Capítulo 14: El Gran Premio.

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Por cosas del destino -la verdad que ya lo sabían- terminaron nuevamente en el bote del señor Briney, quien sorpresivamente los estuvo esperando todo el tiempo, eso los sorprendió pero cuando preguntaron porque lo hizo el solo dijo que quería ayudarlos.

"Que buena persona." Pensaron al mismo tiempo mientras abordaban de nuevo, solo que esta vez eran más que antes y justo de eso hablaban ahora.

—Veo que hiciste otra captura.

—Si, aunque fue raro.—Contestó la peliazul.—Él vino a mí.

—No es tan raro como parece.—Dijo sosteniendo la ball de Treecko.—Supongo que ellos pueden ver cosas que nosotros no.

Rouse miro a su amigo de cabello blanco por un momento, parecía muy tranquilo, claro quitando el hecho de que solucionaron el tema de sus mareos ya podía disfrutar correctamente del viaje, pero fuera de eso...

Se veía muy tranquilo.

—Pensé que todo esto del viaje te pegaría más fuerte.—Le dijo sin apartar la vista.

—Si, yo también lo pensé.

—¿Seguro que estás bien?

—¿Por qué no lo estaría?—Contestó mientras cruzaban miradas.

—Realmente parecías del tipo de persona que en su vida se ha tomado sus responsabilidades enserio, y ahora tienes tres.—Dijo señalando todas sus Pokéball ocupadas.—Por eso pregunto.

Escucho con atención hasta que terminó de hablar y luego miro la Pokéball en su mano,pensando detenidamente en sus palabras.

—Nah.—Sonrió mientras ponía la ball de nuevo en su cinturón.—Definitivamente estoy bien.

—Bien...—No pudo evitar sonreír.—¿Eso significa que no tendré que estar todo el tiempo cerca para evitar que mueras?

Todo iba relativamente bien.

—Solo para estar seguros...

—La peliazul comenzó a reírse.—Ya, ya, entiendo el mensaje.

Desde atrás sus amigos observaban incrédulos aquella conversación que era extrañamente tranquila para lo que han visto en lo que llevan de conocerse, era algo imposible según ellos y aún así estaba pasando.

—¿Seguros que no van a matarse o algo así?—Arata al igual que los demás se planteaba ir si la cosa se salía de control.

—Yo creo... Que no...—Siendo quien más tiempo lleva de conocerlos entre los tres, Akashi tenía la quijada por los suelos.

—Bueno, así es es mejor.

—¡Tierra a la vista!

Esas palabras alertaron a todos, y ahora los cinco estaban pegados a la baranda del barco mirando al frente donde, a lo lejos, ya se podía observar una enorme extensión de tierra precedido del inmenso azul del océano, y a varias embarcaciones grandes y pequeñas dirigiéndose al mismo sitio que ellos.

—Ciudad Portuaria, el paraíso para los capitanes de barco.—Dijo el anciano.

"Ciudad Portuaria suena como un nombre que alguien muy flojo pudo haber puesto..." Pensó un poco extrañado el albino, pero aún así tenía curiosidad de saber que le esperaba en ese lugar y porque el afán de hacer que los entrenadores se dirigieran ahí.

Debía admitirlo, estaba un poco emocionado, lo que sea seguro sería bueno si dicen que los ayudaría.

Tanto que no noto que había problemas hasta que ya los tenían encima.

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