El viaje al pasado de Severus Snape II

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Anubis dormía al pie de su cama mientras Eileen buscaba las ropas adecuadas para la salida familiar de aquel día, si bien, Severus la observaba, y la ignorada de todas las formas habidas y por haber, Eileen parecía no rendirse.

—Listo, esta me encanta...—Comento la mujer sonriente para voltearse y mostrarle las prendas escogidas— te verás precioso.

Severus rodo los ojos mientras terminaba de peinar su cabellera, tenía que admitirlo, se cansaba, su cabello estaba tan largo que, bueno, si bien hasta habia llorado por este, tenía que confesar que una cosa era verlo y otra tenerlo— ¿También escogerás los calzoncillos que usare?—le pregunto.

Eileen rio por el comentario—Claro que no, hijo—expreso, la mujer poso sobre la cama una túnica de azul oscuro, un suerte color gris y un pantalón—Ve a bañarte, ¿Usaras tu arete de pluma, cielo?

Severus se controló, no quería discutir tan temprano en la mañana. No entendía el por qué sus abuelos le estaban permitiendo a Eileen estar allí. Pero lo solucionaría ¡Hablaría con el viejo a solas!—Sí.

—Perfecto—murmuro la embarazada—regresare a casa a buscar a tu hermano, mientras tanto prepárate.

Al quedar solo, Severus tiro una de sus almohadas a la puerta, sabía que era algo infantil de su parte pero... Una reconciliación entre Eileen y el, no, definitivamente no. o bueno, aun no. No se sentía mentalmente preparado para darle el perdón a su madre. Le dolía, aun le dolía. Fue al baño y se dio una rápida ducha, se secó y visto, tomo asiento frente a la peinadora y aplico uno de los tantos filtros y productos con los que cuidaba su cabello. Le gustaba sentirlo deseoso, suave y con buen aroma.

Se hizo una cola alta, y dejo el cabello de esta suelto, tenía flojera para hacerse una trenza, se colocó medias, el arete, zapatos y un par de guantes, si bien aún no habia caído la primera nevada, el frio era abrumador. Salió de la habitación dejada la puerta entre abierta para que Anubis saliera cuando quisiera.

Las saliditas en "familia" que Eileen y a Leonard les gustaba inventarse no eran de su total agrado pero para su desgracia era algo que tenía que soportar, al menos, Dave haría divertida la salida con alguna ocurrencia.

—Sev... ¿Ya te he dicho que eres precioso?—Murmuro Elena al verlo bajar de las escaleras—Es que... ¡Mandare hacer un retrato tuyo!

—Abuela, no creo que sea necesario—expreso el chico acomodándose los guantes—Con una fotografía basta y sobra.

—Digas lo que digas, mandare hacer el retrato—Dijo Elena encantada, acaricio el cabello que caía del peinado de su nieto—es que, mírate... si pudiera, me casaría contigo.

—Que no te escuche el abuelo—Severus sonrió levemente—Él me dijo lo mismo tiempo atrás.

— ¡¿Qué?!—Elena casi grito—No puedo creerlo, todos los hombres son iguales ¡Desmond traidor!

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Hogsmeade era definitivamente el pueblo que jamás cambiaba. A pesar de su edad, Dave, pidió ser cargado, decía que el frio le congelaría las piernas. Eileen parecía estar encantada y Leonard... bueno, si su madre era feliz ese hombre lo era mil veces.

—Se me antoja comer algo delicioso—Murmuro esta mientras caminaban, se detuvo en una tienda curioseando la vitrina—No sé, quiero arroz con muchos camarones y ensalada...

Leonard enarco una ceja al escucharle—Podremos ir y pedirlo...—Le contesto—no vaya salir la niña con la boca abierta si te quedas con un antojo.

La pelinegra rio con fuerza al escuchar el chiste de su marido, le dio una palmetada juguetona mientras se acariciaba el vientre—Leonard, eres un ocurrente querido—Le comentó—Primero hagamos las compras para navidad y luego, iremos a comer. —dijo esta.