Han pasado semanas y un nuevo año ha comenzado. El Sagrado Corazón del sufragio seguía vacío, con un ambiente sombrío.
Nadie acudía a las misas, igualmente los sacerdotes no dejarían de hacerlas.
Juan se sentía cada vez más débil a medida que realizaba cada eucaristía, por suerte estaba su ayudante para apoyarlo.
Era el momento de la consagración en la misa de las 3 de la tarde, Juan levantó la ostia, Berger hacia sonar una pequeña campana.
El silencio era sepulcral.
El joven Argentino se mantuvo por más de diez minutos con la ostia elevada ante el altar. Lloraba amargamente con sus ojos cerrados.
El rubio no entendía por que tardaba tanto, aun así no lo detuvo.Una vez que consagró las ostias y bebió el vino, algo pasó, dos manifestaciones divinas se hicieron presentes.
Las pequeñas ostias dentro del cáliz, estaban manchadas de sangre.Los jóvenes se pusieron de rodillas, realmente Juan no se sentía bien, sus hombros pesaban mucho, su frente le dolía demasiado al igual que todo su cuerpo, no podía mantenerse de pie, permaneció de rodillas, su mirada contemplaba a Jesús. A su lado Berger, también arrodillado, cerró sus ojos y tomó de la mano a Juan. Sintió algo húmedo.
El rubio observó su mano junto a la de Juan, estaban manchadas de sangre. No sólo gotas, si no un charco.
—¡padre Juan! —exclamó Berger poniéndose de pie. Comenzó a temblar, no hubo respuesta de parte del joven argentino, estaba mirando el altar sin pestañear.
Se encontraba en trance, elevó sus manos al altísimo, de sus muñecas emanaba sangre de a montón.
Estaba recibiendo los Santos estigmas.
Berger lloro a más no poder y se recortó en en suelo boca abajo. Cerró sus ojos fuertemente sin dejar de llorar.
—¡señor, yo no soy Digno de presenciar esto! —dijo en alemán.
Instantes después sintió que alguien le tocó su cabeza, era Juan sonriendo.
—vamos Berger, terminemos de realizar la Santa misa —le dijo de modo tranquilo.
Finalizaron la misa, y tomados de la mano, cantaron las alabanzas que habían practicado. Se había vuelto una costumbre cantar luego de la misa, escucharon que junto a ellos, una multitud de personas cantaban también, a pesar de que no podían verlas.
Luego se dispusieron a curar las heridas de Juan, mientras lo hacían podía olerse aroma a flores.
—padre Juan ¿por qué tardó tanto en el momento de la consagración?
—tuve una visión, cuando elevaba la ostia consagrada, todas las almas del purgatorio se sentían aliviadas, no sufrían, por eso tardé lo más que pude para poder aliviarlas por más tiempo.
—¡cuan grande es la misericordia de Dios! —dijo Berger emocionado. Su duda era cada vez menor.
—así es, Berger necesito su ayuda. Tenemos que tirar abajo la pared tapiada, aquella que se incendió, estoy seguro que algo se esconde detrás.
El rubio no se negó. Juntos tomaron dos grandes martillos y comenzaron a golpearla con fuerza.
La pared era muy fina y caía a pedazos de forma fácil. Era verdad, algo se ocultaba tras ella.
Había un pasillo oscuro. El olor a humedad era increíble. Abrieron el hueco lo más que pudieron y con las linternas de sus teléfonos móviles, iluminaron el camino.
Solo era un camino que conducía a una habitación.
Con dificultad abrieron la gruesa puerta de madera, estaba llena de humedad y telarañas.
Iluminaron el lugar y vieron algo que los dejó boquiabiertos.
Eran pruebas reales de marcas dejadas por almas del purgatorio.
Habían todo tipo de objetos, desde libros hasta prendas, sábanas, etc. Todos marcados con manos candentes. Cada objeto tenía un pequeño escrito donde decía de donde provenía.
—son reliquias de almas del purgatorio —se emocionó Juan.
—ahora entiendo, por siglos quisieron ocultar todas estas pruebas para que nadie creyera en el purgatorio —dedujo Berger.
—claro, por eso se manifestaban tanto, querían que supieran que su estado del alma era real, querían que todos supieran la verdad, esto hay que mostrarlo al mundo.
—Así lo haremos, si es la voluntad de Dios. —le dijo firmemente el rubio.
Juan se mantuvo pensando por unos instantes.
—¿me acompaña? Quiero ver adonde conducía ese túnel extraño, escondido en la gruta que esta en el patio.
Por supuesto Juan se refería al túnel por el cual fray Galdino pasaba cada noche.
Decididos fueron hasta allí, abrieron esa puerta oculta e iluminaron.
Bajaron unas escaleras y caminaron con algo de temor, siguieron por un único pasillo que había allí, hasta que llegaron a la nada, frente a ellos había una pared tapiada.
Los ojos de Juan se llenaron de lágrimas.
—seguro, este camino antiguamente conducía hasta el monasterio de fray Galdino, hasta que en algún momento de la historia, decidieron cerrarlo. —profirió con pena, ya sentía que extrañaba a su amigo.
Cabizbajos volvieron hacia el patio. Respiraron profundo mirando el cielo.
—extraño mucho mi parroquia —dijo Berger con pena.
—yo también, y mucho. Pero confío en que vamos a volver aunque sea de visita.
Se tomaron del brazo y siguieron observando el cielo azul.
Sabían que la paz duraría poco.
Una guerra espiritual estaba a punto de comenzar.
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El tercer lugar [Terror]
Horror✝El padre Juan Aguirre, un joven sacerdote Argentino de 29 años, es escogido para custodiar una misteriosa iglesia en Roma, cuyo párroco desapareció sin dejar rastro. La razón por la que fue escogido no fue casualidad, si no que tiene una razón, es...