Capítulo XXVI

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Capítulo 26 el tercer lugar. 

El llanto desgarrador del hombre era tremendo, tanto que Juan pensaba que el padre Berger quizás lo podría escuchar, pero no, el joven alemán ni siquiera lo había oído, al parecer. 

-¿cual es la pena que te aqueja hermano? -preguntó el joven sacerdote, una vez que estubo ante él. 

El hombre sin quitar las manos de su rostro, seguía llorando. 

-¡oh padre, ayúdeme… perdone mis pecados… ! -dijo entre sollozos

-¿que puedo hacer por vos? ¿Que querés de mí? 

-¡oh padre Juan, soy una pobre alma pecadora, ayúdeme santo padre!

Juan dió pasos hacia atrás sobresaltado.

-¡atrás transgresor, mentiroso, en nombre de Dios descubrí tu rostro! -le gritó Juan nervioso

El hombre dejó de llorar y sacó las dos manos que cubrían su rostro, le mostró la mirada más horrenda y la sonrisa más macabra que Juan nunca había visto jamás. 

El hombre comenzó entonces, a reír a carcajadas. 

-Juan, Juan… eres tan puro que no pude engañarte ¿verdad? -dijo poniéndose de pie y sacando de tras de si, un sombrero negro que colocó en su cabeza. 

Juan abrió sus ojos sobremanera, se dió cuenta al instante que se trataba del hombre de negro que lo había estado persiguiendo hace tiempo. 

-¿que hacés acá? ¿Cómo entraste? ¿Quién sos? 

El hombre, el cual era sumamente guapo y vestido totalmente de negro le contestó:

El hombre, el cual era sumamente guapo y vestido totalmente de negro le contestó:

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-Juan, te he estado siguiendo, pero solo quiero ayudarte… 

-¿vos, ayudarme? No lo creo. En nombre de Dios, decime que querés -. Dijo Juan enojado. 

Al escuchar estas palabras, el sujeto tembló por unos segundos. 

-quiero abrirte los ojos Juan, lo que haces no sirve de nada, no hay lugar en este mundo para tí ni para tu… amigo, ese sacerdote alemán. 

-claro que si hay lugar, estamos en lucha… 

-¡ay por favor! Ustedes los militantes no sirven de nada, no entiendo porque sacrifican tanto para nada… Juan, ya no tienen esperanza, hoy en día a nadie le importa la patética religión, se dieron cuenta que no sirve de nada ponerse a rezar como bobos… 

-¡no te atrevas a decir eso, la oración es el arma más poderosa que tiene un católico! 

El sujeto rió. 

-Juan, ¿sabes lo que piensan las mujeres al verte? ¿Al ver sacerdotes como tú? Ellas les miran sus entrepiernas, deseosas de acostarse con ustedes, y la gran mayoría lo hace. Me encanta que muchos de ustedes ya no usen sotana ni alzacuellos por las calles, están allí, fingiendo amar al Cordero, pero no es más que mentira, y luego me llamas mentiroso a mí -profirió de forma asqueante mientras reía

-¡dejá de mentir, eso no pasa...no pasa! -gritó Juan

-mira juan -dijo acercándose a él -.ya no tienes por que hacer esto, hombres y mujeres están interesados en cosas que los hacen felices, cosas materiales que son mas importantes que ponerse a adorar algo que nunca vieron, en cambio, a nosotros si nos tienen en todas partes. ¿No te das cuenta Juan? Somos más que ustedes.

-¡mentira! Ya quisieran ser más ¿no? Pero no van a poder jamás, el poder de Dios es más poderoso, y ustedes van a volver donde pertenecen.

-¿dónde crees que pertenecemos? El mundo es governado por mi maestro, todo esto nos pertenece.

-¡mentira! ¿cuál es tu nombre mentiroso?-gritó el joven sacerdote 

-no te lo voy a decir 

-¡en el nombre de Dios padre todopoderoso te ordeno que me digas tu nombre! -le gritó

-¡maldito cerdo...hijo de puta… Ose, Ose, mi nombre es Ose! -gritó el demonio temblando

-¿Ose? 

-si Juan, yo soy quien le abre los ojos al mundo, vine a mostrarte la realidad, y la realidad querido Juan, es que no tendrás jamás salvación, ni tú, ni nadie. ¿Sabes porqué? Por todos nos adoran, hoy día las mujeres quieren ser violadas por nosotros, nos aman porque somos bellos, atractivos, los hombres también sueñan con nosotros, quieren ser como nosotros, tener todo lo que el cordero no les puede dar en esta tierra.

-¡en nombre…!

-¡no, no está bien juan! -lo interrumpió Ose -.por favor no me ordenes nada, está bien, solo pregunta lo que quieras y te daré la respuesta

-¡vos nunca me vas a dar la respuesta que necesito! ¿Qué querés de mí?

Ose dió unos pasos más cerca de Juan, este se alejó.

-Juan, tan puro y tan virginal que me das tanto asco.¿porqué no me cuentas sobre tu sucio secreto? ¿Porque no confiesas tu horrenda vergüenza, aquella por la que se reían de ti mientras eras seminarista?

-¿cómo lo sabes? Y no, nunca tuve vergüenza de eso, tus palabras son erradas, estoy muy orgulloso, porque lo hice y lo mantengo por amor a Dios.

-ah, pero que bien Juan, estas orgulloso de ti mismo, vamos muy bien.

Juan comenzó a llorar amargamente, ese tramposo le hizo decir que estaba orgulloso de sí mismo, dejando por un momento la humildad que siempre lo había caracterizado.

Ose siguió riendo malvadamente. 









El tercer lugar [Terror]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora