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Siento como el frío recorre la punta de mi pie hasta llegar a mi nuca. Suspiro y me aferro más a mi chamarra aunque no sea de mucha ayuda, el día estuvo completamente despejado pero al caer la tarde comenzó a entoldarse de nubes negras y gigantes y el frío era asqueroso...
Completamente asqueroso.
Caminaba a lo largo de la acera y el frío comenzaba hacerse más insoportable, no pasaron más de quince minutos antes de llegar al parque. Me detuve.Y observé a mi alrededor, pero él no estaba, no había ningún rastro de que él hubiera llegado antes que yo, no es que esperaba algo totalmente obvio, pero al menos me hubiera gustado verlo a él antes que a nada.
Suspire y espere.... espere... y espere...
Me había sentado debajo de uno de los árboles del parque, evitando que el frío me golpeara con más fuerza, era obvio que llovería, las nubes se habían duplicado más que antes y con eso la obscuridad se hizo más escalofriante, mire hacia arriba esperando que algún milagro hiciera que el cielo se quedara congelado para que no lloviera.
Pero era imposible.
Fruncí la frente cuando una gota cayó sobre esta, gruñí y me refugié apoyando más la espalda sobre el tronco del árbol, lo que habían sido gotas pausadas y poco constantes comenzaron a duplicarse y a caer más rápido provocando que salpicaran en el suelo.
A pesar de estar cubierta mis zapatos comenzaron a mojarse y mi cuerpo minuto después comenzó a temblar... pero él aún no había llegado.
Subí más mis piernas hasta que mis rodillas tocaron mis pechos, puse mis brazos alrededor de ellas y agaché la cabeza apoyándola en el fondo de mis brazos tratando de guardar un poco de calor hasta quedarme dormida.
Debía agradecer al viento que golpeara con más fuerza para hacerme despertar. Sentí un pequeño hueco en mi pecho al recordar en donde estaba y porque quien había estado aquí desde hace una hora y media.
Guardé la respiración en cuanto pude sentir que mi espacio personal ahora estaba siendo ocupado por alguien más. Saque el aire lentamente y después aspire el delicioso olor a dulce y jabón caro que su cuerpo desprendía.
Lentamente comencé a enderezarme y le miré hincado en una pierna mirándome atentamente. Suspire con dificultad tratando de aclararme la garganta.
— ¿Dónde habías estado? —susurre lentamente sin apartarme de él.Jin suspiro profundamente y me sonrió lentamente de una manera lastimera.
Segundos después inclino su cabeza y alzo su mano izquierda mostrando una bolsa blanca con dos vasos de sopa y un par de refrescos. Mire la bolsa unos segundos antes de volverme a él.
—No encontraba la de pollo...
—Es en serio... ¿Por eso tardaste tanto?
Jin alzo sus hombros y bajo la bolsa poniéndola a un lado y su sonrisa volvió a iluminarse.
—Lo lamento, quise hacer algo especial para ti y me tomo más tiempo de lo normal.
Mordí mi labio y mi mirada contemplo su rostro, como si tratara de convencerme si él era real. Pero también estaba preguntándome:
¿Cómo es que este hombre puede hacerme volar y descender de la misma manera?
¿Cómo es que podía hacerme feliz e infeliz al mismo tiempo?
El nudo apretó mi garganta y mis lágrimas tocaron mis mejillas. Él sonrió de nuevo, esa jodida y malditamente encantadora sonrisa volvió a formarse en sus labios de forma lastimera. Sus manos tocaron mis brazos y me impulsaron a levantarme hasta quedar frente a él.
Suspire lentamente y tome con fuerza su chamarra de mezclilla con ambas manos. Jin bajo su mirada a ellas y en segundos se volvió a mí.
—Nunca... nunca vuelvas hacerme esto. Nunca vayas sin mí, siempre ven por mí y nunca me dejes. Cada vez que vayas a irte asegúrate de llevarme contigo.
Tartamudee y espere su respuesta, pero solo suspiro y me atrajo hacia él acurrucándome en sus brazos el lugar más delicioso del mundo.
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Mis pies comenzaron a calentarse una vez que me quite los zapatos mojados, dejando que el aire acondicionado que salía debajo del asiento hiciera su trabajo. No quise regresar a casa, quería quedarme con él y permanecer el mayor tiempo posible a su lado.
Jin se acomodó en el asiento y abrió las tapas de la sopa que al instante comenzó a sacar el vapor desprendiendo un delicioso aroma a caldo de pollo. Mi estómago gruño cuando el delicioso olor recorrió mis fosas nasales.
Él me dio un tenedor, segundos después la sopa y comenzamos a comer en silencio.Tome un poco de refresco, una vez que había terminado. Suspire y acurruque mis manos sobre mi chaqueta.
—Porque no mencionaste que ibas a comprometerte esa noche en la fiesta.
Dijo Jin tomándome por sorpresa. Le miré, apreté mis labios en una ligera línea.—No lo sabía, papá y Namjoon planearon todo... yo no lo sabía.
—Yo no puedo darte mucho—me dijo con la vista fija sobre el volante—, te aburrirás de la sopa de harina que comes cada vez que estás conmigo. Quizá él tiene razón y tú terminaras hartándote de todo y de lo poco que yo pueda ofrecerte. Quizá te volverás tan cruel como él lo dijo. —Jin aparto su mirada del volante y me miro antes de continuar— pero yo esperare por ti y me daré cuenta de lo cruel que puedes llegar a ser. Y si solo me puedes dar tu desprecio lo aceptaré.
Agite mi cabeza confundida y me mantuve en silencio, esperando que él pudiera explicarme exactamente a que se refería, mi cabeza daba vueltas tratando de procesar todo lo que él había dicho, pero sin éxito.
Jin se inclinó hacia mí y el espacio que separaba a los dos asientos se hizo obsoleto. Su respiración estaba tocando la punta de mi nariz y su mirada estaba tan cerca que era posible de apreciar a este semidiós.
Sus manos subieron hasta mis mejillas profundizando más su mirada en la mía.Suspiro lentamente y suspiro con dificultad.
—Cailin, podría tener tu corazón... ¿Me dejarías amarte?
El corazón tocó casi mi espalda y mi respiración se guardaron en mi pecho cuando sus palabras acariciaron mis oídos. Su voz fue un deleite, que fue imposible articular alguna palabra. Su mirada recorrió mi rostro y la yema de sus dedos tocaron mi labio inferior.
Y me beso... tan suave que parecía una caricia casi tratando de evitar que yo me rompiera en pedazos. Pude sentir la suavidad de sus labios, el sabor de su saliva y calor de su cuerpo quedándose estancado como un tatuaje en el pecho.
Dios... lo amaba tanto que esto sería más difícil de lo que pensé.