¿Y si me das de tu amor?

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Era un gimnasio clandestino; había unos 8 o 10 rings improvisados para distintos tipos de peleas, algunas máquinas para hacer ejercicio en una esquina y muchos, muchos peleadores.

Pero ella logró distinguirlo en seguida; acababa de romperle un brazo a un contrincante que quiso atacarlo con cuchillos.

Y mientras se llevaban al contrincante (gritando cosas que no pienso escribir aquí,) ella se acercó a su objetivo.

-¡Sitt!

Las orejas del mestizo se levantaron ligeramente y una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro. Giró para ver cómo la chica se subía al ring de un salto, para acercarse a él.

-¡Yaxah! Veo que Wukung te dió mi recado.

-Sí, por eso estoy aquí,- dijo Yaxah, un tanto molesta.

-Wukung... siempre tan buen amigo, el único verdadero amigo que tengo,- prosiguió Sitt mientras se quitaba unas vendas de las manos que ocupaba para su entrenamiento. Había una feliz nostalgia en su voz.

Yaxah lo miró un tanto perpleja, pero decidió no desviar el tema de conversación que Sitt le proponía.

-Se nota que te aprecia mucho.- dijo ella finalmente.

-Es un huérfano de guerra ¿sabes? Y se crió en distintos lugares de Nexus... aún con todo, él nunca se "contaminó"... a diferencia de mí.

-No es tan raro como crees. Yo también soy huérfana de guerra.

Sitt volteó a verla, algo incrédulo.

-¡Salgamos de aquí; tienes que contarme!

(...)

La condujo a un pequeño "restaurante", no muy lejos del gimnasio.
El lugar tenía un "aura" oriental muy minimalista y estaba extraordina-
riamente limpio; de hecho aunque todos los clientes tenían aspecto de peleadores, ofrecían un aspecto aseado y pulcro.

Yaxah se sorprendió que el menú escrito detrás de la barra, sólo ofrecía bebidas proteínicas, almuerzos balanceados, infusiones desintoxicantes y pociones reconstituyentes.

-¿Ya sabes qué ordenar?- le preguntó una chica humana, que tenía un físico de guerrera innata, ropa deportiva y un gafete que decía: "Akari".

-Humm, no... sólo estoy esperando a Sitt; dijo que necesitaba darse una ducha antes de entrar aquí...

Akari abrió los ojos, acercándose a Yaxah.
-¿SITT?

Yaxah asintió, alzando una ceja.

Akari rió, incrédula.
-¡Wow... esto es...vaya! Disculpa, pero él nunca trae a nadie aquí que no sea Wukung!

-Así es.- dijo una voz masculina detrás de ella.

Akari se dió la vuelta, con expresión aburrida...
Ahí estaba Sitt, salido de las duchas, con ropa limpia y aún oliendo a jabón.

-Tsk, supongo que tú si vas a querer ordenar.

-Sí, lo de siempre, ¿Y tú, Yaxah?

-¿Yo? nada, gracias.

-Yaxah; ordena algo,- protestó Sitt.
Sonaba casi como si se lo estuviera rogando.

-Bueno, una infusión desintoxicante... la de "flor de Krei Lai".

-Y... unos hojaldres de lotris sin gluten; a ella le gustan mucho- añadió Sitt.
Yaxah se sorprendió que lo recordara.

Akari asintió y se fue, aunque mirándolos de vez en cuando por encima del hombro.

Cuando trajo las bebidas, Yaxah le contó su historia.

(...)

-Lo lamento; nunca creí que tú madre...

-Descuida; te digo... Narul fue buena conmigo. Me llevaba a Lothlania siempre que podía, así que mis raíces nunca me fueron ajenas. Quería proteger el reino, y lo estoy haciendo.

-Pero hacer eso y trabajar para esa princesa mimada...- dijo Sitt, negando con la cabeza y con una sutil mueca que evidenciaba desaprobación.

-No será así siempre; cuando junte la cantidad de oro que necesito para hacerme de una choza a las afueras de Lothlania, renunciaré. Ya me falta muy poco...

-¿Cuánto?

-¿Tiempo o dinero?

-Para mí, no hay diferencia entre esas dos palabras.

-Hummm... unas 9 lunas.

-Y en ambos trabajos, te pagan sólo cada luna, ¿verdad? Eso significa que aún no te pagan el primer trabajo como centinela; tampoco hay bonos ni compensación de ningún tipo.


Yaxah bebió un poco de infusión.
-Yo sé que a este paso, no me volveré rica, Sitt. Sólo quiero lo suficiente para ser libre y pelear por lo que yo creo que vale la pena luchar.

Sitt recargó la cabeza en sus manos, mientras la observaba fijamente.

-Pero esa es mi manera de ver las cosas; por lo que veo, a tí te mueve más el dinero- añadió Yaxah.

-Gano más en las peleas clandestinas de Nexus. No quiero que mi madre tenga que hacer lo mismo que haces tú para ganarte la vida; limpiar casas de gente malagradecida que te considera inferior...

Yaxah levantó la vista y puso su taza de té a la altura de sus labios; el comentario de Sitt la hizo olvidar darle un trago; había dado en el clavo.

Sitt sonrió con satisfacción.

Al instante siguiente, trajeron sus platos.

-Sabes, Yaxah... yo no soy bueno con las sutilezas.

-¿Oh, en serio? no me había dado cuenta,- dijo ella con una sonrisa sarcástica.

-Pero sí soy bueno dándome cuenta de qué o quién vale la pena tener cerca. Y tú vales mucho la pena.

Yaxah comenzó a sentir un rubor invadiendo sus mejillas.

-Me halagas, Sitt.

-Qué bien; me agrada oír eso. Ahora, sé que no puedo convencerte de que me des todo tu tiempo. Pero...

-¿Pero, qué?

-Me gustas, Yaxah... ¿ Me darías una oportunidad?

La Ceni(Xayah)cientaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora