𝙑𝙚𝙞𝙣𝙩𝙞𝙣𝙪𝙚𝙫𝙚.

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A veces Rin desearía poder ser como alguna vez fue en el pasado, antes de que toda su vida se arruinara por completo.

Tomando una taza de café en el sofá de su ahora novio y amado profesor, miraba hacia la nada en tanto pensaba cuanto deseaba poder volver a confiar en todo el mundo otra vez. Su vida pasaba lentamente frente a sus ojos, y se preguntó qué había hecho mal para haber sido tan desdichada.

Sin embargo, cuando levantó la mirada y lo vió observándola, tuvo claro que él era el motivo principal por el cual ella estaba comenzando a vivir nuevamente. Él se acercó a ella y, sentándose a su lado, tomó su mano y la besó sin decir una palabra.

Hacía ya varias noches que Rin frecuentaba los mismos sueños: su agresor volvía a buscarla y ella simplemente no podía escapar... era una tortura. Despertaba gracias a que Sesshomaru la sacudía, asustado por sus gritos. Luego de eso, el llanto los mantenía despierto hasta altas horas de la noche antes de que ella pudiera volver a dormir entre sus brazos.

Al otro día se disculparía con él, recibiendo un fuerte abrazo y un beso en la frente. Esa mañana no había sido distinta, Rin se encontraba decaída al no saber cómo detener esos sueños. Y sumado a eso, un dolor constante en su pecho comenzaba a preocuparla demasiado.

— Rin.— susurró Sesshomaru, preocupado. Ella lo miró y sonrió de lado.

— Estoy bien...lo siento tanto.— susurró con sus ojos llenos de lágrimas— Es solo...algo de lo que aún no puedo librarme.—

— No debes disculparte por nada.— tomó su rostro entre sus manos— Podemos hacer esto juntos...iremos con el doctor Hayami con más frecuencia si es necesario. Haré todo para que estés mejor.—

— ¿Qué hice para merecerte?— susurró apoyando su frente sobre de la de él.

— Ser tú.— besó sus labios. Y no hacía más que decir la verdad. Ella había logrado iluminar su oscura vida a pesar de que estaba tan o más rota que él. Rin lo correspondió de inmediato rodeando su cuello con sus brazos. ¿Qué sería de ella sin él? Se había vuelto el ser más importante en su vida.

Sesshomaru se separó lentamente acariciando su mejilla y ella se acurrucó junto a él, sintiendo algo de paz en aquella triste mañana de verano. Algunas horas más tarde, y ambos habiendo limpiado parte del penthouse para distraerse, decidieron pasar por la casa de la azabache para buscar algo de ropa.

La pareja bajó del auto y, tomados de la mano, caminaron hacia el departamento. Tomaron el ascensor e intercambiaron unas palabras antes de llegar a su piso y salir a abrir la puerta.

— ¿Rin?— una voz conocida hizo que ella se congelara en su lugar. ¡No puede ser! Sus ojos se abrieron a más no poder al ver a su grupo de amigos esperándola en la puerta de su casa. Sesshomaru, a pesar de estar sorprendido, mantuvo su rostro serio, sin expresar emoción alguna.

Sango, Kagome, Shippo, Bankotsu y Kohaku miraban a su amiga y al profesor más temido de la universidad con mucha sorpresa. Por suerte, Inuyasha no había podido asistir ese día.

— Rin...— susurró Sango. ¿Acaso sus sospechas eran ciertas?

— Chicos. Hola.— suspiró ella, sintiendo el estrés volver a su cuerpo. Parecía que ese día no sería mejor que los anteriores. Pasó por entre medio del grupo y con su llave abrió la puerta— Pasen, hablemos adentro.—

Todos ingresaron al departamento en silencio, Sesshomaru siendo el último y cerrando la puerta tras de sí. Ya no había vuelta atrás, los habían descubierto y sabía que su novia debería decir la verdad a sus amigos. Eso lo irritó.

𝑳𝒂 𝑼𝒏𝒊𝒗𝒆𝒓𝒔𝒊𝒕𝒂𝒓𝒊𝒂.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora