36. Voz alta.

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- ¿Sobre que querías hablar? - Preguntó Annelien a Hein en cuanto tenía a un Jerome aún molesto debajo de ella, mientras está se sentaba en su regazo tranquilamente frente al escritorio, nunca se había sentido tan incómoda.

- Quería hablar sobre ayer. - Jerome estaba casi listo para saltar y cortar su garganta.

- Sobre eso... Sé que lo hiciste a propósito. - Ella comprendió con media sonrisa casi de inmediato.

- La verdad no creí que fuera a dar resultados tan rápidos. - Ella asintió con una sonrisa.

- ¿De qué están hablando? - La Alpha río recostándose sobre su pecho con una risita escapando de sus labios.

- Tranquilo Jerome, sólo creí que sí pensabas que estaba sobre ella, ya sabes. Notarías lo que sea que tengas con Annelien. - Él creyó hacerle creer algo más a Jerome, quién en realidad veía sus claras intenciones.

Hein río, su plan no iba del todo así, de hecho esperaba fielmente que la noche anterior el Alpha se mostrará altamente violento contra ella, haciendo que de esa manera creciera algún tipo de enemistad entre ambos, y él pudiera consolar a la preciosa Alpha con su nudo, nunca había estado con una y mucho menos embarazada, y por un momento al pensar en el odio que se tenían creyó que sería un buen plan... Cosa que no fue. Ahora si Annelien era imposible para él, estaba marcada no por cualquiera, por el Alpha sangre pura, quién era además su primo.

- Claro ¿Crees que no te conozco? - Podían ser familia, pero Jerome no podía confiar en él. Sabía de las intenciones que tenía con su Luna desde el principio, la preciosa Alpha era suya y sólo suya, no iba a permitir que su primo le pusiera un sólo dedo encima.

- El pasado quedó en el pasado. - Se río Hein, levantándose de ahí. - Es bueno saber que estás bien, y no muerta o algo peor Anne. -

- Sal de aquí Hein. - Renegó Jerome aún esperando a que se fuera. Cuando lo hizo recibió la mirada curiosa de una Alpha muy linda en su regazo.

- ¿Qué fue lo hizo? -

- Te lo cuento después. - Ella volteó a verlo suavemente, no había nada de miedo en los ojos de la hermosa Alpha, sino mucha incertidumbre y amor, jamás había tomado una mejor decisión que la que tomó el día anterior.

- Mi Omega destinada. - Annelien asintió prestando atención. - Cuando supo que era yo en ese momento tuvo miedo... - Jerome suspiró ante él molesto recuerdo. - Hein se había fijado antes en ella, así que siempre la había querido aunque ignoró por completo el hecho de yo iba a reclamarla. Él es tan bueno manipulando a las personas que pronto la Omega que me iba a pertenecer buscó la manera de evadirme, y tras muchas mentiras de Hein, terminó creyéndose que yo le haría daño... Por favor, puedo ser un animal a veces, pero ni yo puedo ir contra mis instintos. - Ella quiso reír, bueno aquello era cierto.

- ¿Al final que pasó? -

- Hein la anudó, y terminó suicidándose pensando en que yo la mataría por eso... Por favor, ahora que lo recuerdo me parece todo más que estúpido, pero no lo fue para nosotros. Yo no pude ni terminar con un corazón roto, sino sólo con un enorme vacío. Supongo que ganar territorio y establecer ganancias para mi manada es mi pasatiempo, pero eso fue todo, así que nunca pensé en realmente marcar a alguien... -

- Hasta que ayer tu instinto entró en un modo posesivo y se te salió de control. - Río la Alpha, pensando que la única razón por la que estaba marcada era por un Alpha que le hizo caso a sus instintos al sentir sus cachorros cerca. Tras un largo silencio, Jerome habló.

- No te mordí porque fuera mi instinto. - Jerome había tenido muchas oportunidades para morderá antes, simplemente se había resistido.

- ¿Por qué más sería? -

- Estabas tirando esa mierda sobre irte otra vez, pero yo quiero que pagues tu deuda con intereses. - Ella volteó a verlo mal a punto de golpearlo.

- ¿Es eso lo que soy todavía? Si me obligas a... - Jerome le robó un beso para que se callará.

- Más cachorros, esos son tus intereses. - Ella tragó fuerte cuando vió esa sinceridad en sus ojos. - Me encargaré de cuidarte mejor en tu segundo embarazo. Pienso que sería agradable tener cachorros corriendo por todos lados y que así las habitaciones extras sirvan para algo. - La Alpha no pudo evitar reír frente al Alpha. - ¿Qué? -

- No pensé que de verdad te fueran a gustar los cachorros. -

- Ni yo, pero hace un par de décadas que no sé lo que se siente una familia, sería agradable... Ya sabes... -

- Pagaré con intereses. - Le sonrió tiernamente la Alpha, atrapando sus labios en un beso necesitado.

- Me cargaré de cobrarte entonces. - Sonrió el Alpha, más tranquilo al haber confesado lo que pensaba realmente, por lo general él no era como Annelien quién decía lo que pensaba sin ningún tipo de verguenza.

A Jerome lo habían criado para ser un líder y eso incluía no siempre estar de acuerdo a lo que se deseaba, y para él, la Alpha era todo lo que quería, deseaba y necesitaba, por lo que era aún más difícil confesar todo eso en voz alta.

Last Pure Alpha ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora