𝘾𝙪𝙖𝙧𝙚𝙣𝙩𝙖𝙞𝙙𝙤𝙨 [𝙢𝙖𝙧𝙖𝙩ó𝙣 3/3]

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¡Última parte del maratón! Espero lo hayan disfrutado 🖤

🌼No olviden recomendar la historia a sus amigues lectores, me ayudarían mucho🌼

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Hasta el próximo capítulo 😘

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Inuyasha pasó por Kagome a las ocho en punto de la noche para llevarla a un lujoso restaurante.

Cuando la vió, instintivamente mordió su labio ante la imagen de aquella hermosa mujer frente a él. Lo primero que pensó fue en  las primeras cinco formas en las cuales podría arrancarle aquel vestido pegado al cuerpo color rojo. Sacudió su cabeza, sintiéndose un primate.

— Kagome. Te ves hermosa.— besó su mano apenas ella subió al auto. Ella se sonrojó.

— Gra-gracias Inuyasha.— susurró— Estás muy guapo.—

— Lo sé.— le guiñó un ojo y ella rió. Se pusieron en marcha mientras hablaban de cosas triviales como la universidad o las fiestas de fraternidad.

Cuando llegaron y entraron al lugar, pidieron la mejor mesa que había para comenzar a disfrutar de su velada.

Durante la cena, Inuyasha descubrió que, en realidad, ambos parecían tener mucho en común y una química sin igual. La conversación se daba de forma natural y siempre hallaban algo de qué hablar. Aunque...no podía negar que Kagome no paraba de hacerlo.

— Y dime, Inuyasha...¿Has tenido novia alguna vez?— preguntó Kagome luego de tomar una copa de vino.

— Uh, no. De hecho, nunca he sido un chico de relaciones.— se acomodó en su asiento.

— ¿Y eso por qué?—

— Bueno...simplemente creo que no he encontrado a la chica para mí.— se encogió de hombros— Las chicas con las que he salido son más de lo mismo, no el tipo de mujer con el que tendría una relación, ya sabes...—

— Claro. Entiendo.— asintió. A Kagome Higurashi le sucedía lo mismo. Hasta que conoció a Inuyasha y se enamoró perdidamente de él, había salido con chicos que nunca cumplieron sus expectativas. Más que un revolcón, ni había sentido una conexión real con ninguno de ellos. Por supuesto, la atracción física era algo indiscutible.

— ¿Y tú? ¿Algún novio?— preguntó él.

— Sí, sólo uno. Hojo era su nombre, pero no duramos mucho. Teníamos...gustos distintos.— suspiró. Y era verdad, Hojo era el rey de la castidad, quien creía que hacerlo antes del matrimonio era nefasto, y Kagome... quería experimentar el buen sexo, como resultado: la relación no funcionó.

— Hojo...que nombre ridículo.— dijo, casi sin pensar— Lo siento, se me escapó.— Kagome rió.

— De hecho...tienes razón.— le sonrió, e Inuyasha sintió algo en la boca de su estómago al ver esa brillante sonrisa— ¿Alguna vez te has enamorado?—

— Sí.— susurró. Rin se le vino a la cabeza y no pudo evitar sentirse un poco afligido por el rechazo de la azabache a corresponder sus sentimientos. Si tan sólo le dejara demostrarle que él era digno de todo su amor...

— Oh.— suspiró ella. Al notar aquel decaimiento entendió que aún le pasaban cosas con quien sea que estuviera pensando. Y eso la puso triste.

— ¿A veces no sientes que el amor es injusto?— preguntó, de la nada. Kagome rió, esta vez sin ganas.

— Ni lo preguntes.— contestó jugando con las sobras de la cena.

— Si Rin me dejara entrar en su corazón...— murmuró, más para sí mismo, mientras pensaba en ella una vez más. Pero esta vez, Kagome pudo oírlo con claridad. Casi se desmaya, aunque debería haberlo visto venir.

— ¿Rin? ¿R-Rin Konoe?—

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— Otwa Caipirinha, pwor fawor.— Sara pidió al bartender de turno.

Había estado allí desde que descubrió que, posiblemente, el amor de su vida estaba con la única vecina que en realidad le agradaba. Verlo allí sentado le rompió el corazón, pues no se esperaba que Sesshomaru estuviera allí.

Aunque...tal vez esa era la razón por la cual estaba en el estacionamiento la vez que se lo cruzó.

¿Así que una chiquilla había robado su corazón?

El peliblanco le pertenecía. Desde que puso un pie en la universidad, Sesshomaru había cautivado todo su ser. Había fantaseado mil veces con tenerlo tanto física como emocionalmente sólo para ella. Los había imaginado juntos, casados y hasta con dos hermosos hijos.

¿Qué tenía Rin que ella no? ¿Por qué su amado nunca se había fijado en ella? ¡Hasta iban a ir a una cita juntos! Sara sonrió, más ebria de lo que hubiese querido admitir...ellos estuvieron a punto de tener un cita, pero llegó esa maldita estúpida y los separó.

— Hola, bonita.— una vos masculina la hizo girar torpemente. Un hombre, tal vez cinco años mayor que ella estaba sentado a su lado, sonriéndole encantadoramente.

— Holwa.— murmuró— ¿Acaso... acaso t llwamas Shesshomawu?—

— ¿Eso te haría feliz, nena?— preguntó él. Ella asintió fervientemente— Entonces sí, mi nombre es Sesshomaru y eres hermosa.— tomó su mano y la besó. Sara lo podía creer que su peliblanco estaba justo en frente de ella, besando su mano y mirándola como si quisiera comérsela.

— shesshomawu...— susurró tomando su Caipirinha de un solo trago.

— Vamos a un lugar más privado, cariño.—

Sara asintió y ambos salieron corriendo tomados de la mano, hacia una noche de sexo segura.

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Kagome se detuvo en frente del edificio de su mejor amiga Rin a las dos de la mañana. Seguramente ésta se encontraba durmiendo, pero a estas alturas ya nada importaba. Quería respuestas, se sentía traicionada.

Consiguió que el guardia la dejara pasar luego de haber visto su cara transformada por el llanto y la desilusión; por otro lado, ya la había visto en otras ocasiones por allí y, aunque ya era tarde, decidió dejarla pasar.

La castaña subió hasta el piso cinco por el ascensor y caminó tranquilamente hacia su puerta. Cuando estuvo a punto de tocar, sintió a su amiga gritar, no muy fuerte, pero tampoco era nada disimulada.

—¡Ah!— se escuchó una vez más. Kagome entró en pánico porque tal vez le podría estar pasando algo. Tocó la puerta pero nadie la recibió.

Volvió a escuchar un grito un golpe, comenzó a sudar frío. ¿Y sí estaban por abusar de ella? ¿Debería llamar a la policía? ¡Qué haría!

Sin embargo, recordó que una vez, su amiga azabache le comentó que guardaba un repuesto de llave debajo de su descuidado tapete, así que buscó esa llave y abrió la puerta con desesperación.

Pero lo que vió no se parecía nada a un intento de violación.

Allí se encontraba Rin pegada a la pared, semi desnuda con el profesor Taisho besándole el cuello mientras ella reía y gemía al mismo tiempo. El hermano de su enamorado se encontraba sin remera y a punto de bajarse los pantalones mientras intentaba bajar la ropa interior de Rin cuando ambos se percataron que Kagome estaba allí, en estado de shock y más roja que un tomate.

— ¿K-Kagome?— Rin la miró entre extrañada y avergonzada mientras alejaba un poco a su novio para bajarse.

— Lo...yo lo siento tanto. ¡No sabía!—

— ¿Que mierda...?— gruñó Sesshomaru. Estaba más que molesto por la inoportuna amiga de su novia. Y no solo eso...¡Lo habían dejado con un enorme dolor en su entrepierna!

— Dios...te escuché gritar y...me asusté.— sus ojos se aguaron. Estaba más que abrumada.

— Amiga...— Rin corrió a abrazarla mientras Kagome se echaba a llorar.

— Que patético.— susurró Sesshomaru poniéndose su playera otra vez y sentándose en frente de la televisión. Tal y parecía que debería esperar para satisfacer sus necesidades.

𝑳𝒂 𝑼𝒏𝒊𝒗𝒆𝒓𝒔𝒊𝒕𝒂𝒓𝒊𝒂.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora