𝙏𝙧𝙚𝙨.

2.4K 201 31
                                    

Luego de lo que pareció una eternidad, el teléfono de Inuyasha dejó de sonar y segundos después el peliplata volvió a la mesa devolviéndole el llamado a la muchacha.

— ¿Rin?— silencio— Claro, yo pasaré por ti en una media hora más o menos.— silencio. Su medio hermano soltó una risita— Claro, los tengo en el auto, seguro ni te diste cuenta que te faltaban hasta hoy.— silencio. El joven rodó los ojos, divertido— Por supuesto que no, ¿Cómo crees?...bien, voy a colgar e iré a cambiarme. Nos vemos luego.— cortó la llamada y suspiró estirando sus brazos— Bien, papá, hoy es noche de bolos con los chicos, así que estaré fuera hasta la media noche.—

— Bien, sólo ten cuidado, hijo.— le sonrió Inu no dándole un abrazo.

Sesshomaru observó a su medio hermano subir las escaleras a trotes y se preguntó que tan estrecha relación tenía con aquella chica llamada Rin.

— Yo también me iré.— murmuró poniéndose de pie— Vendré el domingo a almorzar.—

— Amor, ¿No te quedas a cenar?— preguntó Izayoi entrando en el comedor usando un delantal color pastel.

— No, Izayoi. Nos veremos el domingo, como siempre.— le dió un apretón de manos a su padre y un beso en la frente a la mujer que podría considerar como una segunda madre para él.

— Te esperaré con tu postre favorito. Ten cuidado, por favor.— lo advirtió con tono maternal. El peliblanco rodó los ojos para finalmente asentir y tomar su abrigo.

————————

— Rin, no sé qué ponerme.— chilló Kagome. La azabache rió al ver a su amiga entrando en un estado de desesperación total.

— Kagome, tienes un armario repleto de ropa, y lo que sea que te pongas te quedará hermoso. Por favor, Inuyasha pasará por nosotras en unos minutos.— suspiró, y es que cada viernes era lo mismo con ella.

La castaña llevaba enamorada de Inuyasha desde el primer momento en que pisó la universidad. Ella cursaba la misma carrera que él, con la diferencia que Inuyasha estaba en tercer año y Kagome apenas empezaba su primero. A pesar de varios intentos para que el peliplata se fijara en ella, el despistado siempre estaba ocupado en otras cosas como para darse cuenta. O eso era lo que Rin quería pensar.

— Rin, debes ayudarme para que Inuyasha se fije en mí, ¡Por favor!- le rogó su amiga, casi poniéndose de rodillas.

— Dios, no seas ridícula.— rió la azabache— Mira, sólo cambiate y del resto me encargo yo, ¿Bien?—

— ES QUE ERES LA MEJOR— gritó Kagome apretujando a su pequeña amiga. Rin rió separándose de ella, sintiendo apenas un poco de pánico debido a la fuerza que había ejercido la castaña.

— Ya, ya.—

———————

La noche de bolos había resultado un éxito para el grupo de las mujeres. Kagome había pateado el pobre trasero de cada integrante del equipo contrario, dándole la victoria fácilmente a su grupo. Inuyasha permaneció serio luego de tan vergonzosa humillación y, luego de comer en su restaurante de sushi favorito, dejó a algunos de sus amigos en sus respectivas casas, quedando con Rin al final.

— ¿Aún sigues enojado?— rió su amiga.

— ¡Ja! Yo no estoy enojado, sólo he estado distraído hoy, pero el próximo viernes me vengaré de ustedes.— aseguró con una sonrisa de lado mientras permanecía mirando la carretera.

— Claro, lo que te haga feliz, amigo.— sonrió la azabache— Oye...¿Puedo preguntarte algo?—

— Dime.—

— ¿Qué...te parece Kagome?— esa pregunta pareció tomar por sorpresa al peliplata.

—Uhm...¿Gritona? ¿Insoportable?— Rin lo fulminó con la mirada— Oye, sólo bromeo...bueno, no bromeo pero es una linda muchacha.— sonrió de lado.

— Oh, que bueno.— suspiró Rin— Dios, odio ser cupido, pero sabes...puede que a ella le atraigas y...bueno— aclaró su garganta— Solo para que lo sepas por si... algún día quieres invitarla a salir y... demás.—

Inuyasha rió.

— Preciosa, yo no soy vergonzoso a la hora de pedir una cita o tomar la iniciativa.— paró en un semáforo rojo— Simplemente no la veo de esa manera. Quiero decir, no la conozco mucho como para invitarla a salir...no veo que tengamos cosas en común.—

— ¿De eso no se tratan las citas? ¿De conocerse y saber el uno del otro?— murmuró la azabache, nunca había estado en una cita debido a que no podía estar con un chico a solas sin entrar en pánico. Claramente, Inuyasha y sus amigos eran la excepción.

— Pues... sí.— Rin había dado en el clavo— Bueno, tal vez sí, pero Kagome no me interesa de esa forma.— suspiró.

— Oh...— murmuró ella viendo cómo el semáforo cambiaba de color, dándoles el paso para retomar el camino— Bueno, yo creo que deberías darte una oportunidad con ella...es buena chica.—

— Claro cupido. ¿Algo más que deba hacer?— dijo sarcásticamente.

— Oye, fue solo una sugerencia.— rió la muchacha.

— Estoy interesado en alguien más.— soltó luego de unos minutos en silencio.

— ¿En serio?—

— Sí.— suspiró sin querer decirle más. Tenía miedo al rechazo...otra vez.

———————

El domingo llegó, y con el un día lluvioso; Rin Konoe había salido temprano al centro comercial para pasar la tarde mirando vidrieras y despejando un poco su mente de los estudios, al menos un rato.

Al salir, una lluvia torrencial comenzó a caer imposibilitando seguir su camino hacia su hogar.

— Maldición.— susurró resguardándose debajo de un techo. Pasaron varios minutos en los cuales la muchacha rezaba para que la lluvia se detuviera, tenía frío mucho miedo de estar sola en la calle.

Decidió tomar coraje y continuar a paso apresurado, así tal vez llegaría más rápido sin mojarse demasiado.

Gran error.

Dos manzanas más adelante, Rin estaba empapada y luchando por no llorar, pues se sentía frustrada porque no podía seguir avanzando y la tormenta parecía que no cesaría pronto.

— Rin konoe.— murmuraron desde un auto deportivo negro. El corazón de la azabache estaba por salirse de su pecho y ella estaba presa del pánico. Odiaba no poder hacer reaccionar a su cuerpo. Odiaba ser débil.— Oye...tranquila, ¿Estás bien?— pudo ver a un hombre alto de cabello platinado acercarse deprisa hacia donde estaba ella, sintió un alivio profundo recorrer todo su cuerpo, aún no sabiendo las intenciones de su profesor, no pudo evitar confiar en que él no le haría ningún daño.

— Pr..profesor.— murmuró mientras intentaba calmar su temblor.

— ¿Te sientes bien? Estás pálida.— su mano fría tocó la mejilla de Rin y ella, instintivamente, corrió la cara para evitar el toque. Sesshomaru frunció levemente el ceño.

— estoy...estoy bien.— exhaló, recuperando un poco el color rosado en sus mejillas.

— ¿Quieres que te lleve a casa?—

— No, está bien. Gracias, igualmente.— aclaró su garganta y bajó la mirada, de repente nerviosa.

— Comenzará a llover de nuevo y no hay nadie en la calle. Es sólo por seguridad.— puso sus manos en sus bolsillos, y Rin pudo respirar algo más tranquila. Se sentía totalmente patética.

— E-Está bien, muchas... gracias.- murmuró finalmente caminando hacia el auto.

𝑳𝒂 𝑼𝒏𝒊𝒗𝒆𝒓𝒔𝒊𝒕𝒂𝒓𝒊𝒂.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora