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– Paris... – gruñó adormilado un rubio quien se volteaba mientras tapaba su cabeza con una almohada intentando callar ese molesto sonido del despertador.

– Hmmm... – la castaña se estiró de su posición para así poder alcanzar el molesto reloj, y de un manotazo pudo apagar la alarma. Luego de esto, volvió a desparramar su cuerpo en su cama, muy claramente dispuesta a volver a dormir.

– Paris... no te duermas... – habló el rubio con voz ronca desde el otro lado de la habitación, intentando salvar la carrera laboral de su amiga.

La castaña le respondió con un bonito y femenino ronquido que salió de su garganta.

Edward volteó su cabeza, y vió a Paris volviendo a dormir muy cómodamente a pierna suelta en su cama. Sonrió ante esa imagen, porque esto pasa todas las mañanas.

Edward aún medio adormilado se levantó de su cama, llevándose su almohada con el. Caminó torpemente por la habitación hasta llegar al otro extremo de esta, donde se encontraba la cama en donde Paris dormía profundamente. Puso la almohada en cara de la chica y procedió a acostarse encima de su cuerpo.

Las castaña reaccionó al instante soltando un gruñido que era cada vez más grotesco a la par que Edward ponía más de su peso sobre su cuerpo. También estaba el detalle de que la almohada en su cara no le dejaba respirar del todo bien. – Ed... – la castaña empezó a mover sus brazos en un intento de sacárselo de encima, pero nada que el mastodonte se movía. – Ed me vas a matar – exclamó sonando un poco más despierta.

El plan del rubio había funcionado, así que cuando estaba apunto de quitarse, sintió cuatro suave patitas en su espalda dando vueltas, y luego una bola de pelos haciéndose espacio entre sus omóplatos.

– Paris – habló Edward con un tono muy serio.

Paris logró sacar su cara de la almohada para así respirar un poco – Edward enserio ya quítate que me muero aquí abajo – se quejó la castaña.

– No puedo – respondió el rubio simplemente, dejando confundida a la de orbes violetas.

– ¿Como que no puedes? Solo hazte a un lado – dijo la castaña ya un poco cansada de la situación, mientras se sacudía intentando sacar a Edward de encima de ella.

– ¡No te muevas! – exclamó el rubio en un grito ahogado. La castaña le hizo caso un tanto confundida.

– ¿Pero por qué? – cuestionó la chica.

– Copito se quedó dormido encima mío.

– ...

•••

– Y por eso he llegado tarde – terminó de explicar Paris mientras leía algunos documentos en su escritorio.

Alphonse no hacia nada más que verla desde el otro lado de el escritorio sin poder creer lo que escuchaba – Enserio, ustedes dos parecen pareja – comentó el rubio entre risas.

La chica levantó la vista de los papeles que tenía en sus manos rápidamente, como si Alphonse hubiese dicho algo prohibido. – ¡¿De que hablas idiota?! – le reprochó la castaña, haciendo que ahora Alphonse se riese tanto que tenía que hacer todo lo posible para ser silencioso, ya que había gente al rededor de ellos haciendo su trabajo. La castaña lo miraba furiosa, ya que el rubio encontraba esta situación realmente divertida.

– Oh Dios – el rubio intentaba calmar su respiración pero le era imposible ya que al ver la cara de Paris, la cual muy claramente gritaba 'te quiero moler a golpes' con su mirada, lo hizo volver a estallar en carcajadas.

La de orbes violeta rodó sus ojos y se levantó de su escritorio. Era su descanso y no lo iba a desperdiciar en amargarse la vida por el comportamiento de Alphonse.

Decidió ir a la tienda de al frente de donde trabaja, ya que allí vendían un café muy bueno junto con algunos postres que valían mucho la pena. Eran todos hechos en casa, y Paris amaba eso.

•••

Edward llevaba media hora esperando que Paris llegase de su trabajo. Se había aburrido de esperarla en el sofá, así que decidió hacerle una pequeña sorpresa. Le haría unos macarrones con queso que la dejarían boquiabierta.

