Jerome se levantó de la mesa por completo, llegando del todo al lado de su Luna, quería besarla, besarla hasta hartarse aunque creía nunca cansarse por aquellos deliciosos labios de algodón.
- Hay un par de cosas de las que debemos hablar. - Suspiró Annelien nuevamente al recibir otro de esos besos que la hacían ver las estrellas en el día.
- ¿Cómo qué? - Susurró Jerome viéndola a los ojos.
- Los cachorros... Tú y está marca, no sé lo que significa. -
- Vamos a mi despacho. - La llevó de la mano lentamente a su lugar.
La Alpha ya había estado numerables veces ahí, pero hoy se sentía diferente, se sobresalto al escuchar como el enorme hombre tras ella cerraba con seguro la puerta. Sintió sus brazos envolverse en su cadera, y casi como si fuera una nueva adicción enterró la nariz en su cuello.
- ¿Qué quieres aclarar? -
- ¿Por qué quieres que me quedé? - Jerome plantó un beso en su cuello, haciéndola estremecer nuevamente.
- ¿Debe haber una razón? Creí que los cachorros querrán tener a su madre cerca. - A Anne le pareció absurda la forma en la que su Alpha estaba intentando protegerse con sus cachorros.
- ¿No es por otra cosa? - Preguntó la hermosa Alpha volteando a verlo ligeramente con esa sonrisa encantadora.
- No voy a decirlo en voz alta Anne. - Negó con asco Jerome, haciéndola reir. Ella volteó del todo para verlo al rostro, se detuvo a dejar un par de besos que él permitió por la diferencia de altura.
- Quieres que me quedé. - Más bien afirmó la Alpha, pero el sangre pura ni siquiera afirmó casi embobado con las feromonas ahora de su jodida hembra, joder era toda suya.
- Si. - Casi susurró el Alpha quién se estaba ahogando en su aroma, disfrutando de la extensión de su cuello, casi marcándola también fuertemente.
- Los cachorros. - Murmuró la Alpha llamándole la atención.
- ¿Te hacen daño? - Ella negó con una sonrisa ante su rostro de preocupación.
- Se están moviendo. - Negó con suavidad, soltando un jadeo de asombro al sentir una fuerte patada y guiando la mano del Alpha a su firme vientre.
- ¿Segura que... ? - Jerome pudo sentirlos al incarse frente a ella para prestar atención a la barriga. - Están moviéndose. ¡Joder que si! - Ella río por la forma de comportarse del Alpha, siempre supo que era como un niño muy caprichoso en su interior, pero no sabía que también podía ser tierno a su manera.
- ¿Ya has pensado en nombres? - Preguntó la Alpha con una hermosa sonrisa en su rostro.
- No realmente. -
- Ya que yo hice el trabajo para concebirlos creo que es justo que tú pienses en un par de nombres. - El Alpha rodó los ojos, plantando besos en su vientre abultado, sorprendiendola y haciéndola sonreír genuinamente, queriendo reír de verdad, nunca se había sentido tan bien.
- Es bueno saberlo. - Murmuró el Alpha levantando su vestido, haciéndola estremecer al sentir sus manos paseándose casi descaradamente en sus muslos y sus piernas, estrujando su trasero como si probará las más deliciosa golosina que estaba a punto de comer.
- ¿Alpha? - Él sonrió al sentir la pérdida de equilibrio de su Luna, quien se sostenía de sus anchos hombros.
- ¿Si Luna? -
- Yo creo que necesito... - Jerome no tuvo que esperar mucho para bajar su ropa interior, y deslizar con besos húmedos desde su vientre hasta su deliciosa entrada.
- Dime que necesitas. - Susurró erizando su piel, y llenandola de un delicioso escalofrío que rogaba por más de sus toques. Esos ojos plateados iban a ser su absoluta perdición.
- Dame... - Los golpes en la puerta los interrupieron. - ¿Hein? -
- ¿Annelien? Abre la puerta. - Un Jerome muy molesto le subió la ropa interior a Anne, casi con rabia al escuchar a su Luna decir el nombre de otro hombre.
- ¿Puedes irte a joder a otro lado? Estoy ocupado. - Hein clavo su vista en la Alpha que por primera vez estaba verdaderamente avergonzada, intentando ocultar su rostro de Hein tras el enorme cuerpo de su Alpha.
- ¿Anne? - Preguntó dando un paso hacía adelante, pero Jerome lo hizo retroceder sosteniéndolo del cuello.
- No te acerques a ella. ¿Crees que olvidé lo que hiciste anoche? - Casi iba a arrancarle la cabeza por haberla tocado.
- Jerome, basta por favor. ¿Qué era lo que querías Hein? - Preguntó la Alpha intentando alejar a Jerome de él.
- No, sólo quería hablar contigo. - Le habló Hein a Annelien.
- ¿De qué diablos le ibas a hablar, eh? -
- Jerome estás exagerando. - Le decía la Alpha, recibiendo aquella mirada molesta de su Alpha.
- ¿Exagerando? No soy quién intenta meterse entre las piernas de mi Luna embarazada. ¿Ves su marca en el cuello? - Hein entonces notó la enorme marca en el delicado cuello de la Alpha que demostraba que sí, habían formado un vínculo. - Es mía. No estés tentando a tu suerte porque esta vez si voy a matarte. -
Aquella confesión asombró a la Alpha, pero sabía que hacer para calmarlo. Un par de sus feromonas fueron suficiente para que bajará la guardia y ella se interpusiera entre ambos.
- No sé cuál es el problema aquí, pero lo único que quiero es que regresemos a nuestra plática ¿Si? - Preguntó a su Alpha con una de esas miradas necesitadas. La enorme marca en su cuello la hacía ver tan perfecta, junto a ese vientre hinchado que era la deliciosa cereza del pastel, no podía negarle nada.
ESTÁS LEYENDO
Last Pure Alpha ©
Hombres LoboEn la manada más pequeña del mundo, Lyyov, hay problemas, serios problemas. Como el hecho de que el Alpha y su Omega acaban de unirse a los dioses de la naturaleza para la eternidad. Su única hija y heredera, Annelien es la persona designada a cuid...