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– Es por aquí – Alphonse se encontraba guiando a Paris hacia donde el había dejado a Edward.

La castaña iba con los pelos de punta. Se estaba adentrando a la boca del lobo sin un plan. Lo único que se le ocurría era ser sincera. Pero también sabía que eso sería una muy mala idea. ¿Como reaccionarían al contarles que ella no es la dueña de ese cuerpo, y de que viene de otra dimensión? No, no, y no. Todo mal. Todo muy mal.

– No estes nerviosa – comentó la armadura. Se encontraban caminando por las calles de Liore ahora desiertas, era de noche y posiblemente todo el mundo se encontraba en la puerta de la iglesia, demandando explicaciones. – Si no te importa que pregunte... ¿que haces aquí en Liore? – preguntó.

La chica no sabía que decir aparte de la verdad, así que, para cumplir con esa palabra, simplemente decidió dejar de lado algunos detalles – Vine por unos rumores que escuché – comentó – creo qué hay una piedra filosofal en esta ciudad – concluyó. Alphonse volteó a mirarla.

– ¿Estas en busca de la piedra filosofal? – preguntó con notable sorpresa.

– Algo así... – la chica desvió la mirada, porque ella tampoco sabía muy bien de que le serviría la piedra filosofal. Solo sabía que era un objeto mítico que ignoraba las reglas de la alquimia. ¿Que mejor que eso para ayudarla a regresar? – La verdad es que solo la busco por mera curiosidad. Posiblemente sea capaz de resolver un problema que tengo – comentó restándole importancia, tal vez así Alphonse perdería la atención. Luego recordó la conversación con el Padre Cornello que se escuchó por toda la ciudad – ¿Ustedes también están en busca de la piedra filosofal?

Alphonse asintió suavemente, pero, no dijo nada más. Paris esperaba una pequeña explicación, pero al notar que el no dijo nada principalmente, ella no insistió. Entendió y respetó la voluntad del chico.

Pero, una pequeña duda apareció en la cabeza de la chica. – ¿No te da calor esa armadura? – preguntó casualmente, solo por sacar un poco de conversación.

– Ah... ¡si! Si de hecho si – respondió nervioso – P-pero nunca me la quito – no sabía que decir.

– ¿Por qué no? Tampoco debes estar tan feo – la chica sonrió, pensando que ambos bromeaban. Pero Alphonse más bien se sentía entre la espada y la pared.

– Ya haha... – dijo Alphonse, buscando como cambiar ese tema. – ¡M-mira! Allí está nii-san – avisó, al ver que más adelante se encontraba Edward esperándolos de brazos cruzados y tenía un tic nervioso en el pie, claramente un poco ansioso.

Edward al darse cuenta de que su hermano venía con aquella chica, frunció el ceño. ¿Que hacia esta aquí?

– ¿Y tú qué haces aquí? – preguntó incluso antes de que la chica y Alphonse llegasen a el. Paris desvió un poco la mirada ante la actitud dura del muchacho.

– B-bueno... creo que necesito hablar con ustedes sobre el caos que desataron en aquella iglesia – respondió, y a decir verdad, sí que lo tenía que hacer. Notó como el rubio tragó duro, y desvió la mirada orgullosamente.

– No tenemos nada que contarte – dijo, negándose a compartir la información.

»Pero que terco...« pensó Paris. El Edward de Amestris no se parecía en nada al Edward que ella conocía, sus personalidades eran completamente distintas.

– Nii-san... – reprochó la armadura – ella también está buscando la piedra filosofal – dijo.

Esto llamó inmediatamente la atención del rubio y volteó a verla fijamente a los ojos. Paris sin poder evitarlo se perdió en esos orbes ámbar. Eran tal cual y como los recordaba, como pequeñas piscinas de miel.

– ¿Buscas la piedra filosofal? – preguntó y la chica asintió, saliendo de su trance – ¿Para qué?

– B-bueno... eso... – la chica empezó a balbucear. ¿Que le diría? La mirada expectante del rubio la hizo caer en cuenta de algo. Ellos también la buscaban y ella no sabía la razón. – ¿y ustedes? ¿Por qué la buscan? – contraatacó.

– No respondas mi pregunta con otra pregunta, es jugar sucio – dijo Edward, intentando sonar molesto. Pero Paris pudo notar una pizca de emoción en su voz. Le había gustado el pequeño reto.

La castaña alzó una ceja divertida al darse cuenta de que el le siguió el juego – Es decir... si yo les digo mi razón, sería lo justo que ustedes me digan la suya – ajustó todo su peso en su pierna izquierda y cruzando sus brazos, enfatizando su punto. – Ya sabes...

– Como un intercambio equivalente – dijeron Paris y Edward al mismo tiempo. Ambos con sonrisas socarronas en sus caras.

Alphonse, quien miraba a ambos en esa discusión pasiva-agresiva, solo pudo pensar en una cosa.

»¿Soy yo o ya se llevan bien?« pensó confuso.

Edward soltó un suspiro, notablemente menos tenso – Bien, tú ganas. Resultó ser una imitación – explicó. La chica abrió sus ojos en sorpresa.

– ¿Una imitación de la piedra filosofal? ¿Como es eso posible? – preguntó la chica.

– No lo sé, pero cuando fui a quitársela a Cornello se quebró y evaporó. Un objeto mítico como la piedra filosofal no debería romperse así de fácil – explicó el rubio desviando la mirada mientras fruncía el ceño.

La chica empezó a pensar. Eso sería un problema, si hay imitaciones de la piedra filosofal, entonces habría más de una. ¿Como las hacen? ¿Como consigue una? No sabía muy bien que hacer, pero por ahora, iría a reportar esto al Coronel.

– Que problema... – suspiró la castaña – el Coronel solo se burlará de mi – comentó en un tono bajo, hablando para si misma. Edward al escuchar esto se sorprendió.

– ¿El Coronel Mustang? – preguntó alzando su tono de voz, incrédulo.

Paris lo miró confundida – ¿lo conoces? – preguntó.

– Lamentablemente si... estoy bajo sus órdenes – respondió el rubio con aires bajos.

– A nii-san no le gusta lo orgulloso que el Coronel puede llegar a ser – explicó Alphonse, como siempre con su tono de voz amable.

Esto hizo que Paris sonriera un poco, ya que lo entendía perfectamente. Roy Mustang era un personaje duro de soportar... solo si lo conoces superficialmente. Ya Paris conocía muy bien al Coronel Mustang como para enfocarse solo en su orgullo.

– ¿Se van ya de Liore? – preguntó la chica y ambos asintieron – Bien, iré con ustedes. – vió que Edward iba a quejarse, y rápidamente volvió a hablar – Y no acepto un no por respuesta, porque vamos al mismo lugar, y necesito que me cuenten más sobre la piedra filosofal que Cornello tenía – explicó con una sonrisa socarrona.

– Yo no tengo problema – dijo la armadura mirando a Paris, y ella le regresó una sonrisa cálida.

El rubio soltó un gruñido, iba a quejarse pero decidió no decir nada. Al ver a su hermanito entusiasmado por una nueva compañía, decidió simplemente seguirlos.

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Todo bien, todo muy bien.

Por cierto, ¿vieron la cuarta temporada de la casa de papel? Quiero morir lol. ¿Como se atreven? :'((((

Denle amor a la sepsi estrellita ❤️

Future Nostalgia [FMAB•Edward x OC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora