Un nuevo papel lanzado al suelo de mi estudio. No sabía cómo escribir aquella carta, lo único que me parecía correcto era la fecha y el encabezado, pero lo demás me costaba un mundo expresarlo. No tenía claro si relatarle todo lo que había sucedido con Felicia o dejar aquella misiva como un alegato abstracto. Pero, por otro lado, no me parecía justo que no supiera la verdad. Al fin y al cabo, yo estaba teniendo demasiados miramientos con Felicia cuando ella no había tenido ni el menor interés en preocuparse por su hija. Merecía una explicación y la merecía con todas las letras. Al enésimo papel que lancé, tomé aire y comencé de nuevo aquella carta, dejando que todo lo que llevaba dentro quedara plasmado en el papel.
Alrededor del alba di por concluida mi misiva. Cuatro hojas de mi puño y letra donde relataba uno por uno los sentimientos que albergaba mi ser. Suspiré profundamente y la releí varias veces intentando infundirme el ánimo de enviársela a su destinataria. No lo tenía nada claro. ¿Qué iba a ganar con contarle toda la verdad? Me tumbé en el sofá sin quitarme la ropa y volví a leerla una vez más, esta vez en voz alta. Antes de llegar al tercer párrafo, caí en un sueño profundo y más que necesario.
Al instante, el timbre me sacó de mi trance y reparé en que, lo que a mí me habían parecido apenas unos segundos ya se habían convertido en varias horas. Miré el reloj de pared que coronaba la sala de estar y vi que eran casi las nueve. El timbre volvió a sonar y recordé que tenía una cita con Monsieur Savenaire y don Manuel.
- ¡Va!¡Va! –grité mientras me arreglaba un poco los cabellos- Enseguida voy –dije mirando en el armario qué podía ponerme para reunirme con aquel caballero.
Fui a mi habitación y saqué el primer vestido que encontré para dejarlo preparado en el excusado. Entonces, me dirigí con la mayor presteza a la entrada y pude comprobar por la forma de timbrar que el caballero se impacientaba al ver que no me dignaba a abrirle la puerta todavía.
- Bonjour, amiga –me dijo en cuanto le abrí y enseguida su semblante cambió al verme todavía sin adecentar- Bueno, a decir verdad, me lo esperaba–afirmó con una sonrisa.
- Cinco minutos y estoy –le dije mientras corría por el pasillo hasta el excusado- Se lo prometo, don Manuel.
- Esa historia ya la he oído antes –me dijo desde la otra estancia- Menos mal que soy previsor y he venido con tiempo.
- Qué malo es conocerse, ¿verdad? –grité.
- Y que lo diga.
En poco más del tiempo que le dije, salí a su encuentro perfectamente arreglada para ir a nuestra entrevista con Monsieur Savenaire. Don Manuel me estaba esperando en la sala y me dedicó una mirada interrogante y divertida a la par.
- No he tardado tanto, ¿verdad? –inquirí con una leve sonrisa.
- Menos de lo que me esperaba, en realidad –respondió- No sé si quiero preguntar por el motivo del retraso.
- Creo que no le hace falta mucha información para saberlo. ¿Nos vamos?
- Si vous plait –dijo dándome el paso.
***
Françoise Savenaire era tal y como me lo había imaginado. No había podido coincidir con él más que en la distancia en algunos eventos. No nos movíamos en los mismos círculos, a pesar de compartir inquietudes artísticas, pero era todo lo que se decía de él y mucho más. Un acaudalado millonario que disponía de capital suficiente como para poder invertir en arte, no sólo para su colección personal, la cual se me antojaba enorme, sino también para dedicarse a exponer al público en sus galerías.
Mi corazón iba a mil antes de poder estrecharle la mano, ya que era un honor para cualquier artista que un hombre como aquel decidiera exponer sus obras. El caballero se me acercó con todos los honores y recibió amablemente mi mano antes de inclinarse para besarla. Con un porte elegante, Monsieur Savenaire me dio una vuelta por su galería y me fue explicando el contenido de cada una de sus obras.
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"Cállate"
Fanfiction"Cómo una sola palabra puede cambiar el curso de una vida. Un momento, un instante y una forma de actuar marcada por unas simples sílabas. La palabra 'Cállate' marcaría mi destino para siempre, pero no solo una vez. La primera, para dejarme encerra...