• Capítulo 96 •

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Sarutobi Amaterasu.

No podía ponerse peor la situación de la que ya estaba, el hombre enmascarado resultó ser el amigo de infancia de Kakashi-sensei: Uchiha Obito. El edo tensei fue liberado haciendo que los revividos volvieran a su mundo y ya no habían más zetsus que enfrentar, pero el Jūbi pudo ser revivido a través del chakra de los bijūs.

Madara llegó a la batalla uniéndose con Obito para controlar al diez colas, creí que también había regresado a su mundo debido a que era un revivido pero por alguna extraña razón eso no pasó. El cuartel general fue destruido por una de las bijūdamas del Jūbi destruyendo el cerebro de la alianza.

Cuando Obito formó sellos para lanzar por medio de las diez colas del Jubi unas estacas de madera fueron lanzadas en todas direcciones siendo atravesadas en los cuerpos de varios ninjas —¡Maldición!— desenvainé el tantō lo más rápido que pude, fui cortando las estacas en dos para evitar que me atravesarán como brocheta.

Hinata se había puesto de escudo con la intención de proteger a Naruto que estaba exhausto y no podía moverse creí que moriría pero gracias a Neji y a su —Hakkeshō Kaiten¹—. desvío las estacas que iban a ellos poniendo a salvo a los dos.

Acto seguido Naruto hizo unos clones de sombras que fueron hacia todos nosotros, cuando chocamos las manos una especie de manto de chakra color rojo rodeó todo mi cuerpo, sentí como mi chakra regresaba y mi fuerza aumentaba. Era parte del plan de Shikaku antes de morir y por primera vez le hicimos un ataque directo al Jūbi para detenerlo.

Pero ni eso funcionó su fuerza era superior a la nuestra. Empezó a cambiar de forma a una especie de flor gigantesca, poco a poco fue creando una bijūdama más grande que su cuerpo, intentamos detenerlo con grandes pilares de roca que nos enseñaron mientras Naruto era curado por Sakura.

Hasta que un hombre rubio con la capa del hokage apareció, identifique que era el cuarto hokage debido al parecido con el rostro que está tallado en la roca. No supe cuando o como pero la bijūdama ya no estaba —Prepárense para la explosión—. nos dijo a todos con una sonrisa.

Una fuerte ráfaga de polvo, rocas y agua nos sacudió a todos, clavé el tantō al suelo y me sujeté con fuerza evitando salir disparada a los aires. Cuando todo se tranquilizó recuperé mi postura, suspiré pesada acomodando mi cabello —Es un milagro que el cuarto hokage haya desviado esa cosa o todos estaríamos muertos—.

Luego mis ojos se abrieron con asombro al ver a mi padre llegar posandose a un lado del cuarto —¡P-papa...!— exclamé acercándome para mirarlo de cerca. Quería comprobar si no era un sueño o alguna ilusión.

—Amaterasu—. su voz ronca llamándome me hizo ver qué era real.

—Papá, te extrañé—. lo abracé lo más fuerte que pude. Había pasado por muchas cosas difíciles, había momentos en que lo extrañaba mucho y ahora que estaba conmigo quería contarle mis aventuras y mis duros entrenamientos.

Tocó mi cabeza, sentí la calidez de su mano y su sentimiento de paternidad invadirme por completo —Cuanto haz crecido Amaterasu—.

Moví mi cabeza en asentimiento —Ahora tengo dieciocho años papá. Quiero contarte muchas cosas—.

Pero otra persona más llegó —Tendrá que ser para después, Amaterasu. Ahora tenemos que detener a esa cosa—. a nuestro lado apareció en un santiamén Tobirama-sama con la ayuda del Hiraishin no jutsu —Pero tu tienes un trabajo que hacer—. me dijo.

Lo miré gélida rompiendo el abrazo de mi padre y llevando mis brazos a la cintura —Lo se Tobirama-sama—. quise sonar fría y respetuosa a la vez.

—Orochimaru tenía razón hermano—. otro hombre de pelo largo castaño y con armadura roja apareció —Esta chica tiene el mismo chakra que nuestra hermana—. habló con una enorme sonrisa. Identifique que era el primer hokage, todos los anteriores hokages se habían juntado a la batalla.

El silencio de un secreto | Uchiha MadaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora