𝙎𝙞𝙚𝙩𝙚.

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Es que no me puedo aguantar! Dije que subiría capítulos de vez en cuando, pero hoy me sentía inspirada, así que disfruten este capítulo! A mí me derritió el corazón 😭🤧🖤

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Días después, Rin se encontraba en la sala de estar rodeada de apuntes. Los exámenes estaban próximos a comenzar y se había pasado toda la semana estudiando luego del trabajo. En los últimos días, su recorrido se había limitado del instituto al trabajo y luego a su casa, comía cuando podía y sus ojos sólo veían libros, cuadernos y resúmenes.

Nunca se había sentido tan cansada.

Eran las siete de la tarde cuando la azabache decidió parar luego de tres horas y salir a hacer las compras mensuales. Tomando su abrigo salió de su departamento y a paso tranquilo atravesó las puertas principales del edificio para ir rumbo al supermercado.

Aquel jueves pintaba tranquilo para Rin Konoe, se sentía cómoda tanto mental como anímicamente y eso la emocionó porque hacía mucho tiempo no se sentía así. Un pensamiento fugaz de su profesor se coló por su cabeza unos segundos y suspiró intentando pensar en qué era lo que faltaba en la alacena, puesto que cada vez le parecía más delirante fantasear con un hombre que era idéntico a su pesadilla personal y siendo que, en realidad, no podría pasar ni un segundo a solas con el peliblanco antes de desmayarse por los nervios.

Por otro lado, ¿Por qué siquiera imaginaba que Sesshomaru Taisho podría consentir estar en un lugar solo, y con una alumna? Y allí llegó a la conclusión que, por haber entablado una buena conversación con él una vez, una parte de ella creía que su sensei podría mirarla de una forma distinta.

¡Que estupidez!

Sacudió la cabeza y una vez hubo llegado a destino puso su mente en blanco y se ocupó de lo importante. Tomó un carrito y comenzó a recorrer pasillo por pasillo en busca de lo que necesitaba para sobrevivir el mes. Fideos, arroz, verduras, frutas, bebidas y por supuesto sus cereales favoritos fueron llenando el canasto de Rin. Cuando se detuvo en el pasillo de limpieza intentó tomar unas servilletas que se encontraban en lo más alto de las góndolas, pero al ser bajita, no pudo alcanzarlas y se sintió frustrada y también algo avergonzada.

— ¿Puedo ayudar en algo?— la azabache dió un pequeño respingo. Dios, esto parecía a propósito.

— Pro...profesor. ¡Que casualidad!— sonrió algo nerviosa luego de voltear. En frente de ella se encontraba el mismísimo dios griego. Sesshomaru vestía un pantalón deportivo que marcaba sus piernas en conjunto con una playera que nada dejaba a la imaginación.— ¿No tiene...frío?— se sonrojó.

— Algo.— murmuró él acercándose para alcanzar las servilletas que Rin quería— Toma.—

— Gra...cias.— le sonrió ella de lado y dejó el paquete en el carrito.

Se formó un silencio entre los dos en lo que se quedaban de pie frente al otro. Sesshomaru la miraba de arriba a abajo mientras pensaba que estaba más hermosa de lo que nunca podría ver a otra mujer, y Rin...bueno, estaba embelesada con el hombre parado delante de ella. Se miraron a los ojos y lo que estaba a su alrededor pareció desaparecer.

En un intento por no perder la cordura, él habló.

— ¿Has venido caminando?— aunque eso ya lo sabía. No era algo muy difícil de descifrar, y puede que él haya ido al mismo supermercado que ella sólo para verla.

— Uh, si. He estado estudiando en mi departamento y quise venir a hacer las compras antes de que se hiciera más tarde.—

— Bien.—

𝑳𝒂 𝑼𝒏𝒊𝒗𝒆𝒓𝒔𝒊𝒕𝒂𝒓𝒊𝒂.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora