Los eventos recientes habían sido devastadores para los jóvenes alquimistas. Tuvieron que llamar refuerzos militares y contar lo que había pasado. Fueron llevados de vuelta a los cuarteles militares mientras que Tucker y la quimera fueron arrestados en su propia casa, los mantuvieron allí, encerrados. Ninguno había sido capaz de hablar o expresar sus sentimientos. Aquello había sido, sin duda alguna, una experiencia traumática.Esa noche, ninguno pudo conciliar el sueño. Edward luchaba con sus pesadillas. Alphonse intentaba despejar su mente leyendo un libro. Paris nunca fue a casa. Se quedó toda la noche en el despacho del Coronel Mustang, donde no había nadie. Sentía que si se iba a un lugar en donde podría llorar a gusto; lo haría. Pero eso era exactamente lo que quería evitar.
Tal vez obtuvo como una hora de sueño, debido al cansancio natural. Pero, nada que en realidad le pudiese llamar 'descanso'.
Se pasó toda la noche abrazando sus rodillas, sentada en el sofá de la oficina de Roy. Ella sabía que el no se molestaría por ello. No podía dejar de pensar en la pequeña niña, no podía creer lo qué pasó, no quería.
Perdió la noción del tiempo, ya que de la nada la puerta de abrió y reveló a Riza entrando por esa puerta. Se sorprendió al ver a la castaña que ni si quiera se inmutó por su llegada.
– Paris... – llamó, pero no obtuvo respuesta. Suspiró, para luego entrar por completo al despacho. Cerró la puerta detrás de ella y caminó hacia la joven. Se sentó al lado de ella suavemente, pero Paris aún no daba señales de estar mentalmente allí. – Eres más fuerte que esto. – sentenció, ganándose un bufido por parte de la castaña.
– Ahora mismo... no lo creo – dijo Paris en un delgado hilo de voz.
– Pues lo tendrás que ser. – respondió la teniente, consolando a Paris a su manera. – Vendrás conmigo.
Paris sacó su cara de la protección que eran sus rodillas, para así voltear a ver sin ganas a Riza – ¿A dónde?
– A casa de Tucker. Acabo de ser notificada que ambos han sido asesinados – informó, sorprendiendo a la castaña.
Paris inmediatamente enderezó su cabeza y bajó los pies del sofá – ¿Como que asesinados? – preguntó incrédula, para luego levantarse bruscamente del sofá – ¡¿No los habían dejado bajo supervisión?! – exclamó, empezando a molestarse.
– Por eso mismo voy a ir ahora mismo hacia allá. – explicó, ahora ella levantándose del sofá también – Vendrás conmigo, necesito que te acostumbres a este tipo de cosas. No creas que ser un perro de los militares es un trabajo sencillo – decía mientras caminaba hacia la salida de aquella oficina, siendo seguida por una confusa castaña.
Paris no dijo nada en contra de eso. No quería ir, no quería ver que había pasado; pero tampoco podía permitirse ir en contra de Riza. Paris confiaba ciegamente en ella y en el Coronel Mustang. Si ellos creían que algo era lo mejor para ella, lo haría.
– ¡Chicos! – exclamó la teniente. Cuando abrió la puerta para salir del despacho, se encontró con los hermanos Elric justo apunto de entrar. – ¿Que hacen aquí tan temprano? – preguntó.
Edward no pudo responder esa pregunta, no se atrevió a decir que su sueño se vió atormentado por los recientes acontecimientos. Pero no era necesario, Riza lo notó ella solita.
– Esto... – empezó a balbucear el rubio, se le notaba cansado – ¿Que será de Tucker y Nina? – preguntó bajando su mirada.
Paris quien estaba detrás de Riza aún, apretó sus puños. Las cosas seguían empeorando.
– Los asesinaron, Edward. – dijo la castaña, ganándose la atención de los hermanos.
– ¡¿Qué?! – exclamaron ambos al mismo tiempo.
Riza soltó un suspiro y continuó explicando – A Tucker le iban a quitar su certificado de alquimista estatal esta mañana, pero ambos fueron encontrados muertos, fue un homicidio. – explicó, mientras caminaba pasando de largo a los hermanos. Paris iba detrás de ella.
– ¡¿Cómo?! ¡¿Quién fue?! – exclamaba el rubio, siguiendo a las chicas.
– No lo sé. Me dirijo hacia la escena ahora mismo – decía la teniente.
– Nosotros también vamos – dijo Alphonse, demandante.
– No. – respondió Riza simplemente, sin si quiera detenerse.
– ¡¿Por qué no?! – vociferó Edward.
Riza se detuvo abruptamente y miró fijamente a los ojos de Edward – Es mejor que no vean esto. – sentenció, para luego seguir caminando siendo seguida por la castaña.
Los ojos de Edward viajaron hacia la espalda de Paris – ¡¿Y por qué Fahrenheit si puede ir?! – preguntó, molestándose.
Paris frunció su ceño, ahora volteándose ella – Edward. – lo enfrentó – Solo sigo órdenes. No pregunto el 'por qué' – explicó metiendo sus manos en su chaqueta.
– Pues deberías. – dijo el rubio acercándose peligrosamente a la castaña – Por lo menos yo si tengo las agallas de preguntar.
Paris sonrió, incrédula – No es una cuestión de agallas, tonto.– se acercó también, ambos retándose con la mirada.
– Chicos... – avisaba la armadura, no quería que se peleasen allí mismo. La teniente había abandonado ya ese lugar, no tenía tiempo para lidiar con una discusión entre adolescentes.
– Si a mi me dan órdenes de ir, y a ti no... debe ser por algo, ¿no crees? – contraatacó la castaña, ofendiendo ligeramente al rubio.
Edward seguía aguantando la mirada de Paris. A pesar de que solo tengo a un ojo visible, esa mirada se sentía pesada, amenazante. Frunció su ceño y desvió la mirada – Tch... – chasqueó la lengua, se dio media vuelta y caminó hasta donde su hermano estaba. – Vámonos Alphonse.
– ¿Y me das la espalda? ¿Así sin más? – provocó Paris – No he dicho más nada que la verdad – sentenció. Haciendo que Edward parase su camino, a pesar de no voltear a verla. Se quedaron en silencio, Paris esperaba a que Edward le dijese algo, pero nunca lo hizo. Alphonse solo veía a su hermano, preocupado de lo que pudiese se hacer. La castaña suspiró, tomó el silencio del rubio como una tregua – Escuchen... les diré todo lo que vea... – dijo, ahora llamando la atención y miradas de los hermanos – y... lo siento.
Edward tomó la disculpa de la chica, pero no lo demostró – Como sea... – dijo, para luego seguir caminando y perderse por esos pasillos.
– Gracias, Paris-san – agradeció Alphonse, a lo cual Paris le respondió con una pequeña sonrisa. Luego, Alphonse siguió los pasos de su hermano.
Tal vez... aquello solo había sido producto de que todos estaban tensos y cansados. Se disculparía mejor después. Por ahora, debía correr para alcanzar a Riza.
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Capítulo corto pero weeeeeno, eso es lo qué hay, tómenlo o déjenlo lol
Anyways chingus, denle amor a la sepsi estrellita, que no muerde ❤️
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Future Nostalgia [FMAB•Edward x OC]
Fanfiction"Regresa por favor" te extraño. - No te vayas - te necesito. "Nada es lo mismo sin ti" te quiero. - Paris... yo juro protegerte - te amo. El amor puede venir en distintas maneras; puede disfrazarse de distintas cosas. Para Paris Bennet, el amor vino...