𝙐𝙣𝙤.

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¡Hola a todos! Dioses que nervios, estoy acá nuevamente con otra propuesta totalmente distinta a lo que he estado escribiendo, así que espero de todo corazón que les guste🖤

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Bajó del autobús y caminó tranquilamente hacia su universidad. Con una sonrisa en su rostro, saludaba a todos los estudiantes que se cruzaba en lo que iba a su casillero, los jóvenes comentaban entre ellos lo hermosa que se veía la chica esa mañana, y las chicas la envidiaban porque parecía llevarse todas y cada una de las miradas en la Universidad.

Rin había comenzado sus estudios ese mismo año, destacando considerablemente en todas las materias y siendo la preferida de todos sus profesores; sus amigos Kagome, Shippo, Sango, Inuyasha, Bankotsu y Kanna eran todo lo que la azabache podía haber pedido, a pesar de haberlos conocido solo seis meses atrás, ya los sentía como su familia.

—Buenos días Rin.— saludó Sango quien tenía su casillero pegado al de ella.

—¡Sango!— sonrió ella abrazando a su amiga— ¿Qué tal el receso de invierno?—

— Pues...nada interesante. Navidad ya no es lo mismo y el año nuevo me lo he pasado en el hospital gracias a que mi hermana se intoxicó con el pavo.— suspiró rodando los ojos. Rin contuvo la risa.

— Oh, que forma tan...peculiar de pasar las fiestas, eh.— sonrió de lado sacando los libros que usaría las primeras horas antes del descanso.

— Pues sí, pero ya qué.— se encogió de hombros y miró hacia los pasillos— ¿Y qué hay de ti? ¿Cómo fueron tus fiestas?—

— Nada de otro mundo, la verdad.— rió— Estuve con la familia de mi padre en navidad, y con la de mi madre en Año Nuevo, me he divertido mucho en ambas ocasiones.— sonrió— Oh, Sango, tendrías que haber vist...—

— Dios, Rin, mira a ese dios griego.— interrumpió su amiga totalmente embelesada. La joven volteó hacia donde le habían dicho y torsió su boca en una mueca graciosa debido al repentino enamoramiento de la castaña a su lado por el profesor de historia literaria, Miroku.

No podía mentir, era un hombre bastante guapo y simpático; hacía que las clases fueran divertidas y dinámicas, era un verdadero genio en la materia. Rin había cruzado unas palabras con él en el centro comercial y le había agradado bastante como persona; sin embargo, Sango parecía entrar en un trance al verlo pasar por su lado diciendo "buenos días, jovencitas". Rin sólo se dedicó a sonreír y hacer una suave reverencia en forma de respuesta mientras que su amiga se quedaba congelada con sus mejillas rojas como un tomate y los ojos más brillantes que de costumbre, lo cual hizo reír a la azabache.

— Sango, ¿Te encuentras bien?— preguntó.

— ¿Q-qué?—

— Wow, sí que te gusta el profesor Miroku.— la picó solo un poco.

Sango estaba dispuesta a contestar cuando uno de sus amigos, Inuyasha, se acercó poniendo un brazo en el hombro de Rin.

— Buenos días, preciosas— les guiñó un ojo besando la mejilla de la joven. Rin le sonrió y asintió, abrazándolo.

— Hola, Inuyasha— respondió soltándolo. El peliplata era un joven dos años más grande que ellas, estudiante de periodismo. Todas las mujeres de aquella prestigiosa institución lo catalogaban como el estudiante más sexy de todo el campus junto a Kōga y Kohaku.

Desde el día en que Rin pisó el edificio, Inuyasha se había  acercado con la intención de coquetearle,y luego de ser discreta pero efectivamente bateado, se volvieron grandes amigos.

El joven creía que Rin era la mujer más hermosa que alguna vez había conocido, además de su simpatía y buen humor. Había sido testigo muchas veces de cómo su amiga rechazaba a los más populares, mostrándose siempre elegante y amable, y eso lo había llevado a preguntarse qué era lo que le había pasado para no querer aceptar salir con ningún chico que se le acercara.

