43. Reticencias

1.4K 77 39
                                    

El hecho de que el marquesito estuviera teniendo tantas atenciones con Camino me estaba alterando un poco el estado de ánimo. Tal vez eran mis recelos producto de mi imaginación, pero sus continuas miradas furtivas hacia mi amante y la forma en que se dirigía a ella, no me estaban gustando un pelo. Nunca había tenido que lidiar con esta sensación. Ni siquiera cuando Ángela y yo éramos amantes porque, a pesar de que ella estuviera casada, una parte de mí sabía que no debía tener recelos a su marido. En cambio, Ildefonso me estaba provocando sentimientos encontrados. Y eso que apenas habían cruzado cuatro palabras.

Intenté guardar la compostura, que no se notara que no me estaba haciendo buen efecto el desarrollo de los acontecimientos. Especialmente, me tuve que ver obligada a disimular todavía más cuando el marqués de los Pontones dijo que su nieto y él estaban dispuestos a adquirir sendas obras de mi colección. ¡Qué oportunísimo todo! No podía perder la venta, más que nada si quería que don Liberto no se llevara tampoco la peor parte. Por eso, escuché las explicaciones del marqués en referencia al cuadro que había escogido y le transmití mi beneplácito para vendérselo. Pero fue llegar el turno de su nieto y, al desvelar las intenciones que tenía de adquirir el cuadro de Camino, comencé a sentir los siete males recorriéndome todo el cuerpo. ¿Acaso no había más cuadros en la exposición que había tenido que escoger precisamente ése? Si no fuera porque no estaba expuesta la autoría de Camino en el cuadro, hubiera jurado que lo adquiría para congraciarse con ella. "Sosiégate, Maite, mantén la compostura. El cuadro tiene una gran calidad y es normal que se fije precisamente en éste", pensé. "Pero, ¿tenía que ser precisamente mi cuadro?".

Mientras estos pensamientos recorrían mi mente, por primera vez los extrapolé al hecho de que no fuera el cuadro el objeto de mis furias, sino la persona de Camino la que me hiciera estar de aquella manera. La joven no era de mi propiedad ni mucho menos, a decir verdad, yo siempre había creído en la libertad de las personas para vivir su vida sin que tuvieran que rendirle cuentas a nadie más. Sin embargo, con la llegada de Ildefonso aquella tarde a nuestras vidas, comenzó a nacer en mí un sentimiento que no había experimentado tan vivamente nunca. Camino era una joven maravillosa, preciosa, lo más parecido a un ángel que yo hubiera podido haber contemplado jamás, era lógico que los ojos de un joven como Ildefonso se posaran en ella. Pero el hecho de no poder gritar a los cuatro vientos que estábamos juntas me frustraba tan fuertemente que no podía soportar que nadie más tuviera inclinaciones amorosas hacia ella.

- Sí, eso era: "Todos los caminos llevan a mí" –sentenció el marqués de los Pontones ante la satisfacción de su nieto por haber recordado perfectamente bien el nombre de la obra.

- Quisiera hacerle tantas preguntas sobre la obra, doña Maite –aseguró el joven- Créame cuando le digo que me tiene maravillado su contenido. ¿En qué se inspiró para crearlo?

No pude evitar volverme ligeramente hacia Camino mientras intentaba hallar las palabras correctas para explicarle a aquel curioso mozalbete que lo que yo hubiera podido hacer para la obra quedaba muy lejos de su creación, sino que más bien que yo era la obra en sí. Afortunadamente, el hecho de que el cuadro tuviera un gran toque de vanguardismo no hacía presagiar a primera vista que yo era la modelo, a no ser que la persona en cuestión pudiera reparar en todos los detalles que solamente Camino y yo conocíamos de mi propia anatomía. Sin embargo, tenía que darle una respuesta convincente a la par que objetiva.

- No sabría explicárselo exactamente, pero supongo que el amor es lo que me inspiró para crear este cuadro.

- ¿El amor? –inquirió.

- Desde luego, el amor a quererse uno mismo. A empezar por valorarse uno antes de querer alcanzar el amor en su completa extensión. No sé si me explico. Porque antes de lograr el verdadero amor, debemos aprender a mirar dentro de nosotros mismos –sentencié- De ahí el título de la obra y el motivo de la misma.

"Cállate"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora