Con las puertas de la iglesia abiertas de par en par, todo estaba listo para la primera misa del día.
Los jóvenes lucían sus vestimentas litúrgicas en todo su esplendor.Varias personas pasaban por la vereda de aquella iglesia, y no podían creer lo que veían. El Sacro Cuore di suffragio, estaba denuevo abierto. Algunos paraban su paso por unos segundos, observaban curiosos y luego, tras santiguarse, seguían su camino.
Dos ancianas, de unos 75 a 80 años con velos en sus cabezas, ingresaron tomadas del brazo, y caminando con dificultad.
Ambas miraron el resplandeciente interior y se emocionaron. Después de más de un año, volvían a oficiar misa en su querida parroquia, aunque, ¿cómo se enteraron aquellas ancianas de que las puertas de la iglesia estaban denuevo abiertas? Eso, es un auténtico misterio.El verdadero lector católico, ya sabe exactamente quiénes les avisaron y cómo.
Para las demás personas, esto seguirá siendo un misterio.Comenzaron a oficiar la Santa misa, mientras cantaban los cantos litúrgicos, podían jurar escuchar que junto a ellos, cantaba una multitud de personas, pero en el lugar no había más personas que los jóvenes sacerdotes, y las dos ancianas.
Un aroma a santidad inundó el ambiente, el fuerte y hermoso aroma de rosas, jazmines y flores variadas, podía olerse en cada rincón.Ambos padres se miraron entre sí, y comprendieron que ese primer oficio religioso era especial. La presencia de Dios estaba allí con ellos.
Todo era normal, hasta que en el momento de la consagración, algo pasó. No podían verlo pero lo sentían muy dentro de su ser.
Al momento de elevar la ostia, Juan sintió alguien detrás de él, alguien que posó sus manos sobre las suyas.El padre Juan se mantuvo quieto, sintió todo tipo de sensaciones que iban desde el miedo y pavor absolutos hasta la cálida sensación de paz y tranquilidad.
El padre Juan no podía dejar de contemplar la Eucaristía mientras grandes lágrimas caían de sus ojos, la emoción era enorme.Ni siquiera pudo voltear a ver al padre Berger, quien muy emocionado, se arrodilló tras Juan llorando desconsolado.
El joven Alemán, habló en su lengua natal las siguientes palabras:—¡señor, yo no soy digno de mirar tu rostro...! —. En ese instante sintió que una mano se posó sobre su hombro derecho, y alguien le dijo al oído suavemente:
—Míralo, él está aquí para tí —no supo quién le había dicho esas palabras, pero esa voz masculina que escuchó, le dió mucha paz.
Berger levantó su mirada, y allí puedo ver, como detrás de Juan, una figura resplandeciente con forma de hombre, guiaba las manos del joven. Era él, era el mismísimo Jesucristo.
El joven rubio se postró aún más en el suelo y lloró de emoción. Se cubrió con ambas manos su rostro.
Las pobres ancianas, un tanto preocupadas por verlos llorar a los jóvenes padres, se tomaron de las manos y estiraban sus cuellos para poder ver que pasaba allí adelante, ya que ambas estaban ubicadas en la mitad de la iglesia.
Juan luego elevó el cáliz. Y cuando había terminado la consagración, ya estaba listo para entregar el cuerpo y sangre de Cristo a las únicas dos feligresas que estaban presentes, aunque no se imaginó la sorpresa que se llevaría instantes después.
ESTÁS LEYENDO
El tercer lugar [Terror]
Horror✝El padre Juan Aguirre, un joven sacerdote Argentino de 29 años, es escogido para custodiar una misteriosa iglesia en Roma, cuyo párroco desapareció sin dejar rastro. La razón por la que fue escogido no fue casualidad, si no que tiene una razón, es...