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– ¿Estas seguro que no estás haciendo trampa?

– No hermanito, esto es pura habilidad y suerte.

– Está haciendo trampa.

Los dos hermanos miraron a la chica expectantes.

– Alphonse, mírale las mangas a Edward – comentó, tambaleando su pierna sobre la otra.

El nombrado acató y efectivamente, Edward estaba haciendo trampa. Un montón de cartas cayeron de sus mangas, rápidamente las agarró todas y las ocultó debajo de sus piernas.

– ¿De qué cartas hablan? – preguntó haciéndose el idiota.

– ¡Nii-san! – reprochó el menor.

Paris sonrió, ya que aquella ciertamente era una escena entre hermanos.

Luego de cruzar el desierto, los tres jóvenes se encontraban en el tren de regreso a los cuarteles militares para reportar todo lo que vieron e hicieron en Liore. Los hermanos llevaban la mayoría del viaje jugando cartas, mientras que la chica solo estaba sentada al lado de Alphonse, de piernas y brazos cruzados. Llevaba todo el tiempo analizando como el rubio escondía ágilmente las cartas en sus mangas. No dijo nada por todo el tiempo que estuvieron jugando, pero al ver la desesperación del menor, no pudo contenerse.

El rubio se recostó en el espaldar de su asiento – Ya estoy aburrido – bufó, dejando las cartas en la mesa que tenía al frente, y luego sacando las que había ocultado debajo sus piernas.

– Claro, como te descubrimos, ahora si dejarás de jugar – decía Alphonse mientras recogía las cartas desordenadas en la mesa – Eres un muy mal perdedor, nii-san – dijo Alphonse, y Paris se lo imaginó con un puchero en su boca. Pero por su puesto, solo lo pudo imaginar, ya que esa tonta armadura no le dejaba ver su cara.

– No soy un mal perdedor – habló el rubio viendo hacia la ventana, claramente tenía su mente en otro lugar, se veía pensativo.

La castaña volteó a su lado y se encontró con la mirada de Alphonse, como una pregunta silenciosa. La armadura solo se encogió de hombros, dejando preocupada a la castaña. La chica estaba apunto de abrir su boca para así preguntar si había algo mal, pero Edward se le adelantó.

– Fahrenheit – llamó y la nombrada le prestó atención.

– ¿S-si? – respondió un tanto nerviosa. Por alguna razón, el simple hecho de que Edward la llamase por su título de alquimista le ponía los pelos de punta.

– ¿Como ganaste ese título? – preguntó aún teniendo su mirada perdida en la ventana del tren, se rehusaba a darle frente a la chica.

Esa pregunta había tomado por desprevenida a Paris, pero titubeante, empezó a relatar.

– Tengo dos guantes – buscó en sus bolsillos y sacó un guante blanco, y otro negro. Ambos tenían círculos de transmutación especiales en la parte de atrás. – Uno – tomó el guante blanco – condensa la humedad del ambiente y luego adhiere las moléculas de agua para que sean solidas. En otras palabras; crea hielo. – explicaba mientras en sus manos tenía el guante blanco que era adornado con un círculo de transmutación color azul. Pasó a guardar dicho guante en el bolsillo de su chaqueta, para luego tomar el otro – este otro es un poco más peligroso. Manipula las moléculas de oxígeno. Incrementa la energía que guardan las moléculas y la convierte en energía cinética o de temperatura.– explicó aún con el guante en mano. Este estaba adornado con un círculo de transmutación rojo.

– Espera... eso es física. ¿Como aplicas eso a la alquimia? – preguntó Alphonse, siendo tan curioso como siempre. Edward ahora también veía a la chica, ya que al parecer los había logrado interesar a ambos.

Future Nostalgia [FMAB•Edward x OC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora