Capítulo XXVII

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-¿quieres saber lo que opinaba tu mandre cuando entraste al seminario? La decepcionaste por completo Juan, rompiste en mil pedazos su sueño de ser abuela, y de ver triunfar a su hijo junto a una familia, en cambio elegiste seguir las reglas de un pequeño libro sin importancia… aquel libro pequeño que encontraste a los doce años ¿lo recuerdas? 

Juan tapó sus oídos con ambas manos y comenzó a orar con sus ojos cerrados, se puso de rodillas y le dió la espalda a Ose.

-¡Juan, tu virginidad te da vergüenza, lo sé, pero hoy puedes acabar con todo esto, puedes acabar con tu vergüenza y salir orgulloso frente a todos. Allí en la habitación hay otro joven virgen, Berger te esta esperando para que juntos dejen atrás toda su miserable vida, pueden tener sexo y nadie los verá, nadie los verá por que Dios tampoco puede verlos, el cordero no existe Juan… deja de ser virgen, Juaaaannn…! -gritó Ose con desespero.

-¡basta maldito mentiroso, en nombre de Dios, te ordeno que te alejes de mí, Dios todopoderoso existe, existe. Creo en él con todo mi corazón, con toda mi alma y con toda mi mente, en nombre de Dios todopoderoso, te obligo que te alejes de mí! -le gritó poniéndose de pie ante él.

El demonio tembló sobremanera con estas palabras, y se alejó unos cuantos pasos. No estaba dispuesto a irse tan fácilmente, iba a seguir tentándolo hasta lograr su cruel y despiadado objetivo.

Juan se puso denuevo de rodillas, juntó sus manos y rezó con fervor.

- San Miguel arcángel, defiéndenos en batalla,
sé nuestro amparo contra las maldades y acechanzas del diablo,
que Dios le reprenda, es nuestra humilde súplica;
y tú, Príncipe de las huestes celestiales,
por el poder de Dios,
arroja al Infierno a Satanás y a los demás espíritus malignos,
que rondan por el mundo buscando la ruina de las almas. Amén.

Mientras tanto, Ose seguía gritando a viva voz el nombre de Juan.

-¿porqué lo torturas así? -.Se escuchó una voz suave tras de Juan.

Ose abrió sus horrendos ojos sobremanera e hizo un gesto de miedo, pero a la vez de asombro. Como todo un torpe, intentó correr pero tropezó y calló. Se dió vuelta boca arriba sobre el césped y le costó ponerse de pie.

-¿tú aquí? ¿Tú… aquí? -Dijo el demonio con miedo en su rostro.

Juan observó de quién venían esas palabras. A su lado se encontraba un joven rubio, de pelo corto, y un traje gris, sus ojos eran  extrañamente celestes. Tenía sus dos manos dentro de los bolsillos.

 Tenía sus dos manos dentro de los bolsillos

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-¿quién sos? -le preguntó Juan

-dejemos que Ose reponda esa pregunta. Y bien Ose… ¿quién soy yo? ¿cómo es mi nombre? -. Preguntó con voz tranquila, mirando al demonio. Este parecía tan torpe, que se puso de pie y le temblaban las piernas. Parecía un chiquillo de un año, tratando de dar sus primeros pasos. Con una mano cubriéndose el rostro dijo con asco:

-¿quién como Dios?...eres ¿quién como Dios?  ¿Quién como Dios? eres ¿quién como Dios? -decía una y otra vez.

Al escuchar esto, un estremecimiento recorrió cada centímetro del cuerpo de Juan. 

El joven sacerdote ya no pudo articular una sola palabra. Miró al rubio con algo de temor, y admiración a la vez. 
No pudo dejar de mirarlo, Juan entendió perfectamente que significaba "¿quién como Dios?". Por un momento no pudo creerlo, sentía que estaba en un sueño.

El rubio entonces dijo con voz calma:

-Ose, ve donde perteneces. No molestarás a nadie por 30 días.

Ante los ojos llorosos y atónitos de Juan, aquel demonio que instantes antes parecía un joven guapo e inteligente, se convirtió en un leopardo deforme, con patas que parecían quebradas, su aspecto era sumamente grotesco. Dió con dificultad unos pasos y se desvaneció sobre el césped.

Hubo un silencio sepulcral. 

Juan no podía sacar sus ojos de aquél rubio, este a su vez, miró con cariño al joven sacerdote.




El tercer lugar [Terror]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora