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"Tan amargo."

Veia a la pequeña criatura en aquella cuna dormir, suspiro al sentirse tan cansado, salio de aquella habitación sin hacer ruido alguno.

Cuando por fin tuvo un momento de paz entro al baño, retiro con cuidado las prendas de su cuerpo, una mueca adorno su rostro al ver la enorme mancha de vomito que ahora adornaba su camisa.

Sin querer pensar en nada más por el momento se metio bajo la regadera suspirando al sentir el agua caer en su rostro.

Al pasar los segundos y sin poder evitarlo un amargo recuerdo llego a el.

El recuerdo de aquel hombre y sus falsas promesas de amor, intento no recordar más pero fue inevitable.

Meses atrás...

Veia a la persona frente a él, el azabache mantenia su concertación en aquel papel, algo aburrido de el silencio comenzo a tararear una canción.

- Hoy estas de buen ánimo.

- Si.

- ¿Se puede saber la causa?

- Ya la sabes.

- ¿La se?

- Estar contigo es la causa de mi felicidad.

- Mocoso, ven aquí.

El hombre palmeo su pierna, el joven de inmediato llego hasta el sentándose en el regazo de el azabache, un beso fue dejado en la mejilla de el joven provocando que este dejara salir un largo suspiro.

- Mi lindo mocoso, ¿que quieres hacer hoy?

- Pues, podríamos pasar el resto de la tarde viendo películas.

- Esta bien, toma tus cosas y vamos, te comprare esos caros dulces que tanto te gustan.

El joven asintió, se paro lo mas rapido que pudo jalando de la mano al azabache que no puso resistencia alguna.

Cuando llegaron al departamento de el azabache, el joven no dudo en correr hasta la enorme cama y lanzarse sobre ella, escucho al hombre de su vida pronunciar algunas cosas, cosas que en ese momento no le importaron.

Claro que cuando el azabache se coloco sobre el con su ya conocida mueca de disgusto, el joven centro toda su atención en el.

- Eres un huracán.

- Lo siento.

- La cama pudo ser desordenada de otra manera mocoso.

- ¿Como?

- Así.

El azabache beso al joven debajo de el, recorrió el cuerpo de el chico sacando algunos suspiros, la ropa de los dos no tardo en desaparecer dando paso al sonido de los gemidos desesperados que el joven soltaba, junto a mil promesas de amor.

Abrió los ojos de golpe, su respiración era irregular, las lagrimas se abrían paso poco a poco, claro que tuvo que guardar sus emociones cuando el llanto de aquel pequeño ser que llego a su vida se escucho, sin duda aquellos recuerdos eran lo mas amargo en su vida.

No es amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora