La noticia de que mi madre quería que volviera a las clases solo para arreglarme un hipotético matrimonio con Ildefonso me cayó encima como un jarro de agua fría. No podía imaginar que tuviera una falta de escrúpulos semejante. No sólo había desoído mis deseos durante todo este tiempo hasta el punto de negarme una y otra vez volver a las clases de pintura, sino que además ahora que me lo permitía, lo hacía por un motivo tan ruin y majadero como ese. Tampoco entendía de qué me sorprendía si mi madre se había encargado de recordarme por activa y por pasiva que mi finalidad en este mundo era la de casarme y formar una familia. Si lo hacía con un marqués, el negocio sería todavía más ventajoso. Pero supongo que me dolió por el hecho de que siempre había tenido la pequeña esperanza de convencerla para que desistiera de sus propósitos. Como si ella fuera a poner por encima de sus designios mi felicidad. Qué ilusa, pequeña Camino.
Y lo peor de todo no era el trato que mi madre le había propuesto a Maite, sino que, además, ésta, aparte de enfurecerse por el papel que le tocaba jugar en el entramado, como era lógico, ahora estaba sumida en unos celos terribles. Aunque me lo negara de palabra, de su rostro se podía extraer perfectamente que el motivo de su enfado tenía nombre y apellido: Ildefonso Cortés. Estaba hastiada, molesta, casi iracunda por el hecho de que el joven hubiera intercedido con mi madre hasta el punto de congraciarse con ella. Supuse que le molestaba su presencia, aunque no lograba comprender por qué no era capaz de tener en cuenta lo que le estaba diciendo. No había sombra de duda en mis sentimientos. Puede que sí, que el joven me resultara agradable, pero nada más que como un buen amigo y confidente. Para mí la sola comparación entre ambos, si es que había que llamarlo así, era absurda. No sentía el más mínimo interés en Ildefonso, mucho menos para tenerlo en cuenta como futuro marido.
De niña había imaginado cómo sería mi boda y, si bien es cierto que Maite no entraba en mis planes, siempre quise que fuera por amor y no llevada por un acuerdo nupcial. En el momento en que me di cuenta de que estaba enamorada de Maite, nadie más pudo entrar en mis pensamientos. No era capaz de imaginarme una vida lejos de ella y menos por contentar a mi madre. Así intenté trasmitírselo a Maite en cuanto comenzó a mostrarme sus reticencias.
Es cierto que ella siempre había sido de idas y venidas, recelosa de que el exterior hiciera de nuestra relación lo que se le antojara, pero nunca la había visto tan insegura y tan temerosa de nuestro futuro por alguna cosa que pudiera suceder desde dentro. Algo me decía que sospechaba que no estaba segura de mis sentimientos, que era muy joven y que mi enamoramiento era pasajero. Y así me lo llegó a transmitir con sus palabras. No había forma de sacarla de su error y me estaba pareciendo todo el colmo de lo absurdo. Pero ya cuando me dijo que al menos le quedaba el hecho de llevarse mi primer beso y mi inocencia, no pude más. Me resultó hasta gracioso, porque parecía que no era capaz de comprender que mi inocencia nunca estuvo ahí. Aquello me hizo sonreír y acercarme a ella para romper las distancias que sus palabras estaban ejerciendo entre nosotras. Con mis besos y mis caricias logré que bajara los muros que había levantado y, en un instante, le hice comprender que no había marqueses ni acuerdos en este mundo que me hicieran dejar de amarla.
Mientras descansaba sobre su pecho después de habernos amado con la locura y la pasión que sentíamos, el silencio fue testigo de un momento de calma entre nosotras. Las yemas de mis dedos recorrían su torso desnudo, mientras las suyas acariciaban mis cabellos y mi oreja con extremada dulzura. Podía sentir su aliento sobre mi pelo y escuchaba los latidos de su corazón en un intento por recobrar el ritmo normal. Aquel lugar era mi favorito para reposar, junto a ella, en su lecho y sin preocuparme por las tantas cosas que había fuera de allí que nos pudieran separar.
- ¿Estás más tranquila? –pregunté sin abrir los ojos mientras ella suspiraba.
- Un poco –respondió en un hilo de voz.
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"Cállate"
Fanfiction"Cómo una sola palabra puede cambiar el curso de una vida. Un momento, un instante y una forma de actuar marcada por unas simples sílabas. La palabra 'Cállate' marcaría mi destino para siempre, pero no solo una vez. La primera, para dejarme encerra...