25. Impotencia.

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Ahí estaba la Alpha liberada de sus cadenas totalmente exhausta, en el limbo aún después de su fuerte orgasmo.

Jerome no estaba ahí después de eso, ni siquiera las cadenas lo cuál verdaderamente agradecía. Se sintió azotada por una fuerte ráfaga de placer indescriptible cuando sentándose descubrió su tibio interior escurriendo la semilla del sangre pura.

Tenía que tomar una ducha así que con lentitud caminó al cuarto de baño para hacer lo que debía hacer, sus piernas se sentían débiles, pero extrañamente estaba totalmente satisfecha, no había vacío, o bueno no había vacío que no estuviera repleto ahora con la esencia del Alpha.

Murmuró algo realmente molesta, al notar lo que las cadenas habían causado a sus muñecas ahora enrojesidas.

Ya estaba amaneciendo otra vez, y ni siquiera recordaba qué día era, el Alpha había hecho un completo desastre de su cuerpo, y ni siquiera se había acercado a besar su piel, se sentía molesta porque lo había disfrutado demasiado, y su piel aún picaba por querer sentir esos enormes caninos hundidos en su garganta.

Terminó de cambiarse con molestia, hacer una maleta con las cosas que había traído a esa casa, así como también buscó su celular que no encontraba en ningún lado.

Ahora si tenía esa cómoda ropa para el viaje, fue a las habitaciones a su lado tocando la puerta para ver si Koen y Ria estaban listos. Porque tal y como ellos habían dicho ya era hora de irse, y ella no iba a soportar ver una vez más al Alpha, no sabía que decir más que agradecer porque al menos no la matará. Se cruzó de brazos molesta al ver que no abrían la puerta.

- ¿Señorita? - Annelien frunció el ceño volteando a ver a la beta que le hablaba. - Ellos se fueron ayer alrededor del medio día. - La Alpha abrió sus ojos con sorpresa ¿La habían dejado? Eso no se iba a quedar así, se suponía que debían cuidarla, no arrojarla literalmente a los lobos.

- Oh Gracias. - Le decía con una sonrisa a la beta, pasando por su lado con la maleta.

- ¿L-Le ayudó? - Anne frunció el ceño y negó.

- No te preocupes aún soy muy fuerte. - Le sonrió no queriendo molestarla.

Caminó con mucha calma hacía el piso inferior, no habían rastros de Delilah en el primer piso así que suponía que había regresado al otro lado del continente con su mayoría de familia, uno de sus hijos mayores y sus nietos.

Le había agradado así que le hubiera gustado despedirse.

- ¡Hein! ¿Todavía estás aquí? - El primo de Jerome se sintió nervioso de inmediato al encontrarla en el salón.

- Oh si, yo de hecho iba para... - Decía apuntado las llaves de su auto.

- ¿Me darías un aventón? Los míos se fueron antes al parecer y no quiero transformarme así que tomaré un autobús hasta allá. -

- ¿Jerome te dio su permiso? - Ante aquella mención asustadiza del Alpha, la hizo reir.

- Yo no necesito su permiso. - Se encogió de hombros, con una sonrisa amable.

- No creo a él le haga gracia que... -

Jerome apareció abriendo la puerta principal, encontrándose con la Alpha que cargaba a sus cachorros con un vestido que parecía cómodo y abrigador, olía a él y eso le agradaba, pero sin embargo no le agradaba que estuviera tan cerca de Hein, eso y que tuviera su maleta a un costado.

- ¿A donde vas? - Preguntó molesto, haciendo que la Alpha pequeña a su comparación levantará el rostro para verlo.

- Koen y Ria quizás se adelantaron por algún inconveniente y yo creo que lo que tenía que hacer ya lo hice, así que es hora de irme. - Le sonrió también amablemente al Alpha, sentía que había saldado su deuda, después de todo él la había tomado como quiso ¿Sólo eso quería, Verdad? Sexo salvaje y sólo eso. - Gracias de verdad por la hospitalidad, pero... -

- No tienes mi marca en tu cuello, pero yo no te he dado permiso para irte. - Ella volteó a ver los ojos plateados suspirando, no quería enojarse cuando había despertado de muy buen humor.

- Escucha yo creo que... -

- Son míos, los cachorros que llevas ahí, así que siéntete jocosamente afortunada por no estar muerta en la forma en que los robaste. - Decía viéndola seriamente de brazos cruzados, no iba a dejar que se fuera con sus cachorros por ahí. - Y tú desaparece de mi vista Hein, y no te le acerques. - Vio mal a su primo quién de inmediato asintió dejando sola a la Alpha con el sangre pura.

- Mira yo no sé que diablos te picó, pero no tengo que obedecerte. -

- ¿Quieres que haga añicos a tu manada? - Ella cerró la boca de inmediato. - Eso creí. Los tuyos fueron a corroborar los rumores sobre la Luna de los Lyyov cargando a mis cachorros, El territorio de los Lyyov está en mis manos ahora... -

- Eres un completo desgraciado. - La Alpha sostuvo su sien un momento, sintiéndose incluso mareada por la fuerte emoción.

- Si sí, como digas ve alimentarte, le diré a alguien que guarde tus cosas en tu  habitación otra vez. -

Si la noche anterior se había sentido extasiada, ahora se sentía molesta con él, tan molesta que si tenía la oportunidad iba a castrarlo en la noche.

Last Pure Alpha ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora