93. Condena inevitable

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La seriedad, la incomodidad y la incertidumbre pintaban los rostros de Shin y JungKook, quienes caminaban por los largos pasillos del hospital

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La seriedad, la incomodidad y la incertidumbre pintaban los rostros de Shin y JungKook, quienes caminaban por los largos pasillos del hospital. Ninguno de los dos sabía que decir. Ambos procuraban mantener una distancia prudente entre ambos.

JungKook mordisqueó su labio con insistencia, y le dio paso al impulso que desde hace minutos lo tenía inquieto. Se volteó sobre sus talones, haciendo que Shin detuviera brevemente sus pasos, pues iba un poco más atrás que él. Shin pudo ver como el omega abrió la boca, pero las palabras no salieron de sus labios. JungKook, frustrado, frunció el ceño e inconforme volvió a voltearse para seguir caminando.

Shin continuó siguiéndolo, esta vez con su mirada fija en la espalda del omega y emitió un suspiro profundo. Él escuchó todo lo que MinSoo le dijo a JungKook por el micrófono incorporado, pensó que MinSoo se refería a otra persona cuando empezó a hablar, pero cuando lo escuchó decir su nombre, el estupor que sintió no lo dejó reaccionar y entró en un trance en el que rebobinó el pasado, buscando algún leve recuerdo fuera de lo común que le indicara que sí JungKook podría ser su hijo.

Algo dentro de él le decía que era imposible, que no había forma de que algo así hubiera ocurrido porque jamás en su vida tuvo ese tipo de contactos con Chaeyoung, pero si se ponía a pensar en todo lo que ahora sabe de ella, no le parecía imposible porque Viktoria era capaz de todo y más.

Shin no hubiera tocado el tema si no fuera porque JungKook se acercó a él la noche anterior para preguntarle si de verdad era su padre y si había alguna forma de comprobarlo.

Y ahí estaban ahora, saliendo del laboratorio después de hacerse los respectivos exámenes de paternidad. Tendrían los resultados en veinte días más.

Los dos ya estaban dentro del auto cuando Shin finalmente habló.

—Sabes que siendo o no mi hijo te voy a tener el mismo cariño, ¿verdad? —le aclaró suavemente Shin, logrando que JungKook lo mirara con sus ojos grandes y violetas.

—Gracias —le mostró una pequeña sonrisa.

Shin se le quedó viendo unos pocos segundos antes de exhalar y estirar sus brazos.

—Ven acá —lo atrajo un poco más a sí para abrazarlo y darle un beso en la frente.

Como últimamente solía hacer, JungKook se tomó la libertad de sentir su olor a chocolate amargo. Solo que esta vez, otra incógnita apareció frente a sus ojos. Esperó a que el abrazo terminara para exponerla.

—También hueles a chocolate, como yo... —le dijo, más Shin se quedó viéndolo pensativo al no entender el contexto de su comentario—. Me refiero que TaeHyung huele a menta y NamJoon huele a toronja, y el olor de Suni es menta con toronja... —eso bastó para que Shin entendiera—, y el olor de HoSeok tiene manzana y tú igual. A lo mejor si es verdad lo que dijo MinSoo —dijo con sus ojos abiertos y Shin sonrió.

—Sí, tienes razón —colocó su mano en el hombro y ambos se miraron—. Seas o no seas mi hijo, te seguiré queriendo como uno —sinceró y JungKook le sonrió en grande y hermosamente.

Forbidden Passion © Taekook ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora