Luego de la misa de las tres de la tarde, los jóvenes padres se dispusieron a tomar algo en la cocina.Berger bebía un té, mientras Juan bebía su bebida predilecta, o sea mate.
—¿sabes? a veces me da ganas de beber cerveza, hace años que no lo hago —dijo el joven alemán
—si, a mi también me da ganas, pero tengo miedo de excederme —rió Juan
Ambos reían despreocupados, cuando de repente, saltaron del susto. Había caído un vaso de vidrio al suelo, partiéndose en mil pedazos.
Se miraron entre sí, extrañados.
Berger se puso de pie, tomó una escoba y una pala de una despensa, para recoger el vaso roto.
Juan sintió un escalofrío. Algo hizo que dirigiera su mirada hacia el pasillo, se puso de pie y fue hasta allí. Desde los grandes ventanales pudo ver que, sobre uno de los árboles del patio, había una criatura colgada meciéndose.
Juan arrugó el entrecejo, y lentamente caminó, saliendo al gran patio. ¿qué era eso? parecía una especie de mono negro trepado en uno de los árboles.
Berger fué tras él.
—¿ve lo que yo veo? —preguntó Juan
—sí… pero ¿qué es eso? —se preguntó con cara de extrañeza.
A paso lento, ambos se iban acercando hacia aquél árbol. La criatura se mecía lentamente y podía oírse que lloraba.
Juan levantó su mirada al llegar al árbol.
Ambos, religioso y bestia, cruzaron sus miradas.
Un escalofrío se hizo presente de nuevo en todo el cuerpo de Juan, comprendió que la mirada del simio era de un humano. Ese ser tenía una mirada fría y penetrante.Juan no hizo otra cosa que correr de vuelta
—¡padre Berger corra adentro, no mire para atrás! —gritó mientras corría él también con pavor.
Los jóvenes corrieron hasta dentro presos del terror, el simio los había perseguido rápidamente, pero gracias a Dios, no pudo alcanzarlos.
Cerraron con el pestillo la puerta que conducía al patio. Ellos temblaron aún más, cuando vieron que la bestia se puso de pie, en dos patas y comenzó a dar gritos de dolor, golpeando el vidrio de los ventanales y de la puerta, intentando ingresar. Lo más grotesco, era que sus gritos no eran de un típico simio, sino que eran gritos de humano, precisamente de un hombre.
—¡Dios mío! ¿qué es esto padre Juan? —gritó el joven rubio preso del terror
—¡no lo sé, quizás un demonio! —.Gritó, para luego dirigirle sus gritos a la bestia —¡te reprendo transgresor, en el nombre del padre, del hijo, y del espíritu santo!
El joven alemán no paraba de santiguarse desesperado, mientras la bestia seguía gritando y golpeando los cristales.
El simio gritaba una palabras en latín, que Juan, en su momento de desesperación, no pudo distinguir.
—¡vamos a la iglesia! —gritó Berger desesperado tomando a Juan del brazo.
Ambos religiosos corrieron hasta el altar y se arrodillaron a orar, entre temblores.
Rezaron juntos una coronilla de la divina misericordia, mientras podían oír de lejos, como el simio luchaba por entrar allí. Luego de unos instantes, todo fue silencio total. Al parecer la bestia se había rendido y marchado de ahí.
Cuando finalizaron la oración se pusieron de pie, ante el altísimo.
—¡Dios mío, misericordia! ¿qué rayos fue eso? —se preguntó Berger
—no lo sé, pero me siento al borde de la locura, que Dios se apiade de nosotros…
En eso escucharon unos pasos tras ellos, alguien había ingresado a la iglesia que permanecía con las puertas abiertas al público. Los dos vieron angustiados a un sacerdote de pelo canoso, como de unos 50 a 60 años, caminando hacia ellos. El hombre portaba una sotana, la misma que usaban los jóvenes sacerdotes.
—¡buenas tardes jóvenes!
—¡buenas tardes! —contestaron al unísono
—me presento ante ustedes —. Hablaba con acento francés —Soy el padre Jouet, Victor Jouet.
La cara de Juan fue de sorpresa, tenía ante él al sacerdote que lo había llamado para su misión. Por fín, y gracias a Dios, podría sacarse muchísimas dudas que tenía respecto a por que fue llamado hasta ese extraño lugar.
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El tercer lugar [Terror]
Horor✝El padre Juan Aguirre, un joven sacerdote Argentino de 29 años, es escogido para custodiar una misteriosa iglesia en Roma, cuyo párroco desapareció sin dejar rastro. La razón por la que fue escogido no fue casualidad, si no que tiene una razón, es...