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Sonidos de concreto siendo destrozado y múltiples transmutaciones se escuchaban de lo que venía siendo la Iglesia de Liore. Habían personas que corrían lo más lejos que podían de ella, y habían otras personas que corrían hacia aquel lugar, por ejemplo; Paris.

Corría sin importarle nada más. Solo tenía una cosa en la cabeza, y era que tenía que seguir su corazonada. Ella quería creer que aquella voz era la de Edward. Tal vez estaría soñando, o tal vez solo se ha equivocado, pero de todas maneras debía averiguarlo por si misma. Sus piernas se movían a su límite de velocidad, mientras chocaba contra personas en su camino, pero realmente no le interesaba.

La chica ni si quiera sabía que haría si aquella voz le pertenecía a Edward, pero solo estaba segura de una cosa; no lo dejaría ir.

Con su respiración pesada y sus pulmones gritando por oxígeno, ella no paró ni por un segundo, su cuerpo reaccionaba por si solo de acuerdo a sus instintos. Haber escuchado aquella voz se sentía como volver a tener esperanzas, una luz al final del túnel.

Cruzó en una calle y allí pudo ver la gran iglesia, se veía majestuosa solo por el hecho de que el sol se estaba ocultando, pintando así el cielo de un hermoso color naranja, un toque cálido contrastando la grandiosa estructura del edificio. Mientras más se acercaba a dicha estructura, su visión se volvía más clara.

Juró que su corazón se saltó un latido al verlo parado allí, justo como lo recordaba.

Edward se encontraba saliendo de la iglesia, junto con la armadura que ella había visto antes. Sintió como sus ojos se llenaron de lágrimas instantáneamente, tuvo el instinto de lanzársele encima al chico, lo había extrañado tanto.

Pero, su vista fue rápidamente atraída hacia quien estaba frente ellos; Rosé, apuntándoles con un arma.

Las intenciones de Paris cambiaron en un abrir y cerrar de ojos. Sus lágrimas se convirtieron en fuego en sus ojos y sus cejas de entrejuntaron, ahora tenía una sola cosa en mente; protegerlo.

Rápidamente del bolsillo derecho de su chaqueta sacó un guante blanco. Lo colocó en su mano e hizo un puño con este. El hecho de que la castaña se estuviese acercando tan rápidamente llamó la atención de Edward y la armadura, viéndola confundidos.

De la nada, al rededor de Rosé, un muro de hielo puntiagudo se formó, deteniéndola de hacer cualquier estupidez. Edward y el tipo de la armadura se veían un poco impresionados por lo que acababa de pasar, y también confundidos. Rosé soltó el arma al verse amenazada pero se desparramó a llorar a moco suelto en el suelo.

Paris por fin pudo llegar hacia donde ellos se encontraban, y mientras subía las escaleras de la entrada de la iglesia, vió como Edward la veía confundido.

– ¡Oye! ¡no le hagas nada! – exclamó el rubio un poco molesto hacia Paris. Ella llegó a la cima y tuvo que detenerse allí para tomar aire, ya que no podía ni hablar. Se apoyó en sus rodillas para así poder retomar el oxígeno perdido.

– E-estás... – su respiración era tan pesada que le costaba decir una simple frase – ¿E-estás bien? – preguntó Paris.

– ¡Por su puesto que si! – respondió aún gritando – ¡¿Y tú quien eres?! – preguntó de vuelta, viéndose claramente sorprendido al ver que la chica sabía utilizar alquimia.

La chica lo miró notablemente sorprendida, este no era el reencuentro que ella se había imaginado por años. Pero, allí fue que se dio cuenta. »Claro... no me conoce...« pensó dolida, ya que, a la final no iba a poder lanzársele encima como lo había planeado previamente. Sintió como su corazón dolía profundamente, ella tenía recuerdos de él, que el no correspondía para nada. La chica se tragó, una vez más, todos sus sentimientos, e hizo a un lado su chaqueta, para así dejar ver el reloj de bolsillo que la identifica como alquimista estatal guindando de sus shorts.

– Me llamo Paris... Alquimista Fahrenheit – se presentó aún respirando pesadamente, pero se puso recta, mirando fijamente a Edward.

– Mira nii-san, tiene el mismo reloj que tu – habló el de la armadura, su voz sonando muchísimo más aguda de lo que uno se imaginaria. Pero, esto también sorprendió a la chica, ya que esa voz también juraba conocerla.

Edward la miró extrañado, desconfiaba de Paris, ya que el pensaba que el era el único alquimista estatal en Liore – ¿Que haces aquí? – preguntó seriamente – ¿Quien te mandó? ¿Es que acaso nos estás siguiendo? – empezó a caminar hacia Paris, poniéndose en frente de ella cruzando sus brazos.

La castaña solo lo miraba, no sabía que responder a eso. Se sentía mal, no se esperaba esto para nada. La persona por la cual había estado luchando y sobreviviendo estos últimos 10 años estaba al frente de ella, pero muy claramente ni la conocía, y tampoco tenía intenciones de hacerlo. También se dio cuenta de que este Edward no se parecía en nada a lo que ella recordaba.

– ¿Y bien? – habló el rubio, recordándole a la chica que le había hecho preguntas que ella aún no había respondido.

Paris no pudo evitar mirarlo mal. El rechazo por parte del rubio la puso de mal humor instantáneamente. – Lo que hago aquí no es de tu incumbencia, y no te estoy siguiendo Edward – comentó, pero rápidamente se dio cuenta de su error.

El chico retrocedió dos pasos y se puso alerta. La armadura notó esto y se alejó hacia donde estaba Rosé aun llorando y confundida. La armadura se dirigió hacia ella para protegerla.

– ¿Como sabes mi nombre? – preguntó el rubio demandando una respuesta rápida.

Por su puesto, Paris no sabía que ellos eran los 'famosos hermanos Elric', así que esa excusa nunca le pasó por la cabeza.

Su mente se quedó en blanco, habían sido demasiadas emociones juntas en los últimos minutos. Ya no sabía que pensar, ni que sentir. Al frente suyo tenía al chico que le ha gustado por demasiado tiempo, y se sentía amenazado por su presencia. Sin darse cuenta, una lágrima traicionera cayó de su ojo visible, la cual al darse cuenta limpio rápidamente. Edward lo notó y se alarmó.

– O-oye... – el rubio no sabía que decir. No sabía si había hecho algo mal. Ahora se sentía incómodo porque había hecho llorar a la chica sin saber ni que hizo.

– Eso es algo que no te puedo decir – comentó suavemente Paris, quitándose su guante y volviéndolo a poner en su bolsillo. – Solo... solo créeme cuando te digo que soy una aliada – alzó sus manos a lo alto de su cabeza, dando a entender que no venia a causar daño.

El ceño de Edward seguía fruncido. No sabía si confiar en esa chica sería una buena idea. El de la armadura se dio cuenta de que el rubio no tenía intenciones en simplemente confiar en la desconocida. Así que decidió intervenir.

Salió de detrás del muro de hielo el cual ahora se derretía rápidamente, junto con Rosé llorando. – Nii-san, si lo piensas, ella solo nos protegió – recordó.

Paris veía al de la armadura con cierta nostalgia. La voz de sea quien sea estuviese bajo esa armadura se le hacía tremendamente parecida a la de Alphonse, solo que mucho más aguda.

Edward frunció aún más el ceño para luego dejar salir un gruñido de frustración. Empezó a rascarse su cabeza, haciendo un ademán de que no sabía que pensar.

– ¡Bien! – exclamó el rubio aún visiblemente frustrado. – Solo no te metas en nuestro camino, Fahrenheit. – sentenció, para luego dejarla de lado y caminar hacia el de la armadura y Rosé.

Paris sintió una punzada en su corazón. »¿Es en serio?... ¿ni si quiera me llamarás por mi nombre?« pensó dolida. Esto no era lo que ella se había imaginado. Quería correr, esconderse en algún lugar y llorar como no lo había hecho en tanto tiempo. Se quedó en su lugar, rendida. No sentía que tenía las energías suficientes como para si quiera mover sus brazos. Solo vió como Edward hablaba con Rosé, para después irse de allí junto con la armadura. Dejaron a Rosé sentada en el piso llorando a moco suelto.

Pero lo que no sabían los hermanos Elric, era que también habían dejado a Paris sintiéndose completamente vacía.

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Oof. Just oof man.

Después de que Paris los haya estado buscando por tanto tiempo, ¿es así como le pagan? 😭😭😭 que bitches lmao

Anyways chingus, denle amor a la sepsi estrellita 🥰

Future Nostalgia [FMAB•Edward x OC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora