Cincuenta.

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Doble capítulo celebrando los +20K de leídos. ¡Estoy muy muy feliz y agradecida con cada unx de ustedes! Como digo siempre, nunca jamás creí que esta historia llegaría tan lejos, así que gracias infinitas por tanto amor y apoyo🥰

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¿Han escuchado alguna vez que las apariencias engañan?

Rin Konoe y Sesshomaru Taisho habían hecho las paces luego de una muy tensa situación que terminó por alejarlos un tiempo, sin embargo, la incertidumbre de qué pasaría los días venideros carcomía a la azabache de ojos miel la mayor parte del tiempo.

¿Las razones? Toran Hoshima y Sara Lee. Éstas dos presentaban un problema bastante grande para la joven muchacha y eso la mantenía bastante inquieta. Por un lado: Sara era la vecina más adorable que pudo haber conocido jamás, con quien también tenía una linda relación, pero que además resultaba estar obsesionada con su peliblanco y sabía que causaría bastantes problemas el día que se enterara de su relación. Por otro lado: la recién llegada Toran...una mujer esbelta y muy hermosa había logrado herir el orgullo de Rin en todo sentido y, claramente, parecía tener cierto efecto en el comportamiento de Sesshomaru.

Ambas, y por separado, pudieron lograr causarle un dolor de cabeza que jamás había sentido y se estaba comenzando a preocupar. ¿Acaso este era el precio que tenía que pagar por el simple hecho de amar a su profesor? Sin querer admitirlo...se estaba dando por vencida poco a poco.

Aquella noche de verano eran las tres de la mañana y la azabache aún no podía conciliar el sueño. Para su suerte las clases habían culminado y ahora podría descansar un poco y disfrutar de unas merecidas vacaciones para relajarse junto a sus amigos...y su novio. No obstante, estaba bastante distanciada de él.

Durante los días posteriores a la reconciliación había llegado a sus oídos que Toran frecuentó en varias ocasiones el penthouse de Sesshomaru, provocándole dolor de estómago y algo de miedo. Tenía muy en claro que la peliazul era una amenaza para su relación, pero tampoco estaba haciendo nada para evitar que destruyese lo remotamente estable que habían construido juntos.

Era el tercer día que pasaba en la soledad de su departamento sin la presencia de su hombre y conformándose con algunos mensajes aquí y allá. Había utilizado todo su tiempo libre con excepción de su horario de trabajo para reacomodar muebles y redecorar su pequeño hogar con resultados exitosos, algo que la hacía sentir orgullosa de sí misma.

Sin embargo, nada de eso la salvaba a la hora de dormir, por desgracia el insomnio era su nuevo compañero nocturno. Pensó muchas veces en llamar al doctor Hayami en busca de Consuelo y palabras sabias que la salvaran de aquel calvario, pero no se atrevía a molestarlo en altas horas de la noche.

Así que solo dejaba que sus pensamientos fluyeran, y trajeran algo bueno y claro eventualmente.

¿Qué es lo que debía hacer?

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Quién diría que las relaciones serían tan complicadas.

Sesshomaru se sentía en la misma disyuntiva que su novia, desesperado por encontrar una respuesta.

Poco en claro tenía el por qué la mujer que amaba se encontraba tan distante, y prefería no molestarla.

Las visitas inesperadas de su antigua amante lo tenía con los pelos de punta y totalmente irritado, pues era una insolente que parecía no entender lo indeseada que su presencia era en cualquier lugar cerca de él.

Y por eso no culpaba a Rin por mantenerse a raya...había sido un completo idiota y ahora ella no confiaba en él para nada, y a su vez, el hecho de que era la primer relación del peliblanco inhibía bastante el saber qué hacer para recuperar a su amada Rin.

Ahora que las clases habían llegado a su fin, pasaba más tiempo en la empresa de su padre poniéndose al corriente de absolutamente todo, por lo tanto, su mente estaba concentrada en eso. Quería volver lo antes posible a su antiguo empleo antes que comenzara el período escolar nuevamente, y con suerte presentaría su renuncia oficialmente antes de septiembre.

Por alguna razón, esa noche se mantuvo despierto hasta el amanecer preparando unos proyectos para la empresa con una taza (o varias) de café al lado de su computadora acompañándolo.

Cuando el reloj dió las siete de la mañana, decidió ir a correr al parque más cercano y así despejar su mente un poco de tantos números y problemas amorosos.

Corrió perdiendo la noción del tiempo y se mantuvo así por, más o menos, una hora exacta hasta que sus pulmones pidieron descanso. Bebió lo que quedaba de agua en su botella y, luego de recuperar el aire, caminó tranquilamente de vuelta a su (de nuevo) solitario penthouse.

Las calles principales se encontraban pobladas por muchas familias disfrutando la mañana veraniega en pleno julio, y a lo lejos pudo divisar un puesto de flores ridículamente coloridas que le dió una idea para, finalmente, lograr romper el hielo.

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Vuelo 487 con destino a Tokio despegará en 10 minutos, por favor acercarse para embarcar.—

— Bueno, Yura. Muchas gracias por todo lo que has hecho por mí. Te debo una grande esta vez.—

— Oh Naraku, no te preocupes. El hecho de que te hubieses dado cuenta que algo andaba mal contigo mismo y hayas decidido buscar ayuda es más que suficiente. Siempre tendrás un lugar aquí en Nueva York.— la pelirroja le regaló una cálida sonrisa junto con un suave apretón en su brazo izquierdo. El pelinegro le devolvió la sonrisa con menos fervor y algo nervioso, pero ahora con muchas más herramientas para mantener a raya su oscura personalidad.

Debiste evitar a toda costa que Onigumo tomara la luz y causara desastre una vez más...ya demasiado tenía con cargar la culpa de algo que jamás quiso cometer.

Aún soñaba con ella de vez en cuando.

El martirio que la hizo vivir hace algunos años atrás daba vueltas en su mente casi regularmente y estaba llegando a su límite.

Abordó el vuelo 487 minutos después con la esperanza de no perder la cordura una vez que pisara su querida Japón. Trece horas y cincuenta y cinco minutos después, bajó del avión cargando su valija de mano y buscó a su chofer con la mirada, sin embargo, se encontró con su gran amigo Inu No Taisho sosteniendo un cartel de color blanco y su nombre escrito en él.

Con una sonrisa de lado, caminó hacia Inu No y éste lo recibió con un abrazo apretado.

— ¡Naraku! Mi amigo.—

— Pero menuda sorpresa...no me lo esperaba. ¿Qué haces aquí?—

— Izayoi habló con Yuri. Ella nos informó que estabas viniendo hacía aquí, y quise venir a buscarte personalmente. Espero no haber sido inoportuno.—

— ¡Claro que no! Es un honor, Inu No. Muchas gracias.— Naraku hizo una reverencia en agradecimiento.

— Bien, ¿Qué te parece si nos ponemos al día con una cerveza? Puedes venir a cenar a casa por la noche.—

— Te lo debo, así que acepto la invitación.—

— Es genial. Mis hijos estarán allí también, será un gran reencuentro para todos, amigo.—

𝑳𝒂 𝑼𝒏𝒊𝒗𝒆𝒓𝒔𝒊𝒕𝒂𝒓𝒊𝒂.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora