Por suerte, puedo improvisar

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NOTA: Primero que nada...
UNA DISCULPA.

Sí; me desaparecí un rato.

¿Porqué? Trabajo. Mucho trabajo.
En fin; quiero desquitar el tiempo perdido. Así que sin más preámbulos... ¡Regresamos!

*******

-¡Hey!... ¿para dónde?

-Iré a preguntarle si quiere venir a beber con nosotros.

El peleador señaló con la cabeza hacia una esquina.

Ahí estaba Yaxah, sentada en un banquillo, puliendo unos guantes con púas que usaban los matones de Sitt.
-Y más tarde, si juego bien mis cartas...

-Yo no me acercaría ella así nomás, si fuera tú.

-¡Ya! ¿Y porqué no?

-Hay un rumor muy raro sobre ella; dicen que si la tocas sin su consentimiento, sientes cómo desprende un calor que te quema como si hubieras metido la mano en hierro fundido.

-¡Bah! estás inventandolo...

El otro peleador encogió los hombros.
-Haz lo que quieras, pues.

-Holaaa...

Yaxah dejó de pulir los guantes y alzó la vista.
-¿Qué es?

-Unos amigos con y yo iremos a beber con algunas de tus compañeras. Y pues...

-No; gracias,- contestó Yaxah en seco y siguió realizando su labor.

-¡A ver, creo que no sabes quién soy!

Pero ella sabía perfectamente quién era; Iqovar, el ganador de más de 5 peleas seguidas en la arena.
Era un hombre musculoso, de piel apiñonada, pelo rizado, castaño y unos maliciosos ojos verde miel.

Sin embargo, Yaxah no pensaba entablar una conversación.

De modo que puso los guantes recién pulidos en una tosca bolsa hecha de fibra y levantándose del banquillo, caminó hacia donde estaba Leriadeh, con el fin de entregárselos.

Iqovar se quedó consternado.
Entonces, oyó unas risotadas.
Eran sus compañeros, burlándose de él.

Su desconcierto se transformó en enojo y en tres zancadas, alcanzó a la vastaya.

-¡Óyeme, emplumada! ¡No sé cómo sin las cosas de dónde vienes, pero de donde yo soy...!

¡¡¡FRUUUUSHH!!!

Iqovar cayó de rodillas al piso, gritando de dolor, mientras ponía su mano derecha bajo su antebrazo izquierdo.

En el momento que el luchador había intentado tocar a Yaxah con dicha mano, un destello dorado la rodeó y se la quemó.

Yaxah lo miró con un indiferente enojo y siguió su camino.

-¡Te lo dije!- gritó su amigo, acercándose a él.
-¡Esa magia vastayana es algo de cuidado!

-¡Cállate y dime dónde está la enfermería!

Sobra decir que Iqovar no volvió a pensar en ella nunca más.

(...)

Magia vastayana...

Cuando Raken le dió su pluma dorada, ésta se adhirió a la suya y le dijo que ahora, se habían transformado en un hechizo de protección invocado con ayuda de Saroka.

Curiosamente, justo después de eso, Yaxah había estado soñando con "la hija de las estrellas"con mucha frecuencia.

(SUEÑO)
-La pluma de Raken te ayudará si alguien quiere acercarte a tí para atacarte; te rodeará con un aura dorada que los hará retroceder.

La Ceni(Xayah)cientaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora