𝙑𝙚𝙞𝙣𝙩𝙞𝙤𝙘𝙝𝙤.

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- Señorita Konoe.- llamó en voz alta la profesora de gramática. La había notado bastante distraída esa mañana; su alumna solía tomar apuntes durante toda la clase y preguntar o responder, sin embargo en ese momento... parecía ausente. Su mente estaba en otro lado.

- Profesora Chen. Lo siento, no he dormido bien anoche.- Rin aclaró su garganta y trató de poner atención a lo que quedaba de la clase.

Pero no pudo.

El fin de semana que había pasado la tenía pensando y pensando sin parar. Tantas emociones encontradas se encargaron de mantenerla soñando despierta.

El timbre finalmente sonó, y Rin suspiró resignada guardando sus pertenencias en el bolso y salió de la clase. Caminó a paso tranquilo hasta su casillero y guardó sus libros en él, regañándose a sí misma mentalmente por haber estado tan dispersa durante la primer clase.

— Rin Konoe. Ha pasado tiempo.— un cuerpo se apoyó contra el casillero de al lado llamando su atención.

— Hola, Kohaku.— se sonrojó— Sí, uh...he estado bastante ocupada con los estudios.— aclaró su garganta.

— Está bien, que bueno que seas tan estudiosa, demuestras que eres más que merecedora de la beca.— sonrió.

— Gracias.— asintió devolviéndole la sonrisa.

— Oye, me preguntaba si no te gustaría que más tarde fuéramos al cine.— rascó su nuca.

Rin suspiró pensando en cómo decirle que no de forma gentil.

— Vamos, hay una película que, en serio, me gustaría ir a ver...y qué mejor compañía que tú para ir conmigo. Además, podríamos...conocernos mejor.—

— Kohaku...eres muy gentil al pensar en mí para acompañarte pero...—

— Señorita Konoe.— una voz gruesa los interrumpió, una voz que ella conocía de sobras. Una voz que amaba escuchar.

— Profesor Taisho, buenos días.— saludó Kohaku.

— Profesor...— Rin lo imitó.

— Creí que habíamos acordado encontrarnos durante el receso para las clases extracurriculares que me pidió. Llevo esperándola por 10 minutos, y bien sabe que la paciencia no es una de mis mejores virtudes.— dijo, inexpresivo como siempre.

— ¿Clases... extracurriculares?— susurró, bastante confundida. Sesshomaru la miró fijamente, y ella comprendió— Oh, ¡Sí! Lo siento tanto, lo olvidé.— murmuró entre dientes. ¿En serio estaba celoso?

— Bien. Andando entonces, tengo cosas que hacer.—

— Lo siento, Kohaku.— hizo una mueca y siguió a su profesor de cerca. Sesshomaru caminó sin mirar atrás hasta que llegaron a un salón que Rin sabía no era el de ella.

— Entra.— murmuró el peliblanco y miró hacia los lados para corroborar que nadie los viera. Rin obedeció sin decir nada y entró, escuchando luego la puerta cerrarse.

— ¿Clases particulares? ¿Es en serio, Sesshomaru?—

— Odio a ese cretino.—

— ¡Ni siquiera lo conoces!— exclamó, incrédula.

— ¿Y se supone que tú sí?— sonrió de lado. Rin se cruzó de brazos— Sé que él tiene intenciones de salir contigo, lo comenta con sus amigos todo el tiempo.—

— Y tú deberías confiar un poco en que yo soy lo suficientemente grande para decirle que no.— lo miró— No puedes estar todo el tiempo dejándote llevar por tus celos.—

— Eres mi novia, tengo derecho a ponerme celoso.—

— Estás siendo exageradamente irracional en este momento.— suspiró— Soy tu novia, pero aquí soy tu alumna, y tú eres mi profesor. No debes olvidar eso.— se acercó a él, siendo inmediatamente tomada de la cintura y pegada contra su cuerpo. Ella jadeó.

— Lo sé. Lo siento.— susurró besando su cuello— Te deseo. Ahora— mordió su labio inferior y llevó la mano de su chica a su pantalón.

— No me hagas esto.— gimió y acarició su erección por encima de la ropa. Sus palabras contrariaban sus acciones por completo al comenzar a besarlo con necesidad, presa del deseo.

Esa mañana, Sesshomaru tomó a Rin sobre el escritorio, con fuerza y sin piedad, sus estocadas eran firmes y constantes. Ella, boca abajo, intentaba evitar que sus gemidos se escucharan, al mismo tiempo que su cuerpo se deshacía luego de sentir una gran presión en su vientre bajo, culminando en un orgasmo que no pudo olvidar por el resto del día.

Después de hacer el amor, el peliblanco se despidió de ella con un apasionado beso en los labios, dejándola irse primero mientras se acomodaba sus ropas y se relajaba por completo. Sonrió apenas, pensando que Rin era su medicina para los días malos, y no se arrepentía de haber tomado la decisión que tomó al hacerla su novia. Su compañera.

Cuando hubieron pasado unos diez minutos, salió a paso tranquilo de aquel lugar con las manos en sus bolsillos y su típica cara de póker mientras se abría paso entre los alumnos de la Universidad. Llegó a la sala de maestros y se topó con Sara, quien lo miró con ojos brillantes.

— Buenos días, Sesshomaru.— le sonrió.

— Buenos días.— murmuró él pasando por su lado para tomar su portafolios.

— ¿Cómo has estado? Se te ve bastante animado hoy.—

— Debe ser tu imaginación, Sara.— respondió él. Si tan solo supieras...por supuesto que se sentía bien hoy, pues había tenido el privilegio de oír a su novia gemir su nombre mientras él la follaba sin parar, en dos posiciones distintas sobre el gran escritorio de roble del salón 129.

— Claro, sí. Debe ser eso.— suspiró— Oye, sobre la cita que tenemos pendiente...—

— Primero, no era una cita, solo íbamos a tomar café. Segundo, no tengo tiempo ahora: los primeros exámenes se acercan y debo preparar los temas.—

— Lo sé, pero...—

— Pero nada, Sara.— la cortó— Olvídalo.— finalizó y se amarró el cabello en una cola alta para luego voltear y salir por la puerta.

Pero algo no pasó desapercibido para la castaña: en el cuello, Sesshomaru tenía unas manchas moradas que fácilmente se podrían tomar como chupones. Luego de eso, atar los cabos era sencillo...sesshomaru estaba con alguien y ella averiguaría de quién se trataba.

— Tú serás mío, Sesshomaru Taisho. No te me escaparás.— murmuró con una sonrisita de lado.

𝑳𝒂 𝑼𝒏𝒊𝒗𝒆𝒓𝒔𝒊𝒕𝒂𝒓𝒊𝒂.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora