Capítulo 30

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Jung Hoseok jamás se había sentido tan cerca de la muerte y nunca imaginó que moriría de esa forma tan violenta.

Y pensar que estaría solo, en una noche llena de estrellas y con una luna preciosa en la cúspide.

Unos ojos llenos de muerte y dolor lo penetraban hasta lo más profundo de su alma.

El menor hizo el amague de correr, volteó, pero el espectro se cruzó justo en frente.

Era demasiado rápido, demasiado fuerte.

A pesar tenerlo acorralado, el vástago no lo mataba aún.

Estaba jugando con él; era inútil que el mortal escapara y lo sabía. Disfrutaba verlo intentar correr en diferentes direcciones y se burlaba de su expresión cuando
se cruzaba en su camino.

Hoseok estaba aterrorizado, su corazón bombeaba más rápido, enviando adrenalina a todo su cuerpo, estaba desesperado por escapar, pero era imposible. Quiso llorar, tenía tanto miedo.

Sin aviso, la bestia se le lanzó en cima, el menor soltó un quejido de dolor cuando todo su cuerpo cayó al suelo con el peso del otro.

El vástago lo agarraba por los hombros, haciendo presión contra la tierra, impidiendo que se alzara. Las rocas pequeñas se enterraron en la espalda del humano, todo el peso del otro estaba sobre sus piernas. Sus uñas largas y puntiagudas le raspaban levemente el cuello a Hoseok, sus huesudas manos le causaron pavor y se removió tratando de quitárselas de encima, pero no podía.

Hoseok gritaba y estiraba los brazos a los laterales con la esperanza de encontrar algo para salvarse, algo letal. Desgraciadamente, sólo sentía hojas y tierra debajo de él.

—Sigue gritando, sigue, sigue.

Se burlaba de él. Las risas chirriantes le perforaban los oídos al menor. Hoseok entró en pánico, el engendro lo estaba apretando justo en las clavículas mientras clavaba sus uñas en su cuello, evitando que el aire entrara en sus pulmones. Se sentía morir ahí mismo.

Luego vio como el vástago abrió su gran boca, las mejillas parecían que se le desgarraban y su mandíbula se le descolgaba. El rostro parecía que se deformaba. Sus colmillos eran enormes y filosos, estaban ensangrentados y el fondo de la boca del otro era negra con sangre putrefacta. Era horrible, Hoseok sentía que iba a vomitar con ese aliento tan desagradable.

Era su fin. Iba a ser devorado hasta los huesos, lo podía sentir.

Hoseok cerró los ojos, con las lágrimas cayéndole por las mejillas.

De repente, notó que un peso se le quitaba de encima, apenas se sintió liberar se volteó y tosió tratando de recuperar el aire, necesitaba urgentemente respirar. La mitad de su cuerpo para abajo lo tenía paralizado debido al miedo, la vista la tenía nublosa y no podía ver ni pensar con claridad.

Alzó la vista, veía todo distorsionado, pero alcanzó a deducir que algo estaba encima del monstruo que casi lo asesina. Algo luchaba contra él, pero no pasó mucho tiempo de la batalla hasta que la cabeza del vástago salió rodando fuera de su cuerpo. Lo que sea que estuviera peleando con él le había arrancado la cabeza.

El menor sintió unas manos que lo alzaron, después estas mismas lo rodearon y se adueñaron de sus caderas y parte de su espalda baja. ¿Quién era? ¿Lo iba a matar también?

Hoseok lloró de nuevo, se sentía impotente porque el miedo le había paralizado las piernas y parecía que ese ser demoníaco le hubiera drenado todas sus energías.

Lo que sea que lo estuviera sosteniendo, si quería matarlo, lo haría con facilidad porque Hoseok no tenía fuerzas para defenderse.

''Ayúdenme... alguien... por favor...''

Noche sangrienta【Taekook - Sope】¹ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora