𝙊𝙣𝙘𝙚.

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Hola a todas🖤 sé que dije que era un maratón pero estoy de vacaciones y ayer no pude subir la última parte debido a que me la pasé tooooodo el día en la piscina tomando sol😅 pero al fiiiiin aquí está el último capitulo 😌 disfruten!

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Maratón 3/3

La mañana siguiente Rin despertó sintiéndose nerviosa por ver a su profesor luego de lo que había hecho la noche anterior: le había dado un beso. ¡Un beso! A un hombre mayor que ella. A su sensei. A Sesshomaru Taisho.

Tan sólo pensar en eso hizo que la muchacha se sonrojara, se preguntó qué habría sentido él o qué habría pensado de ella. ¡Tal vez piensa que es una aprovechada! Dios, dios, dios. De repente se sentía totalmente tonta.

Debido a que sus pensamientos la habían levantado más temprano de lo que quería, decidió ducharse y matar el tiempo intentando relajarse y pensar alguna excusa que no la dejara como una cualquiera frente a los ojos de su sensei. Se tomó su tiempo para bañarse, se eligió un lindo atuendo para la universidad y hasta planchó su cabello dejándolo perfectamente lacio. Se miró al espejo y sonrió de lado ante lo que estaba viendo, ya no era aquella chica descuidada y de aspecto maltratado, con ojeras y pálida; su rostro había tomado un color rosado y su cuerpo tenía curvas en los lugares correctos. Pocos años atrás, al mirarse, se odiaba a ella misma, se sentía sucia y sin ganas de vivir, no tenía un propósito o un objetivo por lo que seguir adelante.

Hoy en día, por fin era libre de hacer lo que quisiera, podría salir a caminar o de compras y nadie le llevaría la contraria. Era libre de él y eso era suficiente.

Desayunó tranquilamente y esperó a que la hora de salir hacia la univerdad llegara para caminar a paso tranquilo por las calles transitadas de Tokio. En el camino de reunió con una Kagome que, chillando, le contaba que por fin había conseguido el número de Inuyasha; luego Kanna las alcanzó y se dedicó a escuchar sin emitir ni un sonido en lo que llegaban a la entrada, dónde Inuyasha, Bankotsu y Shippo las esperaban mientras hablaban de la pelea de la noche anterior.

— ¡Inuyasha! ¿Cómo te encuentras hoy?— Rin preguntó con genuina preocupación.

— Pues...estoy castigado por dos semanas, pero bien.— se encogió de hombros— Lo único malo es que ese bastardo me marcó mi bello rostro.— todos en el grupo rieron mientras el peliblanco acariciaba su rostro adolorido.

— Lo siento, otra vez. Ha sido mi culpa.—

— Oh, no. Ni lo sueñes, princesa. Deja de lamentarte. Lo volvería a hacer para defenderte, así que olvídalo.— le guiñó un ojo y su amiga se sonrojó. Kagome hizo una mueca ante la acción de su amado. Shippo estaba muy ocupado pensando en comida para percatarse de algo allí. Bankotsu y Kanna miraban la escena algo incómodos. Sango estaba embelesada mirando a lo lejos cómo el profesor Miroku vigilaba la entrada.

Rin sintió la reciente tensión que había en el aire y decidió ir a su casillero para sacar los primeros libros de la mañana. Al girar la cabeza un poco pudo ver a su maestro pasar ensimismado en su teléfono como para detenerse a saludarla.

O quizás no quería ni voltear a mirarla.

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— Buenos días.— el peliblanco saludó a la clase secamente y dejó el portafolios en el escritorio— Hoy solamente habrá un extreso cuestionario que quiero que resuelvan de la mejor manera posible. No estoy de humor para dictar ni para que me hagan perder el tiempo.— tomó una pila de hojas y repartió un poco para cada fila— Los tomos están enganchados, así que tomen uno y el resto pasenlo hacia atrás. Quiero que me lo entreguen al final de la hora con letra legible. Ya saben que pasa sino.— miró a Rin— Señorita Konoe. Quiero que se quede al final de la clase, necesito hablar con usted de algo importante.— murmuró quitando la vista de su alumna y sentándose. Rin tragó saliva sintiéndose nerviosa.

Para el final de la clase, la azabache entregó el trabajo a tiempo y se dedicó a esperar que todos sus compañeros salieran del salón para poder hablar con Sesshomaru. Su corazón latía frenéticamente ante la anticipación de lo que su profesor pudiera decirle. ¿Y si estaba enojado? ¿Y si había decidido correrla de la clase por lo que había hecho? Dios, había sido una idiota. ¿Cómo no lo pensó dos veces antes de besar a su profesor?

Poco a poco el salón fue quedando vacío quedando solamente ellos dos.

— Rin. ¿Sucede algo?—

— Pro..profesor. No, claro que no. ¿Ha pasado algo?—

— No, no te asustes.— guardó las cosas en su maletín— En realidad... quería invitarte a cenar a mi penthouse.— Rin abrió los ojos sorprendida. La...estaba invitando a cenar. A su penthouse.

— sensei...¿Está seguro?—

— Claro.— rodó los ojos— Tú me invitaste, me parece algo justo...devolverte el favor.— murmuró.

— Está...bien.— respondió no atreviéndose a mirarlo. Le daba demasiada pena.

— De acuerdo. Te llamaré cuando pase por ti.— dijo casualmente y acercándose, ésta vez él plantó un beso en su frente, haciendo que la azabache respirara de manera dificultosa.

— Me parece perfecto.— susurró y lo miró con un brillo en sus ojos que hacía mucho no tenía. El corazón de Sesshomaru dió un vuelco al verla. Era sumamente hermosa.

— Hasta la noche.— la miró una última vez antes de perderse por los pasillos. Rin se quedó allí parada sin poder moverse, sorprendida por aquel beso y porque, en efecto, esa noche cenaría en la casa de su profesor, aquel que de a poco comenzaba a adorar.

𝑳𝒂 𝑼𝒏𝒊𝒗𝒆𝒓𝒔𝒊𝒕𝒂𝒓𝒊𝒂.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora