Capítulo 16

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Era lunes y casi era medio día

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Era lunes y casi era medio día. Jin no había llegado y no me había respondido las llamadas ni los mensajes.

 Mi corazón dolía. 

Tenía tantas ganas que él me respondiera, tenía tantas ganas que todo siguiera igual, la necesidad de tenerle cerca se había convertido en una pesadilla. 

 —Esta semana será fantástica. Planearemos alguna fiesta oh algún tipo de excursión con amigos. ¿Qué dices? 

Hablo Lucia al lado mío, mientras ponía esmalte en sus dedos del pie. Yo no la invite, ella había llegado a "pasar el rato" así que me había obligado a caminar para llegar hasta el jardín. 

 —No saldré a ningún lado, aunque insistas.

 Le dije con la vista sobre el suelo mientras jugueteaba con el pasto. Ella suspiró y me miro dejando a un lado sus dedos. — ¿Qué se supone que aras toda la semana libre? 

Me encogí de hombros: — estaré aquí y nada más.

Ella suspiró y se arrastró sobre el suelo hasta quedar frente a mí y le miré. —Me acaba de decir tu padre que te casaras con Nam y esta es tu reacción. Deberías de estar contenta es un buen partido, todas te envidian.

Apreté mi cara como si hubiera comido un limón y agite mi cabeza. —Tú sabes que esto es más que una promesa. 

—No debiste hacerla. Porque parece que esa promesa te está esclavizando y te vuelve... infeliz. Pensé que le querías. 

— ¡Le quiero! Pero no como él piensa, es como mi hermano. 

Ella suspiró y se mantuvo en silencio durante unos segundos, pensativa. —Tú antes a eso no le dabas importancia. Eras rebelde un poco más que ahora, antes te escapabas de casa y salías con Namjoon, porque decías que era normal y que el hecho de saber que te casarías no importaba. Pero ahora, es como si algo fuera diferente desde hace un mes, desde que el adonis llego. 

Tartamudeo lentamente y frunció el ceño analizándome. Pude sentir como mis mejillas se encendían en ese color rojo indeseable y le miré dejando que ella analizara todo por si sola. No podía defenderme de algo que era verdad y que no le podía ocultar a ella que me conocía tan bien. Su postura duró unos segundos y después de eso rasco su cabeza de manera exagerada y reprimió un grito.

—Te estás volviendo loca... ¿El chofer? ¿El guardaespaldas? —Suspiro—, dudas ahora por el chofer. 

Mi cara ya no era de vergüenza, sentía rabia y tristeza estancada en mi pecho. Si ella pensaba esto, qué pensaría mi padre... ¡Tonta loca, él te mataría! 

—Él es guapo, sin duda es un príncipe. Pero si tu padre y tu prometido se enteran de esto, tú no lo pagaras, sino tu adonis. Jin será el único que pague por tu perversidad. 

Me dijo con ese tono autoritario que me recordaba a mi madre, ya que ella lo usaba cada vez que me reprochaba algo, aclare la garganta. —No voy a decir nada por qué eres mi amiga—se adelantó a decir—, pero te diré que estás loca. 

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