En una ocasión, había intentado hablar con ella sobre el tema, diciéndole que podía confiar en él; aún así, la azabache sólo había sonreído melancólica respondiendo que no era nada para preocuparse, y que no tenía pensado enamorarse ya que eso podría distraerla de sus estudios. Inuyasha no había creído una sola palabra de aquella respuesta, pero prefirió guardar silencio y aceptar la negativa de su amiga al hablar del asunto.

— Y bien... Hoy es viernes de bolos, señoritas. Estoy listo para patearles el trasero.— les guiñó un ojo abrazando a ambas por los hombros.

— Ya quisieras.— Rin rodó sus ojos, pinchando el costado de su amigo para luego soltarse y apresurar su paso hacia el salón que le correspondía por la primer hora de la mañana. Ya estando en la puerta agitó su mano despidiéndose de sus compañeros y entró a clase sentándose en su lugar de todos los días.

Poco a poco el salón fue llenándose y pudo escuchar cómo sus compañeros hablaban de sus mini vacaciones. Al entrar, cada uno de ellos saludó a la joven con una sonrisa y ella les correspondió amablemente asintiendo o diciendo "buenos días a ti también" con su típica encantadora sonrisa.

— Buenos días, muchachos— el subdirector entró al salón— Que bueno es tenerlos de vuelta, espero que su descanso haya sido óptimo y estén listos para el segundo período de clases.— todos asintieron— Bien, espero que hayan recargado sus energías porque habrán ciertos cambios dado a que el profesor Kamisama ha tenido que prescindir de sus horas con este grupo por problemas personales.  No hemos podido hallar un suplente de primer año que pueda reemplazar al profesor, así que estarán bajo el cargo del señor Sesshomaru Taisho lo que queda del semestre.— abrió la puerta dejando entrar al peliblanco, quien con su rostro carente de emoción se plantó en frente de toda la clase— el señor Sesshomaru es uno de los profesores más exigentes del recinto, pero dudo que haya algún problema en ello dado a que ustedes son muy buenos alumnos.— sonrió el subdirector— Dicho esto, me retiro. Muchos éxitos.—

El lugar quedó en completo silencio una vez que el hombre desapareció por la puerta. Todos miraban curiosamente al maestro que estaba parado frente a ellos, las muchachas no tardaron en ponerse rojas y los jóvenes sintieron un escalofrío ante tan imponente ser. Rin Konoe fue la excepción a todos, su rostro apacible no mostró ninguna emoción mientras analizaba a su nuevo profesor: cabello largo, ojos vacíos, mirada fría... Cada una de esas facciones le traían recuerdos que había querido borrar de su mente muchas veces.

— Bien, me gustaría saltarme las formalidades. Soy su nuevo profesor, a partir de ahora deberán acoplarse a mi ritmo; las clases del maestro Kamisama son totalmente diferentes a las mías así que les daré una semana para que se acostumbren: no me gusta que me interrumpan cuando estoy hablando y deben levantar su mano si quieren aportar algo a la clase, si no es para enriquecer el tema, ni siquiera piensen en abrir la boca.— comenzó a enumerar—Los apuntes deben estar prolijos y con letra legible ya que a fin de cada mes me los llevaré para controlar que estén entendiendo la materia. A cada principio de semana tomaré una lección oral con calificación así que asegúrense de estudiar durante la todo el semestre porque no doy segundas oportunidades y no me gusta que me hagan perder el tiempo.— se apoyó sobre el escritorio— Me han dicho que son el mejor primer año de la carrera para Literatura, así que espero no me decepcionen.— tomó un cuaderno a su lado y comenzó a pasar lista.

— Aoyama Rinne.—

— Presente profesor Taisho.—

— Azuma Diane—

— Aquí.—

— Hachijõ Takemaru.—

— Presente, señor.—

— Konoe Rin.—

La azabache levantó la mirada.

— Presente.—

Sesshomaru alzó la vista un segundo fijando su mirada en la joven y lo que vió lo dejó imperceptiblemente pasmado: aquella muchacha era simplemente perfecta ante sus ojos.

𝑳𝒂 𝑼𝒏𝒊𝒗𝒆𝒓𝒔𝒊𝒕𝒂𝒓𝒊𝒂.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora