82. Amatista y cerúleo

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Ya era la mañana del día siguiente y JungKook no había salido de la habitación en todo lo que llevaba de mañana, por lo que Suni y Shin decidieron ir a su habitación para buscarlo, pues se acercaba la hora Shin debía llevar al menos la hospital pa...

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Ya era la mañana del día siguiente y JungKook no había salido de la habitación en todo lo que llevaba de mañana, por lo que Suni y Shin decidieron ir a su habitación para buscarlo, pues se acercaba la hora Shin debía llevar al menos la hospital para que le hicieran los exámenes de sangre que Suni había recomendado el día anterior.

Shin abrió un poco la puerta y asomó su cabeza. Las cortinas de la habitación estaban cerradas y todas las luces apagadas; todo estaba en penumbras.

Por suerte, la luz del pasillo ayudó al alfa a poder divisar a JungKook. Pero su corazón sintió una punzada al verlo hecho bolita en la cama, sin siquiera arroparse.

Cuando sus pies pisaron el interior de la habitación, puso sentir el aroma de JungKook, pero no era como el de siempre, era el aroma tristeza de su lobo.

—¿JK? —preguntó suavemente Shin, acercándose lentamente hacia la cama, donde JungKook ni siquiera se había inmutado. El omega solo permaneció con sus ojos llorosos mientras se abrazaba a sí mismo.

Tras él ingresó Suni, quien veía al menos en la cama, también en espera de respuesta. Ahora Shin y Suni se vieron, haciendo gestos de pesar: Shin mordisqueó su labio inferior sin mucha fuerza, mientras que Suni relamió sus labios.

El alfa se acercó a la cama, mientras que Suni caminó a la ventana y abrió las cortinas para que entrara luz y energía en la habitación, cosa que hizo que el menor cerrara los ojos con fuerza, pues estaban sensibles desde que despertó, siendo la razón de la oscuridad en la habitación.

Shin no demoró en sentarse junto a él en la orilla de la cama, y para la suerte de JungKook, la silueta del alfa tapó la hostigadora luz exterior. Shin estiró una de sus manos para acariciar el cabello castaño del omega, quien al sentir el suave tacto relajó la presión en sus ojos, pero siguió manteniéndolos cerrados.

—JungKook, ¿te sientes bien? —le preguntó suavemente el alfa, moviendo lentamente su mano por sus hebras castañas. JungKook entreabrió los ojos por segundos, pero volvió a cerrarlos debido a que aún sentía sensibilidad en ellos. Suni se limita a ver al menor, algo preocupada—. Si quieres llamo para que te hagan el examen aquí —propuso, pero JungKook negó.

—Quiero salir un rato —habló bajito y ronco, ya que no había formulado palabra alguna desde que se despertó. Shin lo observó mejor, y pudo notar que estaba más pálido que ayer.

—No puede comer, pero si sería bueno que bebiera agua —recomendó Suni mientras se acercaba, pues ella también había notado la palidez del omega.

—Ya la voy a buscar —informó Shin, mirando al menor antes de darle una última caricia en el cabello e inclinarse para darle un pequeño beso en la frente.

Suni vio aquello y no pudo evitar sentir ternura al ver la escena. Al poco rato, Shin salió en busca del vaso de agua, dejando a ambos omegas solos en la habitación.

Forbidden Passion © Taekook ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora