17. Él no lo sabe.

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Los papeles iban a tardar un par de días más junto con las transacciones, además de un par de cosas que se estaban llevando a la mansión principal de Jerome ya que Anne verdaderamente no tenía ningún interés por las joyas, el lujo y las pinturas de las cuales Hanns había sido dueño en vida.

El almuerzo fue incomodo sobre todo para Anne quién tuvo que explicar la razón de la fruta y los filetes faltantes, así como tuvo que enviar á sus protegidos por la compra.

- Entonces. - Delilah se proponía a saber del padre de la criatura mientras se sentaba junto a Anne frente al fuego, tenían la dicha que no hubiera nadie más en casa más que un par de servidores del Alpha. - ¿Me dirás su nombre? - Anne enarcó una ceja.

- ¿Por qué quieres saberlo? -

- Estoy curiosa por el Alpha insensato que decidió donarte de su propia sangre. Como verás, siempre pensé que los Alphas no disfrutaban de dejar descendencia a diestra y siniestra, y estoy segura que este lo es, si sabe que estás llevando su cachorro y además de eso te deja sola sin preocuparse por tu salud y la de la cría.

- Sólo hipotéticamente... - Murmuró Anne. - Él no lo sabe. -

- ¿Como? - Delilah creyó haber escuchado mal. -

- No sabe que estoy embarazada. -

- Te anudó ¿Y no sabe que esperas un cachorro? ¿Qué podría esperar? ¿Piedras? - La Alpha alcanzó a reír.

- No se trata de eso sino de que realmente esto no es algo que él quería... -

- ¿Y entonces? Que yo sepa ellos no pueden donar su esperma sin consentimiento o sin anudar a su pareja porque... -

- En pocas palabras Delilah yo lo obligué, obligué a ese Alpha a que me diera lo que yo quería... - Suspiró la Alpha tomando de su té para no concentrarse en las palabras que rondaban su mente y que no había podido decir en voz alta.

- ¿Lo ...? - Delilah se había quedado sin palabras también.

- Lo sedé y sí, prácticamente abuse de... Él. - La conciencia de Anne no estaba del todo tranquila, pero cuando recordaba que ese Alpha tenía todo lo que quería y ella lo hizo por el bien de su manada, sólo entonces su consciencia estaba tranquila.

- No lo sabía. - Carcajeó Delilah. - ¿Cómo lo hiciste? -

- Koen es experto en químicos, pastillas, sedantes y esas cosas.  Así que él me ayudó. - Ahora si que Delilah se divertía mucho imaginandose la escena, su joven cuñada le agradaba, porque eso sólo quería decir que era una perfecta Luna para esa pequeña manada.

- Me sorprendes, y no voy a negar que estoy impresionada por tu audacia. Pero sigo con la duda Annelien ¿Quién es él? -

- ¿Quién es qué? - Hein venía entrando por la puerta principal acercándose a la mesa del té con las otras dos Alphas.

- Nada. -

- Es mejor que no sepas nada hijo. - Le guiñó un ojo su madre, pues sabía que su hijo podía ser un boca floja, justo como ella de vez cuando, sobre todo si estaba con la guardia baja.

- Plática de adultos sobrino. - Le sonrió brevemente la Alpha con una sonrisa sincera tan hermosa que lo hizo asentir de inmediato.

En cambio la puerta trasera sonó fuerte tras un golpe al abrirla, un imponente Jerome con olor a verdadero odio atravesó el salón, y aunque Anne lo negará le parecía un aroma a testosterona muy seductor, sobre todo porque estaba bañado en sudor, sin camisa y con el rostro tan sombrío que expresaba lo que había en su corazón.

- ¿Qué te ha ocurrido sobrino? - Delilah se levantó un momento.

- Quiero matar a Karya, eso sucede. - Negó molesto, por el aroma que los otros tres olfatearon en el cuerpo de Jerome era sencillo descifrar qué había sucedido.

- ¿Te ha... seducido? - Anne preguntó por mera curiosidad. - ¿Sobrino? - Agregó de manera divertida haciendo reír a los otros dos.

- No te interesa. -

- Es una Omega, igual la respuesta la llevas en la piel. - Se río francamente del Alpha, algo que si quiera sólo empeoró el odio que ya le tenía a la fastidiosa Alpha.

- No soy tan débil, pero ella si que está buscando que la mate. - Anne casi sintió torcerse el cuello al verlo otra vez, era exageradamente alto, tanto que incluso a ella le fastidiaba su altura. Porque con eso no le sorprendía que fuera tan arrogante, además de lo que tenía entre las piernas.

- Sólo son amenazas. - Susurró Anne tomando un sorbo más de su té, ahora sí enojando al sangre pura.

Hein fue el primero en voltear y hacerle señas de que saliera del salón, y lo mejor era que lo hiciera antes que hablará, pero demasiado tarde.

- ¿No crees en mi palabra? - Jerome comenzó a dar pasos firmes y lentos en su dirección.

- Desde hace un par de meses espero que intentes, ya sabes intentes matarme porque yo si que quisiera hacerlo. - Le sonrió la Alpha sin inmutarse aún en el sillón.

- ¿Deseas que te dé una muerte pronta entonces? - Tan rápido camino que Annelien ni siquiera tuvo tiempo para suspirar cuando fue sujetada del cuello por el mismo Jerome. - Hoy si voy a matarte. -

- Jerome. Sueltala deja de bromear. - Hein se puso nervioso al igual que su madre en cuanto vió el rostro rojo de la Alpha.

- No yo no juego con... - Por un momento Annelien sujetó tan fuerte la mano de Jerome que aunque no podía dominarlo si que podía zafarse, y eso intentó, pero falló y al no hacer llegar el aire a sus pulmones sus ojos fueron a parar en los ojos plateados del enorme hombre frente a ella que parecía que finalmente la mataría.

Sorpresa suya fue que al encontrarse fijamente con sus ojos recordó la voz del Alpha que le había pedido que se sometiera ante él si nuevamente lo veía.

Annelien sintió perder su dignidad en cuanto los ojos plateados se veían casi satisfechos cuando ella giró levemente su rostro, quijada y cuello. Avergonzada como nunca en la vida se sintió al mostrarse en completa sumisión ante el Alpha sangre pura, y el verdadero padre de su hijo, ofreciéndole su cuello para que la marcará.

Last Pure Alpha ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora