Más que decididos los jóvenes sacerdotes partieron juntos para el Vaticano, estaban nerviosos pero aún así siguieron su camino.
Con su sotanas negras en todo su esplendor caminaban mientras un viento frío rozaba sus rostros.Llegaron hasta unas oficinas y los hicieron esperar unos 10 a 15 minutos. No pudieron evitar observar el lujo que allí había. Sobre todo Berger, quien había llegado desde un pueblito alejado de Alemania.
Un joven sacerdote, Secretario del cardenal que los atendería, los condujo hasta una lujosa Oficina, cuando estuvieron ante el cardenal, los saludo con un apretón de manos. Berger entonces habló en italiano:
-venimos desde el Sagrado corazón del sufragio, él es el párroco de ahí y yo su ayudante.
El hombre se sorprendió
-¿es usted Johannes Richardson? ¿Ya salió? ¿Se encuentra bien? -le preguntó a Juan en italiano, el joven miró a su ayudante confundido.
-¡oh, él no habla en italiano! ¿puede usted hablar español?
El cardenal arrugó el entrecejo. Le volvió a preguntar, esta vez en español
-¿es usted el padre Johannes Richardson? ¿Ya se encuentra bien?
-no no, yo me llamo Juan amable Aguirre, soy Argentino.
El ambiente era de confusión.
El cardenal los invitó a tomar asiento.-entonces ¿usted no es el padre Richardson? ¿Qué hacen ustedes allí?
-justamente de eso venimos a hablar, hace bastante meses atrás recibimos una carta que vino desde acá, pidiéndonos que vayamos al sagrado corazón del sufragio, para estar un tiempo ahí. Al llegar a Roma nos enteramos que el antiguo párroco estaba desaparecido -explicó Juan
-sí, además cuando llegamos, vimos que la iglesia estaba en pésimas condiciones, muy sucia. Bueno es una larga historia, pero necesitamos saber porque a nosotros y quien aprobó la sugerencia del padre Jouët, para podernos llamar -agregó Berger.
El cardenal se mostró sorprendido.
-¿el padre Jouët? -preguntó confundido
-sí, ayer hablamos con él en persona. Antes de viajar yo hablé con él por teléfono, y me explicó que el viajó por el mundo para buscar a los mejores sacerdotes para que se hicieran cargo de su parroquia -aclaró Juan
-pero es imposible, ¿han traído las cartas que les han llegado desde aquí?
-¡sí! -dijeron ambos jóvenes al unísono. Luego sacaron sus cartas y se las entregaron al atónito hombre que las tomó y comenzó a ojearlas, no sin antes, colocarse sus lentes de aumento.
Hubo un minuto de silencio, mientras el hombre leía los recados.
-bueno, al parecer son auténticas, pero… ¿ya han visto las firmas?
-no, ¿que tienen? -preguntó Berger serio.
-bien, ehh… -el hombre se rascó por un segundo su cabeza y prosiguió -. Por empezar, es imposible que el padre Jouët haya hablado con ustedes, es verdad que fundó esa iglesia e incluso una asociación, pero… él ya lleva varios siglos fallecido.
Un estremecimiento recorrió el cuerpo de ambos jóvenes.
-¿qué? -preguntó Juan, no pudiendo creer lo que escuchaba.
-si, él murió hace muchísimo, es imposible que hayan hablado con él, además todo esto es muy extraño ¿ya vieron las firmas?
-si pero ¿tienen algo de malo? -preguntó denuevo Berger
-es que… parecen firmas auténticas, pero…
-¿pero qué? -dijo Juan ya nervioso.
El hombre los miró con preocupación.
-tiene la firma del Papa Pío X y de su secretario personal, además de la firma del padre Jouët, esto es imposible, como ya sabrán, el papa Pío X murió en 1914
Juan le arrebató una de las cartas y observó las firmas, efectivamente tenía aquellas signaturas, nunca había reparado en aquello tan extraño.
-¡disculpen debo hacer un llamado! -dijo el preocupado y confundido hombre, levantando el tubo del teléfono que tenía a su lado.
Habló en italiano, llamando urgentemente a alguien. Al finalizar la llamada se dirigió hacia los jóvenes:
-acabo de llamar a un experto en firmas papales, además el trabaja aquí y, en los archivos Vaticanos, nos dirá si esto se trata de un fraude, aunque si lo es, quien lo haya hecho, lo hizo excelentemente bien.
Los sacerdotes suspiraron y esperaron con ansias a aquel hombre. Luego de unos agonizantes 15 minutos, el hombre llegó a la oficina.
El cardenal los presentó y le explicó todo en italiano.
El sujeto arrugó el entrecejo y se dispuso a observar ambas cartas. Extrajo de su bolsillo, una pequeña lupa y observó aún más y detenidamente las firmas y el papel de aquellas cartas.
De repente, el hombre levantó su mirada penetrante, y miró a ambos sacerdotes, tal vez con algo de miedo e incertidumbre.
Juan y Berger se miraron entre sí, esta vez con algo de pavor.
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El tercer lugar [Terror]
Horror✝El padre Juan Aguirre, un joven sacerdote Argentino de 29 años, es escogido para custodiar una misteriosa iglesia en Roma, cuyo párroco desapareció sin dejar rastro. La razón por la que fue escogido no fue casualidad, si no que tiene una razón, es...