– Seguramente llegará cansada de trabajar horas extra, ¿no es así copito? – empezó a hablar Edward hacia el gato, el cual no hizo más que mirarlo con ojos expectantes. – Ah claro, tú también debes tener hambre – se acordó de que el gato había estado la mayoría del día solo, ya que el también había llegado a casa hace poco. Normalmente para estas horas, Paris ya estaría en casa, usualmente ella llega primero que el.

Abrió una de las gavetas de la cocina y de allí sacó una lata de comida para gato. La abrió cuidadosamente mientras Copito maullaba sin parar al ver que su comida estaba apunto de ser servida. – Ya ya campeón, ya probarás bocado – sonrió Edward ante lo emocionado que estaba el felino al ver su comida ser servida.

El rubio se dirigió con la lata abierta hacia el pequeño plato de comida que Paris le había comprado a Copito, vacío el contenido de la lata en el pequeño plato, y se volvió a levantar. Vió como ahora el felino comía feliz su cena. Luego de esto, prosiguió a disponerse de la lata vacía para luego lavarse las manos.

Decidió empezar a hacer los macarrones. A pesar de que esto no se le diese tan bien como a Paris. Ella siempre es la que se encarga de la cocina, ya que le gusta ese espacio.

El rubio se puso manos a la obra y empezó a hacer su obra de arte culinaria. Empezó a calentar agua en una olla, mientras tanto, buscó un poco de queso cheddar en la nevera para luego empezar a rayarlo en un pequeño recipiente de plástico.

El rubio empezó a tararear una melodía que no se le salía de la cabeza en estos últimos días, mientras seguía con su tarea. Luego de rayar el queso, se dispuso a poner toda su atención en el agua que ahora hervía. – ¿Ves eso copito? – llamó la atención del gato que estaba apunto de terminar su plato. – Hago un agua hervida que – el rubio besó la punta de sus dedos, como los chefs – te quedas loco eh. Ni Paris puede hacer que su agua hervida... hierva tan bien. – tuvo que pensar en alguna manera en la que su agua hervida fuese mejor a la de la castaña, pero eso fue lo único que se le ocurrió.

Luego de ponerle sal al agua, estaba apunto de poner los macarrones, pero escuchó el sonido del teléfono. Edward soltó una pequeña maldición al aire, y se limpió las manos con un pañuelo. Se dirigió apresurado hacia el teléfono en la pared y lo contestó. – Buenas – respondió amablemente.

– ¿Ed? – la voz que el rubio reconoció como la de Alphonse, sonaba temblorosa.

– Si soy yo ¿pasa algo? – respondió, pero pensó que la llamada no sería para el, ya que cada vez que Alphonse llama, es normalmente para hablar con su amiga – Paris aún no está en casa – se apresuró a decir el rubio con coleta.

– Si lo sé – respondió el rubio al otro lado de la línea, mientras su voz aún sonaba temblorosa. Esto hizo ponerle los pelos de punta a Edward.

Edward entendió la situación más rápido de lo que le hubiese gustado – Alphonse. ¿En dónde está Paris? – preguntó el de coleta frunciendo el ceño.

– Ed... – escuchó como la respiración del mayor se tornó irregular, y como su nariz estaba completamente tapada – Yo... yo lo siento tanto – todo lo que Edward podía escuchar era como Alphonse rompía en llanto al otro lado de la línea.

– ¿¡EN DONDE ESTA PARIS!? ¡MALDITA SEA! – exclamó el de orbes ámbar notablemente molesto al tener que hacer la misma pregunta dos veces.

– En el hospital...

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AYAYAYSYAAY

Que le habrá pasado a la de Francia lol.

Denle un toquesito a la estrellita, que está allí mismo y busca un poquito de calor humano, no sean así vale.

Future Nostalgia [FMAB•Edward x OC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora