Durante los siguientes días, y a regañadientes, Demet desempaquetó lo que aún tenía en las cajas. Un retraso en la empresa de transportes había hecho que le llegaran tarde. Por mucho que le costara, pensaba dejarlo todo ese mismo día. Olivia la ayudó a ordenar años de recuerdos; eran lo único que le quedaba ya y se aferraba a ellos como si fueran los últimos latidos de su corazón. El último objeto de la última caja le cortó la respiración; notó un nudo en el pecho y se le desbordaron las emociones.
Con un suspiro, se echó en la cama y abrazó la foto enmarcada de su madre, quien sonreía orgullosa en la graduación del instituto. El muro que tanto le había costado construir los últimos meses se derrumbó y empezó a llorar. La realidad irrefutable de lo acontecido —que jamás volvería a ver a su madre— era un golpe muy duro.
La tristeza nublaba los ojos de Olivia mientras veía cómo su amiga se venía abajo.
—No sé qué decirte, Demet. Ojalá pudiera hacer desaparecer tu dolor.
Demet le cogió la mano, tremendamente agradecida por tenerla al lado. Las dos se quedaron un rato en silencio; sabían que no había más que decir. Demet se levantó, esbozó una sonrisa y se secó las lágrimas de las mejillas. Le dio un abrazo y entró en el cuarto de baño. Estaba agotada mental y físicamente.
Los tres últimos días había doblado turno y eso le estaba haciendo mella. Solo quería pasar una noche tranquila en el sofá con Dilan. De camino a la ducha, borró de la mente todo lo que estuviera relacionado con su madre. Fue difícil, pero trató de sobreponerse y lo consiguió. Al salir de la ducha, se puso un pijama cómodo y se instaló en el sofá con una más que merecida copa de vino.
Un rato después, Olivia entró en el salón; llevaba un vestido veraniego rojo, el pelo recogido y un bolso de mano. Observó a Demet, esperanzada.
—Vente con Tina y conmigo esta noche. Te sentará bien.
Sonrió a Olivia y pensó en el nuevo amor de su amiga, Tina, una chica de veinticuatro años, graduada en la Universidad de Columbia. Quemada por algunas relaciones, se había cansado ya de tantos hombres y había decidido pasarse al otro bando.
Demet suspiró y se pasó la mano por el pelo.
—Esta noche solo quiero relajarme. —Cogió la botella de vino tinto y sonrió—. Creo que me la voy a pulir.
Olivia le dio un beso en la cabeza.
—Está bien, pero si cambias de opinión, llámame.
Demet asintió y Olivia salió por la puerta. Echó un vistazo al reloj y vio que eran las diez y cuarto. Dilan ya tendría que haber llegado. Se preguntó si estaba en alguna reunión de última hora.
Seguía pensando en ello cuando sonó el teléfono a la media hora. Era Dilan que llamaba para decirle que estaba en un club del SoHo, celebrando una cuenta nueva y que quería que fuera. Intentó explicarle que estaba cansada y que ya se había cambiado, pero él no cedía. Por el tono de voz notó que no le hacía gracia. Con un suspiro, Demet sucumbió, entró en el dormitorio con desgana y se preparó para salir a pesar de su estado físico y emocional.
«No puede ser ella», pensó Can. Se frotó los ojos y la miró fijamente a través de la poca luz del club. Increíble pero cierto, era ella. Emily, la camarera que no lo había llamado. Emily, la camarera que despertaba sus sentidos, su instinto y hasta la última fibra de su ser. Emily, la camarera que estaba más atractiva de lo que podría imaginar.
Vio cómo cruzaba el local abriéndose paso entre la multitud de personas que se rozaban las unas con las otras. Se deleitó con su pelo largo, que le caía por los hombros, y el ajustado vestido negro, que terminaba justo por encima de las rodillas. La proporción perfecta de escote y cuello le embotó la mente y despertó aquel deseo primario e innegable de hacerla suya.
![](https://img.wattpad.com/cover/213004274-288-k4291.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Destino
Romance(Historia adaptada D&C) UN PRIMER ENCUENTRO PERDIDO. UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD QUE NO DEJARÁN ESCAPAR. Recién graduada en la universidad y tratando de hacer frente a la muerte de su madre, Demet Özdemir se traslada a la ciudad de Nueva York para inte...