Sesentaicinco. Final. Parte 1/2

618 70 55
                                    

— Toran. Por favor, pasa.—

La esbelta mujer asintió para luego entrar a la vieja casa. El olor a humedad le llegó a sus fosas nasales y frunció la nariz. Echó un vistazo a su alrededor e hizo una mueca de disgusto.

— ¿Aquí trajiste a la niña?—

— Ésta era mi casa hace algunos años. Cuando saqué a Rin del orfanato, este fue el lugar en el que pasó algunos años antes de que la policía se la llevara. Toma asiento, me gustaría saber qué has estado hablando con la familia taisho.—

Toran desconocía lo que había pasado entre Naraku y Rin, tampoco se lo había preguntado. Pero, viendo el panorama en el que se encontraba, tal vez todo era más oscuro y complicado de lo que creía.

— Les he dado falsas esperanzas, pistas que no llevaron a ningún lado. Mis hombres han hecho un buen trabajo.— dijo apenas se hubo sentado. Onigumo deslizó una taza de té enfrente de ella y se sirvió una para sí mismo.

— Bien, son buenas noticias entonces.— sonrió— ¿La siguen buscando?—

— Por supuesto que sí.— lo miró— No van a desistir, aunque a ninguno se les ha ocurrido todavía la posibilidad de que la pudieras haber traído aquí.—

— Y confío en que no se van a enterar.— respondió, mirándola fijamente. Toran sintió un escalofrío de pies a cabeza.

— ¿Estás insinuando algo?— alzó una ceja, aunque por dentro comenzaba a cuestionarse si había sido buena idea haberse complotado con él.

— Para nada, bella dama. Solamente quiero dejar en claro que tengo un objetivo en mente, una meta que he estado postergando años y años. No puedo arruinarlo esta vez, ni dejar que nadie lo arruine tampoco.— miró su taza de té— He dejado que te unas a mi propósito porque me pareces una mujer decidida y de sangre fría. Espero no haberme equivocado, aunque dudo que seas capaz de traicionarme.—

— ¿Acaso piensas que lo haría?— su boca se torció en una mueca.

Insolente.

— No lo sé, pero quiero que quede claro que no pensaré dos veces en acabar con quien se interponga en mi camino. He asesinado a mi madre, a mi hermano y a su mujer. Soy capaz de cualquier cosa.— sus manos golpearon la pequeña mesa que lo separaba de la peliceleste— Y ya tengo reservada algunas balas para tu querido amor.—

Los ojos de Toran se abrieron de par en par.

— ¡Ni lo pienses! El trato era acabar con la mocosa para yo poder estar con Sesshomaru. ¡No puedes matarlo!— la mujer se puso de pie impulsada por la adrenalina— Yo también he hecho cosas horribles para poder tenerlo, tú no eres el único enfermo.— gruñó entre dientes— Si le haces algo a Sesshomaru...— sus puños se apretaron a sus costados.

— ¿Qué harás?— él se echó a reír— ¿Salvarás al hombre que embarazó a mi sobrina? ¿O no te lo ha contado?— su labio inferior se frunció— Oh...no te lo ha dicho, ¿Verdad?— la miró con falsa lástima.

La mujer frente a él quedó helada en su lugar. Estática, sintió que su mundo y planes se caían a pedazos.

La niña estaba embarazada.

De su hombre.

Del hombre que ella amaba.

"— Toran, hija.—

— ¡Hola, nana!— la pequeña niña corrió a su encuentro. Maki lo era todo para ella. La ahora anciana la había acogido como su hija cuando Toran nació.

— Hola, cielito.— sonrió la mujer, tomando asiento. La pequeña la imitó— Has sido muy buena. Quiero que sepas que te amo, mi niña.—

— Yo también, nana. ¿Qué ocurre?— sus manitos tomaron las de su nana, sus ojos la miraron con tristeza. Algo en aquella mujer la inquietaba, la notaba desanimada y ella nunca era así.

𝑳𝒂 𝑼𝒏𝒊𝒗𝒆𝒓𝒔𝒊𝒕𝒂𝒓𝒊𝒂.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora