Incertidumbre en el reino

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Tras dejar a Skeerl en un amplio jardín que se hallaba en un balcón del palacio de Lothlania, Klod destrabó el carromato de su "corcel escamoso".

Después, comenzó a desplazarlo por su cuenta y le pidió a Ottran que lo llevara con Wukung.

Una vez ahí, el yordle sacó del carromato una especie de estufa de gas portátil, la cual encendió con un fósforo que sacó de una burda caja de cerillas. Tras ésto, volvió a entrar al carromato y sacó una olla negra y abollada y la puso sobre el fuego.

El yordle quitó la tapa de rosca a la olla y comenzó a remover su contenido con un cucharón igual de antiguo que la olla.
A los pocos minutos, un aroma especiado y picante inundaba la habitación.

Lo cierto era, que verlo calentar algo de comer en la misma habitación donde yacía un shimon delirante, resultaba una imagen extremadamente bizarra... por decir lo menos.

-Señor Klod, en verdad no creo que ésto sea... bueno para el paciente.

-A ver, chiquilla... ¡yo he salvado a más tipos que estaban a punto de estirar la pata con ésto, que tú en tus pocos siglos de vida!

La doctora Morgh volteó a ver a Ottran, un tanto consternada.

Pero éste se limitó a hacerle una leve señal para que lo dejara proceder.

El yordle se las arregló para subir a la cama donde yacía Wukung; estaba despierto, pero tenía sus ojos cerrados con fuerza. Deliraba a causa de la altísima fiebre que no le disminuía. Sin miramientos, Klod agarró al shimon por la barbilla, abrió su boca y le dio a beber de una botella de vidrio, que había llenado con caldo de serpiente, con raíces y especias.

Morgh se acercó para ver el contenedor, sorprendida.

-Eso es... ¿un biberón?

Klod gruñó levemente, al tiempo que asentía y dejó que la visera de su sombrero le cayera sobre las cejas. No quería que nadie lo viera preocupado por la salud de su "pupilo".

El caldo desapareció de la botella en pocos minutos. Fue entonces que los ojos de Wuk, se abrieron de par en par y...

-¡¡¡¡¡¡¡¡¡UUUUUUUHHHH, JUUUUUUUUHHHHH!!!!!

-¡No puede ser!- exclamó Morgh.

Pero sí lo era: En el momento que el shimon terminó de tomar su biberón, se levantó de un salto de la cama, sudando a chorros y poniéndose en posición de ataque.

-¡Los acólitos! ¡Hay que ir tras ellos... y....!

Pero entonces, se dio cuenta de dónde estaba.

Bajó la guardia y miró a su alrededor.

-¡Klod! ¿cuándo llegaste?

-Hace un rato, peludo...

Entonces, el shimon paladeó con su lengua.

-¿Me diste caldo?

-Con extra de especia "volcano" y... de raíz de wasabi rojo.

La cara de Wukung pasó de asombro a angustia.

-¡Oh, no! ¿Qué pasó después de que encontramos a Tékrot?!

-Ah, Wukung...- dijo Ottrann incómodo, mientras se acercaba al shimon.

-Tékrot... ¡ah, sí! Tú y Yaxah me hablaron de él; el líder ése...

-Wukung- interrumpió Ottrann -no lo recuerdas, porque te hallabas muy débil. La herida que recibiste...

-¡Señor Ottran! ¿Dónde... está... Tékrot?- volvió a preguntar Wukung, con un temor mal disfrazado de enojo.

El menudo vastaya con rasgos de nutria miró al shimon con ojos apagados.

-Tékrot no sobrevivió, Wukung...

(...)

La "Cámara de Salix" era una enorme recinto que se hallaba en el follaje de uno de los árboles que formaba parte del palacio de Lothlania.

Era un árbol con un follaje similar a un sauce llorón; sus hojas crecían como racimos, de colores lavanda y plateado. Cubrían el recinto como si fueran largas, gruesas y elegantes cortinas.

Tras dichas cortinas y entre las enormes ramas de color crema, que sostenían aquella frondosidad, habían troncos cortados en ruedas que se habían enraizado a las ramas, gracias a la magia que permanecía en el árbol mismo. Sobre dichos troncos, se habían puesto unos "puffs" hechos e seda y rellenos de semillas y aserrín.

En aquél momento, una docena de vastayas lothlanaienses, unos cuantos Strigs y algunos Ottrani (vastayas con características de cabras montañesas.)

Todos se encontraban sentados en dichos troncos. Hablaban serios y en voz baja. Algunos lucían preocupados.

En aquél momento, Arionius voló hasta el centro de la sala. Sacó un cristal que parecía una amatista y, tras hacerlo brillar con un pequeñísimo destello de sol que se filtraba a través de la gigantesca copa del árbol.

Al hacerlo, un fulgor iluminó el cristal,
el cual luego salió del mismo, haciendo que su fulgor se adhiriera a todo el follaje que los rodeaba.

Mientras éso sucedía, los presentes guardaron silencio.

La reunión había entrado en sesión. Y gracias a la magia invocada, aunque ya no se podría oír ningún sonido externo, todos los lothlanaienses que vivían en el reino podrían escuchar lo iban a debatir.

-Hermanos vastayas,- dijo Arionius- estamos aquí presentes, para hablar sobre los últimos sucesos que sucedieron en la cercanía de nuestro reino y cómo hacerles frente.

Debido a la magia radiante que estaba adherida al follahe, su voz resonó por toda la "habitación."

Arionius continuó.
-Los hechos acontecidos fueron... algo sin precedentes. Los leeré a continuación:
-Intento de robo nocturno a la magia salvaje de nuestro territorio.
-Aparición de enemigos que portan armas ilegales, las cuales... poseen magia de las Sombras.

Al oír dicho término, varios de los presentes, empezaron a hablar entre ellos con alarmada preocupación.

-¡Hermanos, silencio, por favor!- sentenció Fénilix, al tiempo que aterrizaba al lado de su consorte -Todos sabemos que la Magia de las Sombras es tabú entre los nuestros. Pero no podemos fingir que no existe... si tenemos en cuenta que uno de los nuestros fue herido de muerte por la misma.

Raken miró a Yaxah de reojo. La notaba muy alicaída desde la muerte de su mentor. Aunque claro, ella hacía todo lo posible para ocultar su tristeza.

Fénilix pidió a Katriek que pasara al centro y hablara.

-El vastaya que falleció, era Tékrot... El líder de los Alas Sombrías. Fue nuestro guía y maestro. Un lothlanaiense que sabía que debía de haber un grupo encargado de la seguridad de Lothlania durante la noche.

Algunos vastayas se vieron entre ellos con incredulidad.

-Yo sé que varios de ustedes no ven con buenos ojos a nuestra labor. Piensan que somos un grupo de paranoicos que atacamos a viajeros perdidos en la noche, porque creemos que son enemigos o espías.

Un leve rubor apareció en la cara de Katriek. Aún así, tragó saliva y siguió:

-Pero... créanme cuando les digo que los que viajan de noche por estos lares, nunca lo hacen con buenas intenciones. Siempre intentan entrar a Lothlania con el fin de robar nuestras plumas, o plantas curativas que deben ser cosechadas con moderación. Y puedo asegurarles, que no es la primera vez que intentan robar magia.

Katriek sacó los apuntes de Tékrot.
-Y... tengo pruebas de eso.

Al segundo siguiente, Katriek usó su magia de "demostración de imágenes" para que todos vieran los escritos de Tékrot en la sala, como si se tratara de un proyector holográfico.

En dichos escritos, estaban todas las misiones que los Alas Sombrías habían tenido, protegiendo a Lothlania.

Entonces, un vastaya habló:
-Pero... aquí no hay nada sobre un monolito gigante que absorba magia en cantidades gigantescas... sólo digo que quizás sea algo de una sola vez.

Todos voltearon a verse, algunos asintieron. Pero entonces, Yaxah se levantó de su asiento.

-Pido autorización para hablar.

La Ceni(Xayah)cientaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora