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El pequeño susurro de Namjoon se escuchó detrás de nosotros. Jin se detuvo y se giró soltándome la muñeca lentamente.
Suspire haciendo presión con mi mano derecha sobre la muñeca izquierda.
—Lo lamento, pero la llevaré a casa, tal y como el señor Salvin lo pide.
Namjoon ahogó una risotada y se acercó lentamente hacia él. —tú no tienes por qué ponerte a elegir lo que se debe y no se debe hacer, tú no eres nadie aquí. Y lo que te haya dicho James yo hablare con él, yo soy el novio —gruño dando un pequeño golpecito en su pecho con la palma de su mano.
¡Oh no, Namjoon!... me acerque y lo tome del brazo.
—Basta Namjoon...
—Lo lamento—susurro Jin e inclino un poco su cabeza para volver a mirarlo —, pero es mi trabajo y nadie lo impedirá yo la llevaré a casa. —bajo la mirada hacia el suelo y mi corazón se apretó con fuerza.
Mi mirada se detuvo en su mandíbula tensa y en sus manos que estaban en un puño controlando la ira.
—No te acostumbres, te irás mañana de eso me encargo yo...
Jin suspiro, y le miro atentamente y con los labios apretados susurro: —Está bien, pero aún sigo trabajando. Terminaré mi día.
— ¿Qué? —Namjoon hizo su cabeza de lado frunciendo el ceño.
—Sigo en servicio, aún no termina el día y mientras tanto cumpliré con mi trabajo.
Esto estaba yendo demasiado lejos. Los dos, cara a cara y yo sin hacer algo que diera resultado. Esto no tenía lógica apenas y se conocían, no podían comportarse así por nada. Suspire y me hice a un lado, segundos después tome el brazo de Jin.
Namjoon frunció el ceño en cuanto vio mi mano alrededor de brazo. Ni yo misma me había dado cuenta de lo que me había pasado, pero creo era lo correcto.
—Me iré con el Namjoon... por favor no quiero peleas tontas.
El bufo, rasco su barbilla y dio un paso hacia atrás. —me llamarás cuando llegues verdad...
Su mirada se tornó suplicante en cuanto volvió a mirarme. Yo asentí y me di la vuelta para comenzar a caminar por el pasillo de la biblioteca sin ni siquiera detenerme a decirle hasta mañana.
Empuje la puerta de la entrada hacia delante y camine hasta el final de la acera. Solté un largo suspiro y traté de relajarme. Mire a mi alrededor, vaya todo estaba vacío, no sé cuánto tiempo había pasado, pero la luna y el frío estaban en todo su esplendor mutuamente acompañados.
Abrace mis brazos alrededor de mi cuerpo dándome un poco de calor, estaba estallando por dentro, pero también estaba confundida, no era normal que tu prometido y tu guardaespaldas tuvieran una pelea... bueno eso parecía.
Sentí un suave calor recorriendo mi cuerpo, como una bolsa de aire caliente sobre mi espalda. Cerré mis ojos en cuanto sus dedos tocaron mis hombros—suba al auto. — me dijo y le mire por encima del hombro, lo vi con su camisa y con su corbata, fruncí el ceño hasta que me percate que llevaba puesta su chaqueta sobre mi espalda.
Jin me miro atentamente durante unos segundos para después abrir la puerta del coche para mí. No dije nada y guarde silencio, me acerque lentamente y me deslice sobre el asiento trasero bajando la mirada.
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—Tengo hambre...
Murmure. Escuche como suspiro cuando una luz roja nos detuvo. Le miré por el rabillo del ojo, pero ni siquiera me había mirado, seguía con la mirada al frente totalmente relajado desde que puso en marcha el coche.
—Cómprame algo de comer...
Volví a decir con tono altanero, mi voz sonaba a la de una niña pequeña y sabía que estaba viéndome ridícula, pero quería fastidiarle, la luz dio verde y siguió avanzando aún sin responderme, este cabrón. — ¡quiero comer!... ¡Cómprame algo de comer!...
El crujido de las llantas se escuchó desastroso cuando freno de repente, me fui de lado golpeando mi frente con el asiento del copiloto. Le miré atónita cuando giro hacia la izquierda fuera de nuestro trayecto. Gruñí y con la respiración entrecortada me acerca hasta la punta del asiento del coche y le golpeé el hombro.
— ¡Eres un cabrón!, eso eres... ¡Aléjate ya de mí! ¡¿Quién te crees que eres para tratarme así?!
Suspire tratando de contener las lágrimas a pesar de que mi garganta picaba por tratar de retenerlas. Deje de golpearlo en el hombro y minutos después incline mi cabeza en el respaldo del asiento.
El coche se detuvo frente a un autoservicio, le miré por el espejo retrovisor con los ojos llorosos.
—No se mueva, ahora regreso — me dijo suavemente y bajo del auto para perderse en cuanto entro en la tienda.
Minutos después salió con dos sopas instantáneas en cada mano. Puso una sobre el techo del coche para abrir la puerta, la volvió a tomar y entro cerrando detrás de él. Me miro.
—Yo igual tengo hambre—dijo, dejando uno de los vasos sobre los portavasos que dividía al asiento del copiloto —Coma y después la llevaré a casa.
Suspire y tome el vaso evitando quemarme, moví con el tenedor y comencé a dar sorbos a la sopa tratando de esparcir bien la pasta sobre el tenedor para que se enfriara.
Mi estómago se relajó ante la sensación de la sopa caliente recorrer mi garganta, saboree mis labios y comencé a comer con más ánimo. Volví a saborear mis labios minutos después de terminar, le miré y él seguía observándome por el espejo.
Mire su vaso y seguía intacto ¿Qué era lo que en realidad estaba esperando? suspire rendida, incline mi cabeza a la derecha y le mire suplicante... —Solo renuncie, y no cuide de mí.