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Michael se había pasado la mayoría de la tarde metido en su oficina terminando trabajo que tenía atrasado. Estaba tan concentrado en ello que se olvidó completamente de la hora. Se dió cuenta de que eran las 3 de la tarde y el no había probado bocado desde la mañana. Se levantó de su asiento y estiró su espalda, a la par que algunos huesos tronaban, haciendo esta acción aún más satisfactoria. Soltó un gruñido mientras hacía esto, como en un ademan de sacar completamente el cansancio fuera de él. Salió de su oficina y se dirigió a la cocina, iba a buscar cualquier estupidez que encontrase para comer, y luego tal vez iría a ver a Paris, de la cual no había escuchado nada desde aquella conversación en la mañana.

Pero para su sorpresa, mientras se acercaba a la cocina, un apetitoso olor invadió sus fosas nasales. Sin poder evitarlo aceleró su paso hacia la cocina, que era el lugar de donde provenía dicho olor. Al entrar por el marco de la puerta vió a Paris caminando por todos lados de la cocina, encargándose de varias cosas a la vez. En una estufa batía su contenido, luego caminaba hacia una tabla de picar y continuaba picando algunos hongos. Luego chequeaba algo que estaba cocinando en el horno, agachándose y con cuidado abriendo el horno de vez en cuando.

Michael no dijo nada, solo se apoyó en el marco de la puerta disfrutando de la vista. Sintió una pequeña punzada en su corazón. No pudo evitar imaginarse por un momento, que aquella chica que ahora cocinaba, podría ser su hermana. Recordó cómo a Emma le encantaba ayudar a su madre cuando ella hacía algún postre. Definitivamente ella hubiese crecido para tener algún tipo de don para la cocina. No lo diría, pero siempre le dolerá el hecho de que haya un invasor en el cuerpo de su hermana menor. Él no tenía nada en contra de Paris, de hecho le parecía una chica excelente, pero...

– ¿Cuanto tiempo te quedarás allí mirándome como un idiota? ¿Tengo algo en la cara? – Paris sin si quiera mirarlo lo sacó de sus pensamientos.

– Si, pero lo fea no se quita – respondió rápidamente haciendo que la castaña riese levemente. Caminó hasta el mesón de la cocina y se sentó en una de las sillas altas, ahora teniendo a Paris al frente y veía todo lo que hacía.

– Sabes... he estado pensando... – la chica empezó a hablar mientras tomaba algunos platos sucios y los ponía en el lavabo. – ¿Quienes eran tus padres?

La pregunta tomó por desprevenido al de cabellos ceniza – ¿C-como que quienes eran mis padres?

– Si. ¿Quienes eran? Lo único que sé de ellos, es que eran lo poderosos suficientes como para atar mi alma a el cuerpo de Emma – respondió con sarcasmo.

Michael tragó duro, pues a él también le gustaría saber – Si te soy sincero, nunca supe cómo ni dónde aprendieron alquimia. Solo sé que era parte de nuestras vidas. Incluso me la enseñaron a mi cuando tuve la edad suficiente. – explicaba con su barbilla apoyada en su mano – realmente lo único que sé de ellos es que ambos estaban a cargo de la empresa. No eran malos padres, solo que siempre estaban ocupados. Especialmente cuando pasaban días enteros metidos en la oficina de la casa.

Paris enarcó una ceja – ¿tenían una oficina en su hogar al igual que tu?

Michael asintió – En el sótano. A veces entraba allí para llevarles comida, ya que en serio no salían por horas... – Michael abrió sus ojos de par en par cuando recordó un pequeño detalle – Y fue allí en donde hicieron tu transmutación...

– ¡¿En su propia casa?! – exclamó la castaña, sorprendida.

– ¿Y en donde más lo iban a hacer idiota? – respondió Michael.

– No lo sé pero... ¿que encontraron en el sótano? Es decir... vinieron a investigar el caso de tus padres, ¿verdad? – Paris ahora se encargaba de servir todo lo que había preparado. Michael empezó a reírse nervioso, asustándola – ¿Michael?

Future Nostalgia [FMAB•Edward x OC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora