27. Rojo.

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La Alpha prestaba atención a los detalles, y aunque no le molestaba estar sentada tanto tiempo en el regazo del enorme tanque que en realidad era el padre de sus cachorros, Jerome por otro lado no lo estaba pasando muy bien, sobre todo porque cada tanto la Alpha se movía suavemente "sin querer" levantando su vestido, y él se encontraba sumamente tentado, y aunque ya había "Cobrado" su venganza, pero no como le gustaría, no quería demostrar lo mucho que le afectaba la presencia de la Alpha.

- Creó que hemos terminado aquí. - Ante aquello la Alpha se levantó de inmediato sin esperar a que le ordenaran moverse, y aunque a Jerome no le agradó el vacío que sentía ahora sin ella en su regazo simplemente no quiso demostrar nada.

- Iré a comer algo y luego creo que saldré a comprar el vestido ¿Qué  dices? - Jerome asintió fingiendo no prestar atención.

- ¿Alguna sugerencia? -

- Que sea azul. O rojo. - Ella suspiró un poco, tragando fuerte, esos eran muy llamativos, al menos para ella.

- ¿Algo más? -

- Quiero que se vea tu vientre bien abultado. - Ella quiso reir, aquello era casi infantil. 

- Aún no se notará del todo. - Se encogió de hombros.

- Falta un mes para ese baile, estoy seguro que mis cachorros van crecer mucho. Así que sólo haz que se note. - Anne fingió estar de acuerdo con una sonrisa fingida.

- Está bien, claro lo que el Alpha diga. - Se mofó molesta.

Aunque dentro de l mes que faltaba tendría casi 4 meses entonces, sí claro que se notaría casi redondamente si usaba un vestido ajustado, sobre todo porque era pequeña, y sus caderas se habían ensanchado un poco desde que los había concebido.

• • •

- ¿Deseaba algo en específico o...?

- Quiero un vestido rojo, y ajustado. - Fue simplemente sincera a la pregunta de la asistente de ventas en una tienda de la ciudad de la manada Ashka.

- Claro está bien ¿Señorita...? - Preguntó la asistente.

- Seguramente no me conozcas, mi nombre es Annelien Lyyov. - La beta frente a ella casi tiene un ataque, seguido de que su rostro palideciera como el papel.

- Oh Luna, lamentó no haber notado que... -

- No te preocupes por ahora estoy fuera de mis obligaciones un tiempo. - Le sonrió Anne con una de esas sonrisas encantadoras a la Beta, quién sólo pudo admirar el hermoso rostro esculpido por lo dioses de la Alpha.

- ¿No le gustaría un descuento que...? - Anne negó de inmediato.

- No te preocupes por eso, Jerome Ashka va a pagar por todo así que si es posible dame el vestido más caro que haya en la tienda. - Annelien quería ver la paciencia del Alpha, estaba un poco molesta con él por haber tomado el mando de su manada sin su consentimiento.

- Lo que ordene usted, Luna. - Se apuró la asistente. - ¿Será para una ocasión en especial? -

- La reunión de las manadas cada 4 meses. - Asintió Annelien.

- Pero Luna eso es dentro de un mes, creo que... - La beta dudosa observó fijamente su vientre. - Tal vez el cachorro podría crecer demasiado o... -

- Los cachorros estoy segura que van a crecer y mucho, así que no te preocupes si el vestido no me queda, vendré por otro a última hora. - La beta siguió haciendo lo que Anne pedía.

• • •

Necesitaba una maldita ducha para esa horrible sensación de deseo que la Alpha había plantado en su piel, sus testículos dolían y Jerome casi podía jurar que se pondrían morados si no liberaba lo que lo estaba martirizando.

Tuvo que tomar un baño, se odiaba a sí mismo al pensar que sí, la Alpha lo había tentado demasiado, aún con su apariencia de Alpha que estaba cambiando, adquiriendo peso, y anchando sus caderas que sentía que serían su perdición.

Quería enterrar sus dedos en su estrecha cintura, marcar sus muslos con sus mordidas y dejar pequeñas marcas en sus caderas. Quería dormir o estar cerca de su abultada barriga, y sentir sus cachorros creciendo fuertes como en ningún otro lugar, porque no iba a engañar, la Alpha se los había robado, pero mejor mujer para cargar a sus descendientes no existía.

Y la erección entre sus manos lo sabía mientras ansiaba estar con la molesta, pero hermosa Alpha, aquella que se seguía burlando en su cara, y que además de eso se dedicaba a retarlo, demostrándole que no, le tenía miedo como muchas otras, y además había descubierto para su propio bien, que a la Alpha le gustaba esa enorme extensión de su falo que otras odiaban por su extravagante tamaño, ella lo soportaba, mejor aún, también lo disfrutaba.

O eso se decía mientras expulsaba esa semilla sin vida entre su mano, recordando la sonrisa de Annelien cuando le robó sus cachorros, a ella le había encantado tanto como a él.

Last Pure Alpha ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora