Capítulo IX

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-¿entonces usted también es devoto de las almas del purgatorio?-. Preguntó Juan mientras caminaban juntos por las calles de Roma. 

El viento fresco del Otoño Romano, hacía flamear las sotanas de los jóvenes sacerdotes. 

-si, así es, siempre fui muy criticado por eso, pero no me importó ¿le ha tocado hablar con otros sacerdotes que no creen en ello? Es tan triste-. Se lamentaba Berger

-sí, es triste, durante el tiempo que estuve en el seminario e incluso ahora, muchos no creen o no quieren hablar del tema. Pero es dogma de fé, la verdad que me cuesta entender… 

Tuvieron que preguntar a un ocacional transeúnte por las calles que les nombró aquél abad. Hasta que llegaron al lugar. Efectivamente en una esquina se encontraba una florería, se veía hermosa. Ingresaron al lugar y pidieron dos Ramos de flores variadas. 

Se produjo una conversación entre el padre Berger y el vendedor, quien le había preguntado de donde eran ellos, ya que siempre iban las mismas personas a comprar allí.

Berger le dijo que eran del Sacro cuore di suffragio. Al comunicar esto, todos en el negocio se regocijaron de alegría. Y es que hacía más de un año, que un párroco desde ahí, no retiraba flores. Les dijeron que debido a una promesa, las flores siempre serían gratuitas, solo debían buscarlas cada día. Aquella florería no estaba tan lejos de la capilla, asique no les costaría nada hacerlo. 

Salieron de la florería, no sin antes preguntar donde quedaba la piazza dei Quiriti. 

Caminaron unas manzanas más mientras Berger le contaba lo que había hablado con el florerista. 

-lo extraño fué que me contó que hace más de un año no abrían la iglesia y que no vieron más a su párroco. Por ello se pusieron alegres de que porfin la volviéramos a abrir. 

-¿como era el nombre del antiguo párroco?-. Preguntó Juan

-Johannes Richardson, era inglés… 

Ambos seguían comentando lo raro del asunto, hasta que llegaron a la pequeña plaza. 

Era simplemente hermosa. 

A un costado podía observarse un pequeño Sagrario con una pequeña piedra tallada. Al parecer, era un altar. El padre Berger se acercó a leer a quien estaba dedicado. 

"Congregazione francescana anno 1349"

-al parecer, levantaron este pequeño Sagrario para una Congregación que estaba aquí-. Dijo Berger

Ambos se sentaron en un banco, justo frente al pequeño altar y sacaron sus rosarios. 
Se dispusieron a rezar el Santo Rosario, cuando un sacerdote que pasaba por allí los vió y se unió al rezo sacando también su propio rosario. 

Cuando terminaron de rezar los tres, el sacerdote que los había acompañado, un hombre que parecía de unos 47 a 50 años, se presentó ante ellos simpáticamente, y comenzó a entablar una conversación. Claro que Juan no podía entender asique el padre Berger pudo ablar con él. 

Todo iba bien, hasta que Juan ve algo extraño en la expresión del padre Berger. Algo que le dijo aquél sacerdote lo perturbó. 

Juan se sentía confundido y un tanto preocupado. Asique esperaron que aquél sacerdote se fuera para poder hablar. 

-padre Berger ¿qué pasó que puso esa cara extraña? ¿Qué le dijo ese sacerdote, algo malo?-. Profirió Juan preocupado. 

El joven rubio miró a Juan de modo preocupante, sus ojos reflejaban el terror absoluto. 

El tercer lugar [Terror]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora