Annelien sintió la tranquilidad de una mañana muy helada, Jerome no estaba en la cama, pero aún podía sentir su aroma rodeándola casi posesivamente como si su aroma gritará que él era el único que debía estar cerca, no le molestaba de hecho no recordaba ni una sola mañana desde el inicio de su embarazo que no despertara de mal humor con mareos y náuseas.
Sus pequeños estaban absorbiendo todos sus nutrientes en un intento por ser más fuertes y defenderse del mundo exterior le quitaban todas sus energías a su madre, siendo tan pequeña como era a penas conseguía mantenerse en pie por ser Alpha, si hubiera sido una Omega normal la cuestión habría sido muy diferente, el cuerpo de las Omegas era perfecto para tener crías.
El cuerpo de la Alpha era más fuerte, pero no estaba realmente diseñado para las crías de un Alpha sangre pura, de un lobo, y su cuerpo había cambiado demasiado en un intento de amoldarse adecuadamente al embarazo.
Sintió picazón en el cuello y recordó el día anterior, al pasar las yemas de sus dedos sobre su marca de pertenencia un escalofrío la recorrió de pies a cabeza. Sintió la extraña necesidad de ver los ojos plateados que la noche anterior le habían dado los más deliciosos orgasmos de su vida junto a una marca de pertenencia que creyó que nunca existiría. Aquellos ojos le prometían muchas cosas que creyó haber leído mal... Eso quería creer.
Además de que ahora se levantaba entre las sábanas y la enorme habitación del sangre pura, un lugar que la verdad nunca había visto entrar a nadie más, excepto algunos servidores sólo cuando el Alpha les autorizaba. Todo en el lugar era tosco y aburrido, ni siquiera le había prestado atención la noche anterior por tener a un Jerome muy demandante de su cuerpo entre sus piernas hasta altas horas de la madrugada, pero la habitación era rústica, y sin ningún toque de decoración, tan simple.
Buscó su ropa y supó que prácticamente tenía que regresar desnuda a su habitación, comenzó a rebuscar entre sus cajones, al no encontrar nada servible para ella observó una de las dos puertas de caoba, para su suerte la primera que abrió era su guardarropa, tomó la primer camisa que obtuvo y decidió usarla para regresar más tranquila a su habitación, de manera casi instintiva sonrió sintiendo el aroma del sangre pura que la rodeaba. Pero fue todo un problema girarse y encontrarse con la mirada inquisitiva de un sangre pura que la observaba poco más que como su deliciosa presa.
- Me necesitabas. - Ella negó con asco de inmediato, intentando ocultar la sonrisa que se le había escapado hace un momento.
- Necesito una ducha y regresar a mi habitación. - Intentó pasar por su lado como si nada.
- Siéntate. - Ella tuvo que hacerlo como si lo ordenará. Jerome se acercó con sutileza a ver su cuello, no parecía tan mal. - Me comporte como un animal anoche. - Dijo analizando fijamente su mordida, una que no le molestaba nada que la Alpha llevará, le quedaba perfecta a su piel tan pulcra.
- Casi como siempre. - Susurró Anne.
- Lo siento, pero por favor no empecemos con el pie izquierdo. - La observó directamente a los ojos. - ¿Te están molestando? - Tocó ligeramente su vientre abultado, sus cachorros eran un par de sangre pura revoltosos, y le hacían daño sin querer realmente a su madre.
- No. - Admitió suavemente sin poder dejar de verlo a los ojos, como si ahora después de la marca supiera todos y cada uno de sus secretos. Y quisiera retenerlos con ella para siempre, ocultándolos del mundo.
- Más lo vale. O sí no cuando nazcan voy a castigarlos. - Habló a su vientre, mostrando un pequeño indicio de su hoyuelo.
- Tienen la peor suerte del mundo. - Quiso reírse la Alpha, estaba por verlo a los ojos una vez más, y encontrarse con aquellas asombrosas ganas que tenía de sus labios junto a los suyos, y marcarlo como suyo, porque sí, los dientes de la Alpha picaban por clavarse en su piel.
- ¿En dónde ponemos...? Oh lo siento Alpha. - Jerome se levantó del lugar dejando a Annelien sentada cómodamente en su cama hasta que observó con un ceño fruncido como traían sus cosas, bueno las cosas que estaban en el closet de su habitación.
- En el armario. - Apuntó Jerome tranquilamente, cubriendola con su cuerpo sin intenciones de que alguien más que no fuera él la viera de la manera en que se encontraba. - ¿Deseas comer aquí o en el comedor? - Anne realmente no tenía idea de que contestar. - ¿Tengo que recordarte que comes por cuatro personas? - Ella suspiró a punto de molestarse.
- Entiendo, pronto voy a bajar. - Dijo sin más, esperando que Jerome saliera para decirle a las betas que llevarán sus cosas de nuevo a su habitación. No entendía del todo el cambio.
- Creí que necesitabas tus cosas aquí ya que vas a quedarte. - Prácticamente robó uno de esos besos demandantes.
- Yo no... - Pero percibió su marca cuando con delicadeza que el sangre pura la tocó con orgullo, tenía esa sonrisa de victoria en su boca, una que a Annelien le gustaría borrar.
- Te esperaré a bajo. Y no tardes tanto o voy a tener que subir. - La Alpha asintió queriendo matarse en ese instante, tuvo que regresar por una bata, y luego Jerome le indicó el enorme baño, el sangre pura espero fuera hasta que todas sus cosas estaban en su habitación, hasta que no había nadie más dentro, cerró la puerta para bajar.
En el armario de la habitación de Jerome hicieron espacio para las pocas cosas de Annelien, ella con molestia rebusco entre su ropa un vestido de esos cómodos que más le gustaba usar ahora con su embarazo.
Caminó lentamente al comedor.
- Habría subido si tardabas más. - Ella observó la diferencia entre sus desayunos.
- ¿Qué hora es? -
- Hora del almuerzo. - Asintió él esperando que empezará a comer. Ella inició su comida, bajo la atenta mirada del Alpha.
- ¿Hay algo que quieras decir? - Preguntó metiéndose un par de bocados a la boca.
- La prensa ya sabe sobre la marca en tu cuello y he enviado un comunicado para los Lyyov también. Todos saben que oficiamente eres la Luna de los Ashka. - Casi escupe su comida al escuchar aquello.
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Last Pure Alpha ©
WerewolfEn la manada más pequeña del mundo, Lyyov, hay problemas, serios problemas. Como el hecho de que el Alpha y su Omega acaban de unirse a los dioses de la naturaleza para la eternidad. Su única hija y heredera, Annelien es la persona designada a cuid...