𝙑𝙚𝙞𝙣𝙩𝙞𝙩𝙧é𝙨.

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Capítulo especial por la tardanza. Espero lo disfruten mucho, porque la cosa se pone buena muchachasssss *guiño, guiño*

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— ¿Por favor?— suplicó ella, tendida en aquel sofá, desnuda, esperando por él.

— Rin...— dijo él por última vez, dándole a la chica tiempo para re-pensar lo que había dicho.

— Sesshomaru, deja de pensarlo tanto...— acarició su mejilla— Soy consciente de lo que digo, de lo que quiero...si no fuera así, jamás sería capaz de decirlo. Quiero que me hagas el amor, no tengo duda alguna sobre ello.— susurró mirándolo fijamente— ¿Acaso tú no quieres lo mismo?—

— Por dios, claro que quiero.— besó sus labios y se acomodó entre sus piernas— Solo quiero que estés muy segura de esto, no...quiero lastimarte, Rin.—

— Sé que nunca lo harías.— tomó su miembro y lo guió para que, lentamente, entrara en ella. Ambos soltaron un gemido— ¿V-Ves?— dijo sin aire debido al intenso placer y dolor que estaba experimentando.

— Mierda.— gruñó él y ella le susurró que se moviera. Haciéndole caso comenzó a entrar y salir de ella de forma pausada, sintiendo cada fibra de su ser estremecerse. Una vez que Rin se hubo acostumbrado, Sesshomaru comenzó a moverse con más fuerza tomándola por las caderas y maldiciendo en voz baja.

— Oh por dios...¡Oh por dios!— gimió ella, era demasiado intenso. Por primera vez en su vida podía sentir lo que era el verdadero placer de hacer el amor.

— Me vuelves loco.— murmuró— No tienes idea de cuánto te he deseado...desde el primer día que te vi.— besó su cuello y se movió con más fuerza, haciendo que Rin gimiera más fuerte y clavara sus uñas en los hombros de su amado.

Poco después, ambos llegaron a su primer orgasmo juntos, y Sesshomaru se recostó sobre ella intentando recuperar el aliento. Ambos se quedaron en silencio hasta que pudieron calmarse. Rin sonrió y lo abrazó contra su pecho.

— Gracias.— le susurró, quedándose dormida.

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Horas más tarde, siendo las dos de la mañana, la azabache despertó sola en su cama, aún desnuda pero bien tapada. Frunció el ceño y frotó su estómago debido al hambre. Decidida a bajar para buscar a su profesor, se sentó en la cama para luego ser detenida por el sonido de la puerta.

— Oh, has despertado.— él le sonrió de lado y entró con una bandeja de comida en sus manos— Pensé que cuando te despertaras tendrías hambre, así que calenté la comida que hice para ti.—

— Oh, cariño. Gracias.—

Ambos comieron en silencio, cada uno sumido en sus propios pensamientos. Rin se sentía en las nubes, y sesshomaru... también. Nunca había sentido una conexión tan fuerte con nadie más que con ella, y ahora que finalmente habían tenido sexo, sentía que le pertenecía a ella y sólo a ella.

Luego de comer, se recostaron abrazados y platicaron un poco antes de que Rin sintiera sueño de vuelta, aunque Sesshomaru estaba listo para un segundo round.

Sin pensarlo, la azabache le dió la espalda lista para dormir, pero fue sorprendida por su amado cuando presionó su miembro contra ella y se frotó lentamente, provocando que Rin gimiera.

— ¿Otra vez?— soltó una risita antes de que él pudiera ponerla boca abajo.

— Otra vez.— susurró.

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— Señorita Konoe.— su profesora de letras la llamó por segunda vez en la mañana— ¿Se encuentra bien? Está algo dispersa.—

— Lo...lo siento, profesora.— se sonrojó— Estoy bien, solo tengo algo de sueño, eso es todo.—

— Vaya a refrescarse un poco, no se preocupe.— Rin asintió, agradecida y salió del salón hacia el baño.

Allí, se miró en el espejo y sonrió al ver que estaba más radiante que nunca. Sesshomaru la había hecho sentir una reina y de sentía feliz porque finalmente había podido entregarse al hombre que quería. Suspiró soñadora mientras se lavaba la cara, y luego salió para volver a su salón.

En el camino, saludó a varios profesores que se cruzaba y se paró unos metros antes de llegar a destino para observar lo hermoso que se veía su profesor dando clases. Éste se percató de su presencia minutos después, haciendo que la clase comenzara a trabajar para poder salir.

— Rin, ¿Sucede algo?— preguntó metiendo las manos en sus bolsillos.

— No, lo siento. Fui al baño y cuando pasé te ví por casualidad.— le sonrió, queriendo besarlo.

— Está bien. Debo volver a clases, pero te escribiré más tarde, ¿Está bien?—

— Claro, ya estoy ansiosa por verte otra vez, mi amor.— susurró en su oído, mordiendolo para luego alejarse, volviendo a su primer clase de la mañana.

𝑳𝒂 𝑼𝒏𝒊𝒗𝒆𝒓𝒔𝒊𝒕𝒂𝒓𝒊𝒂.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora