• Capítulo 39 •

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Sarutobi Amaterasu.

Tomé una cuerda, de un salto subí a un árbol, amarre un extremo de dicha cuerda a la rama más gruesa y con el otro extremo lo amarre a mis pies juntos.

Me asegure que estuviera bien amarrado o me daría un golpe que dolería toda mi vida. Al ver que estaba bien amarrada, deje todo mi cuerpo caer al aire con confianza y seguridad en mí.

Empecé a hacer abdominales con las manos en mi nuca mientras colgaba del árbol. Mañana es la primera fase de los exámenes chunin y tengo que entrenar duro para aprobar.

Además de que habrá muchos ninjas de otras aldeas muy fuertes y con diferentes habilidades en batalla.

Si quiero convertirme en una gran kunoichi, ser chunin es lo primero que debo hacer.

Asuma-nii me dio la noticia que fui recomendada a los exámenes, me puse tan feliz. Mi propio hermano reconoce que soy lo suficientemente fuerte para convertirme en chunin.

Mientras seguía haciendo flexiones, mi respiración aumentaba de velocidad y tono cada vez más, pero no pararé hasta que se rompa la cuerda. Pensándolo bien es mala idea eso.

Pero fui interrumpida de mi ejercicio por un kunai que salió disparado a mi dirección, cortando el lazo que me sujetaba, lo que hizo que cayera al suelo, golpeando mi cabeza con fuerza contra el suelo.

—¡Que dolor! ¡Duele! ¡¿Quien fue?!— grité con todas mis fuerzas, mientras sujetaba mi cabeza para aliviar el dolor y evitaba que unas lágrimas salieran de mis ojos. Busque en la dirección donde fue lanzado el kunai.

Varios kunais salieron disparados a mi dirección nuevamente, rápidamente desenvaine mi ninjatō y desvíe los kunais a otra dirección con dificultad.

—Sal de ahí ahora— me referí a la persona que se encontraba escondido en las ramas de un árbol.

Aquella persona dio un salto quedando unos centímetros frente a mí.

Un hombre con una kasa¹ en su cabeza, una capa negra y una máscara que solo cubría su boca y con ojos grises, se rió mientras sostenía un kunai. Noté que en su sombrero tenía la bandana de Amegakure².

—Será mejor que te rindas pequeña. Alguien como tú, que no sabe controlar su chakra y no puede hacer técnicas, nunca aprobará estos exámenes—. dijo con un tono serio, me miraba tratando de provocarme miedo.

Puse una cara de desagrado hacia el hombre —Escuchame bien, no me importa lo que un hombre como tú piense de mí—, lo señale con mi dedo —pero que alguien intenté atacarme de esa forma no lo puedo dejar pasar por alto—. fruncí el ceño y puse más grave el tono de mi voz —Así que prepárate.

Nunca me ha importado lo que las demás personas piensen de mí, solo quiero llegar tan alto como pueda, aún sin tener un talento natural.

Sujeté fuerte mi ninjatō, corriendo en dirección del hombre, ambas armas chocaron produciendo un ruido cortante.

El hombre dio un ágil salto atrás, sacó tres shurikens de su porta armas y los lanzó, pero logré esquivarlos ágilmente con mi ninjatō, usando ambas manos.

Tiré la ninjatō al suelo y volví a correr en dirección al hombre, está vez sacando mis kamas. Con las dos hoz en cada mano, di un ágil salto, apuntando a su cabeza pero detuvo mi ataque usando un tantō³.

De manera rápida me aleje unos cuantos metros de su lugar. Debo ser rápida y precavida, viene de Amegakure, seguramente tiene habilidad con el Suiton.

—No podrás contra mí, pequeña—  manifestó, formando sellos muy rápido —¡Suiton: Suiben!⁴— de su mano salió una cuerda hecha de agua. Dando unos cuantos giros al aire lo lanzó, sujetando la mitad de mi cuerpo y mis manos.

El silencio de un secreto | Uchiha MadaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora