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Momentos atrás, cuando Paris salió del comedor, dejó miradas incómodas en su camino.

– ¡Nii-san! – reprochó la armadura. Eso había sido bastante grosero – ¿No crees que eso fue demasiado? – preguntó mostrando su inconformidad con la actitud del rubio.

– Ella esta aquí para vigilarnos, no tiene por qué saber nada – explicó Edward, realmente ciego a lo grosero que había sido.

El Coronel carraspeó su garganta, llamando la atención de los allí presentes – Bueno... ¿podemos continuar? No tengo todo el día.

Edward suspiró y empezó a contar su historia. La muerte de su madre. Como Alphonse y el aprendieron alquimia solo para ver la sonrisa de su madre una vez más. Todo salió mal. Perdió su pierna izquierda y Alphonse perdió su cuerpo entero. Luego, para recuperar a Alphonse, forzó su alma a la armadura a cambio de su brazo derecho. Contó todo lo que Tucker necesitaba saber, a cambio de lo que ellos querían investigar.

– Vaya... ¿transmutaron a su madre? – preguntó Tucker incrédulo – Ya veo... así que por eso eres el alquimista Fullmetal... Debió ser una experiencia amarga, ¿no es así? – preguntó, pero no obtuvo respuesta, ya que la cara del rubio lo decía todo. Tucker suspiró y se levantó de su asiento – No se si les pueda servir de mucho, pero échenle un vistazo a mi laboratorio. Realmente espero que puedan encontrar algo que les interese – dijo, sonriendo amablemente. – Es por aquí, síganme por favor. – se dirigió a la puerta, y la mantuvo abierta invitando a los presentes a seguirle.

Los jóvenes se levantaron y le dieron vuelta a la mesa para así seguir a Tucker. De la nada, Edward escuchó algunas carcajadas en lo que parecía ser afuera de la casa. Esto llamó su atención y su curiosidad pudo más con el. Se acercó a la ventana que daba vista hacia el jardín de al frente de la casa, y vió a Paris jugando junto a la hija de Tucker y el perro.

Por alguna extraña razón, su vista se fijó solo en la castaña con el parche. La veía correr con una gran sonrisa genuina, detrás de ella el perro la venía persiguiendo y la pequeña niña tumbada en el suelo apretando su panza por reírse mucho. Paris se movía de lado a lado ágilmente evitando que el perro la tumbase. Veía como su melena se meneaba y mezclaba con el viento. Una palabra pasó por su cabeza, a pesar de que ni él mismo se percató de ésta.

Bonita.

De alguna manera, su cerebro omitió por completo lo que sus instintos habían relacionado con Paris. Así que, esto pasó completamente desapercibido por el mismo Edward.

– ¿No vienes Edward-kun? – llamó Tucker, sacando al nombrado de su trance.

– ¡Si! Disculpa – se disculpó y rápidamente siguió al hombre.

Salieron del comedor y caminaron por los pasillos de la casa, hasta llegar al laboratorio de Tucker. Habían mesas con varios frascos y líquidos, papeles por todos lados y lápices desparramados. También habían estantes con criaturas enfrascadas en algún tipo de conservante. Se veían escalofriantes. En la esquina del laboratorio habían algunas quimeras enjauladas, eran ruidosas ya que gritaban por ser libres. Pero los hermanos Elric se concentraron instantáneamente en una pequeña estantería con algunos libros.

– Que pena... la verdad es que gané mi popularidad por transmutar quimeras. Pero últimamente no me ha ido bien con mis investigaciones...– Comentó Tucker con aura sombría.

Luego de que les mostró su laboratorio, los llevó a una habitación distinta. Cuando abrió las puertas, mostró toda una habitación con estanterías llenas de libros. Era como una biblioteca personal. Los hermanos Elric se quedaron sin palabras al ver todo el material.

– Esta es la habitación en donde guardo todos mis resultados y los historiales de mis búsquedas, tal vez le sea útil. – presentó Tucker.

Los chicos ya se habían adentrado a la velocidad de un rayo a la habitación y sin perder más tiempo, cada uno tomó un libro y se pusieron a leer.

– Bueno... yo me tengo que retirar – dijo el Coronel quien veía a los hermanos desde la entrada de la habitación – tengo más cosas que hacer. Enviaré a alguien para que los venga a recoger más tarde, ¿de acuerdo? – preguntó, pero no obtuvo respuesta. Los dos chicos estabas completamente sumergidos en la información que ahora llegaba a sus cabezas.

Roy al ver esto soltó un suspiro y sonrió, le pareció divertido.

– Wow, tienen una capacidad increíble para enfocarse ¿no es así? – comentó Tucker, quien estaba detrás del Coronel. – Ya nos ignoraron por completo – dijo en un tono divertido, pero que en realidad sonaba sin ninguna gracia – Como todos unos... prodigios.

Luego de esto, dejaron a los hermanos solos en aquella habitación. El Coronel caminó hasta la salida de aquella casa acompañado por Tucker, y cuando salieron, se encontraron con la alquimista Fahrenheit sentada de piernas cruzadas en el pasto haciendo una corona de flores. Al frente de ella, estaba Nina viendo atentamente cada movimiento que la castaña hacía. Al lado de estas dos, estaba Alexander acostado con su panza al aire, cansado de haber correteado tanto unos minutos atrás.

– Fahrenheit – llamó el Coronel y la nombrada reaccionó, volteando su cabeza hacia donde Roy estaba. – Tienes órdenes que cumplir. No holgazanees toda la tarde – avisó mientras caminaba hacia el vehículo que lo esperaba al frente de la casa.

La chica rodó los ojos con una sonrisa sarcástica en sus labios – Estarán bien Roy, no te amargues – dijo mientras volvía a su tarea de hacer una corona de flores, le dió los últimos retoques y se la mostró emocionada a Nina – ¡Mira! ¡Quedó preciosa! – mostró el resultado.

La niña vió aquella corona de flores con ojos llenos de brillo – ¡Es súper bonita! ¡¿Puedo probarla?! – preguntó emocionada.

Paris sonrió en respuesta – Por su puesto, es tuya – llevó la corona de flores hasta la cabeza de la pequeña y la colocó, siendo el tamaño justo y dándole a Nina un nuevo accesorio con el cual se veía muy tierna.

Roy al presenciar eso, sonrió levemente y siguió su camino. Se montó en el vehículo y se fue de allí.

– ¡Papá! ¡Mira lo que Paris-nee-san hizo para mi! – la niña corrió hacia la puerta en donde Tucker estaba, modelando su nuevo accesorio.

El hombre sonrió de vuelta – Wow, te queda muy bonito Nina – respondió acariciando la cabeza de la niña. Levantó la vista hacia donde estaba Paris, encontrándose con su único ojo visible – Eh... ¿Paris-san?

– ¿Si señor Tucker? – respondió ella amablemente.

– ¿Podrías cuidar de Nina por un rato? Estoy muy cansado me gustaría descansar un rato– pidió con voz ronca, enfatizando su punto.

La chica mostró un semblante de preocupación – Oh por favor, vaya y descanse, yo cuidaré de Nina – ofreció rápidamente.

– Muchas gracias... – respondió, para luego volver a entrar a la casa y cerrar la puerta detrás de él.

La chica recordó que ella en realidad tenía que estar vigilando a los hermanos, así que cuando estuvo a punto de levantarse para ir a buscarlos, la voz de Nina la detuvo.

– ¡Espera! ¡Quiero hacer una para ti! – dijo emocionada la niña, refiriéndose a la corona de flores. Paris sonrió cálidamente, sin poder resistirse a la petición de la niña – También me gustaría hacer una para Alexander – añadió, mirando al perro quien estaba bastante cómodo.

– Bueno... pongámonos manos a la obra entonces.

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Man, esta cuarentena me tiene escribiendo dos capítulos por día, joder.

No prometo que sea así cuando la cuarentena acabe eh, que más bien igual tengo un coñazo de trabajos que hacer but fuck that lol

Anyways chingus, denle amor a la estrellita que no muerde ❤️

Future Nostalgia [FMAB•Edward x OC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora